miércoles, 27 de mayo de 2015

Hubo un tiempo en que bastaba con una portada #17: hoy lo cuenta Álex 7iete Pulgadas

El caso es que siendo vinilómano 100% y adicto a la compra de discos, no es frecuente que compre un disco simplemente por que me guste su portada. En el 99% de los casos, los discos que compro son de grupos/canciones que me gustan o al menos conozco. Algunas veces se trata también de puro coleccionismo para completar discografías; en otras, por recomendaciones de amigos. Y sobre todo me encanta darle veinte vueltas a la carpeta buscando algún detalle que me impulse a comprarlo, bien sea por un sello que me guste, una primera referencia, una colaboración, una edición rara... pero creo que casi todos los discos que he comprado con bonita o llamativa portada los conocía de antemano. 

Sin embargo, al igual que Federica Pulla, soy adicto a las cubetas polvorientas de todo a 1 € (o 100 pts. antiguamente). Ahí es raro encontrarse discos que reúnan buenas condiciones y además sean discos predilectos míos y entonces entra otra de mis “pasiones”: mi colección de discos petardos (o bizarros, si preferís). Todo empezó hace mucho tras alguna visita a La Metralleta, de esas en la que no pescas nada y te da por mirar lo más escondido y de saldo, pensando "hoy me llevo lo que sea, no me voy a casa con las manos vacías"; es cuando apareció ante mí un single de Los Hermanos Calatrava, no recuerdo ahora mismo cuál fue el primero que compré, pero fácilmente pudo ser el La, la, la o el Aleluya. El caso es que cada portada que veía me parecía más ridícula y a la vez desternillante con lo que me aficioné a comprar sus discos y a estas alturas creo que sólo me faltan 5 o 6 singles para tener todos. Ni que decir tiene que algunas de sus canciones son míticas ya que su filosofía de hacer versiones cómicas a veces daba con originales cojonudos que ya ellos se encargaban de destrozar, si acaso. No sólo su archifamosa «Space Oddity», sino otras maravillas como «O quizá simplemente te regale una rosa» de Leonardo Favio, «Honey» de Bobby Rusell, «Aleluya» de Aute, «El chico de la harmónica» de Micky, y tantas otras. 


Hurgar entre basura me ayudó muchas veces a no irme a casa sin compra y siempre encontraba alguna portada patética que se venía conmigo, como las incalificables portadas de Emilio el Moro, Manolo Escobar (con mi favorita «Horóscopo» en gatefold sleeve), Los 3 Sudamericanos, Pablo Abraira, Las Trillizas o mi favorita e indescriptible del grupo mallorquín La Pera, compuesto por un combo que incluye tanos, afros, hippies, calós... Menudo circo. Pero seamos serios, lo que mola es que te gusten las portadas de tus grupos favoritos, y cuando yo era adolescente uno de ellos eran The Pogues. Si ya flipaba con sus canciones, cuando descubrí sus portadas, sus historias y anécdotas (gracias sobre todo al libro de Ann Scanlon) flipé. Desde su primer LP Red Roses for me (1984) en el que Andrew Ranken figura “recortado” en una esquina ya que se fue de vacaciones antes de la sesión de fotos mientras el resto posan desafiantes tras el retrato de Kennedy, y la contraportada con Shane escayolado, James Fearnley liándose un porro con su botella de whisky en el bolsillo, Cait O'Riordan con su lata de cerveza y todos orgullosos estrenando abrigo. El segundo, Rum, Sodomy and the Lash (1985), tampoco tiene desperdicio (al igual que la contra), con todos los miembros del grupo incrustados en el cuadro «La balsa de la medusa» (Le Radeau de la Méduse) de Théodore Géricault. Luego vinieron la preciosa de If I Should Fall From Grace With God (1988), la curiosa de Peace and love (1989) con su boxeador de seis dedos, o la enigmática de Hell's Ditch (1990). 

Pero probablemente mi favorita, ya que también junta su pasión por el fútbol, es su single «Jack Heroes» junto con The Dubliners en el que recrean el increíble recibimiento que recibió la selección de fútbol irlandesa tras llegar hasta cuartos de final en la Copa del Mundo de Italia 90, donde únicamente pudieron ser derrotados por los anfitriones por un mínimo 1-0. 


Y ya si nos vamos a mis favoritos del indiepop no pueden faltar los cuatro vinilos de los fabulosos James Dean Driving Experience, que rinden homenaje a otras tantas musas del celuloide como son Audrey Hepburn, Claudia Cardinale, Rita Hayworth y Sofia Loren. Perfectas. 


El mundo de las portadas de discos es una maravilla, independientemente de que luego te guste el vinilo o no, pero disfrutar de la carpeta en la mano, acercártela, darle la vuelta, ver los detalles, escudriñarla, olerla... es un placer que en mi caso supera al de disfrutar de cualquier otra obra de arte. 

Autor del texto: Álex
Blog: 7iete Pulgadas 
Twitter: @alexbummer

sábado, 23 de mayo de 2015

...Y ellos se juntan #92 // Género chico #72: The Fairlight Myth


El 7 es el número natural que sigue al 6 y precede al 8. Dicha esta perogrullada para los que sabemos contar, el número 7 aparece de forma recurrente en nuestra cultura. Siete son los días de la semana, como siete son los colores del arco iris, los pecados capitales, las vidas de los gatos o los tipos de heces según la escala de heces de Bristol. Si se trata de personas, por ahí estaban los siete magníficos, los siete samuráis, las siete novias para los siete hermanos... Pero sobre todo no podemos obviar que do, re, mi, fa, sol, la, si, suman siete. Y que el tamaño de un single es 7’’. 

No sabemos si John Jervis, el capo del sello wiaiwya, es alma supersticiosa y cabalística o si simplemente ha echado mano de un concepto curioso y llamativo para su club del single. Para empezar, lo ha bautizado como wiaiwya-7777777; pero no queda ahí el asunto numérico: el proyecto durará siete años, a razón de siete discos anuales, que saldrán siempre el día 7 de los meses de abril, mayo, junio, agosto, octubre, noviembre y diciembre (exacto, siete meses). Como todo club, hay que hacerse socio, pero siempre se dejan 77 copias durante 77 días para quienes quieran comprar uno en particular y no toda la colección. 

El del 7 de abril de 2015 corresponde a The Fairlight Myth, o lo que viene a ser el nombre artístico con el que se han bautizado el siempre interesante Pete Astor y Keith Negus, otrora teclista en oscuros grupos de post-punk y hoy día profesor universitario como su colega Astor y articulista musical. 

El par de temas se titulan «Alpha November» y «Love Repeats». Curiosamente, en las respectivas galletas figuran como Side A y Side 1, lo cual en el fondo tiene cierto sentido, pues son ambas tan espléndidas piezas que no importa por la que se empiece. La primera tiene un toque «Space Oddity» en clave synthpop, como si otro Major Tom estuviese perdido de nuevo en el espacio. Está construida a base de pulsaciones de teclado, frías, como cifradas, hasta que al final la voz se quiebra casi emocionada con ese insistente «Alpha November call / Where Are you? / Where Are you?». La segunda es una hermosísima balada de synthpop, tan delicada como conmovedora; y cuando parece que ha terminado, emerge de nuevo para clavarnos aún más su tristeza sin cesar de repetir «Love Repeats / Love Repeats...»



Las ediciones son numeradas y los vinilos, a color. El de The Fairlight Myth es a dos colores y se acompaña de un póster desplegable. Extraordinarios, pues, continente y contenido.

domingo, 17 de mayo de 2015

Sales en mi canción #89


El enésimo álbum de Billy Childish sigue fiel a un sonido primitivo y garajero y a los acordes de «Louie, Louie». Acorn Man (Damaged Goods, 2014) se presenta bajo una nueva reencarnación, pero seguro que Childish ya tiene otras en marcha mientras se escriben estas líneas. En cualquier caso, este trabajo como Wild Billy Childish & the CTMF probablemente sea de los más sugerentes y regulares de su carrera. Y asombra encontrárselo con tanta vitalidad. Aquí le acompañan un tal Wolf a la batería y una bajista/vocalista apodada Nurse Julie, que es uno de los puntales de estas canciones, sobre todo cuando canta.

Vamos a detenernos en «Punk Rock Enough For Me», una letanía llena de nombres propios que Childish admira cual apóstoles musicales, su altar de punk rockers. Y si el oído no ha fallado en demasía, la lista sería la siguiente: 

Leadbelly 
Hendrix 
Freddie & the Dreamers 
The Beatles and the Star Club, the Beatles without George Martin 
Billie Holiday 
Robert Johnson 
Buddy Holly 
Louis Armstrong 
John Lee Hooker without Santana
Joe Strummer and the 101ers 
Bo Diddley 
Son House 
Downliners Sect 
Bill Haley 
Jimmy Reed 
The Who before rock 
The Breakers
Wire (at the Roxy) 

No se haga acto de fe: puede que alguno esté equivocado y que falten otros. De hecho, cualquier aportación al asunto en forma de comentario será bien recibida. 

jueves, 14 de mayo de 2015

Parecidos razonables #28

Tal vez sea ir demasiado lejos, pero es mirar a Marc DeMarco y acordarse de un joven Carles Sans (El Tricicle). 


lunes, 11 de mayo de 2015

Faropedia #21: Joe Crepúsculo

Teclados de juguete y la voz no demasiado afinada, y sin embargo hay algo en esta canción de Joe Crepúsculo que emociona. "El faro" evoca una tristeza tranquila que nos concome, como la de una vela que se va consumiendo, desde los preciosos versos iniciales: 

La luz que intuyes desde aquí 
es la de un faro extraviado.




De Supercrepus (Producciones Doradas, 2009)

sábado, 9 de mayo de 2015

Discos con portada con discos #76

El Refugio: Azul de poniente / Dos extraños (Fonomusic, 1991, 7'')


Saturday Looks Good To Me: All Your Summer Songs (Polyvnyl, 2003, CD)

Saturday Looks Good To Me: All Your Summer Songs (Polyvnyl, 2003, LP)



Black Devil Disco Club: Eight Oh Eight (Lo Recordings, 2008)


The Connection: Connection Collection Vol. 1 (2012)

Varios: Dusty Heard Them Here First (Ace Records, 2014)

jueves, 7 de mayo de 2015

Las nuevas aventuras del llanero solitario #46: Vadim Tudor

Corneliu Vadim Tudor fue un político rumano ultranacionalista, que lideró durante años el Partido de la Gran Rumania. Sobre él pueden leerse lindezas como que en su juventud ejerció de poeta de corte de los Ceausescu o que se le conoce como “el payaso de los Cárpatos”. No se encuentran más referencias a ningún otro Vadim Tudor, así que obviando la simple casualidad, cabría imaginarse que Javier Rincón se inspiró en el nombre del politicastro para bautizarse artísticamente. En caso de ser cierto, incluso tiene sentido. Por un lado, al sonido de synth pop y dark wave que desarrolla Rincón en este proyecto le sientan bien las reminiscencias de un estrafalario personaje salido de oscuros parajes transilvanos. Por otro, la mordacidad con la que Rincón se despacha en las letras encaja con la sorna y la ironía que supone apropiarse del nombre de un infecto fachón. 


Para lo que realmente nos interesa, o sea, la música, Vadim Tudor es el proyecto en solitario del que fuera integrante del dúo Ambilívebol, allá cuando el indie patrio de los noventa, y que luego ha sido un conocido pinchadiscos de la escena underground madrileña. Su primer disco como Vadim Tudor es un minielepé homónimo (Autoreverse, 2014) en una edición de 500 ejemplares numerada a mano. Y aunque las cinco canciones apenas sobrepasan los veinte minutos, acaba convirtiéndose en un doble o triple elepé de tantas veces como se vuelve a poner cada vez que termina. Porque son temas llenos de impulso bailable, de ritmos sintéticos y repetitivos a base de casiotones y demás artefactos electrónicos que te atrapan como un imán a un clip. La voz surte el mismo efecto por la forma de recitar las frases; son cortas, directas y claras, y deja hábilmente un silencio entre ellas de manera que da tiempo al oyente a retenerlas, a fijarlas, a sopesarlas.

Nos estamos muriendo 
No sabemos qué ponernos 
Si será en verano o en invierno 

Si te quedas sin cena 
Si tu vida da pena 
Si te tiras al Sena 
Si te cortas las venas 
Esta es la canción del dolor 

Como se ve, nihilismo, humor negro y existencialismo macabro son los aderezos principales. Si estas canciones fueran una bebida, serían té con lejía, por usar una imagen del propio autor: la música pone el efecto excitante del té; y las letras, el vitriolo de nuestros días. Y es que hay toneladas de personalidad y de saber hacer en Vadim Tudor. Este disco está llamado a ser un referente del synth pop que se hace por estos lares actualmente. Y sí, suena una guitarra en «La loba herida», interpretación de Ana Béjar (otrora en Usura, también de cuando el indie patrio noventero).

sábado, 2 de mayo de 2015

Cameos musicales #58: Jubilee


Derek Jarman rodó en 1978 Jubilee, que a la postre terminó siendo la película definitiva del punk. Y lo es no sólo porque trate la estética y el modo de vida punk, sino porque el concepto artístico que la animó y desarrolló fue absolutamente punk. Está construida sobre postulados artys y un auténtico cúrratelo tú mismo y que les den a los demás; es provocadora, violenta, anárquica y se dedica a darle bien de patadas en la boca de los iconos del sistema (monarquía, imperio, religión). En lo cinematográfico, es la clásica serie B de culto, chapucera y rodada a la carrera, con la impresión de que la palabra 'presupuesto' nunca llegó usarse por la total carencia de medios: es como si se fuera rodando con lo que reunían en el día a saber cómo y de que allí no cobró ni el repartidor de pizzas.

La música de los créditos la compuso Brian Eno. Además, como no podía ser de otra forma, suenan temas punks y hay algunas actuaciones estelares.

> Toyah Wilcox, antes de que eclosionara como en el cuento del patito feo, interpreta uno de los personajes que más se recuerdan. Y sale cantando en un estudio de grabación:


> Un Adam Ant aún aniñado también tiene un papel como actor y además sale interpretando "Plastic Surgery":



> Wayne County tiene una escena delirante, en la que interpreta, o mejor dicho, reinterpreta "Paranoia Paradise" de Wayne County & The Electric Chairs en una especie de karaoke casero: mientras suena por la tele su tema, él se pone a cantar encima.



> Más la impagable escena de las Slits destrozando un coche en plena calle:



Para quien esté interesado en ver la peli al completo, aquí.