La noticia de que se cumplen 50 años de desde la creación del sello británico Island le ha hecho rememorar a Gog aquel logo de la palmera que aparecía en los lomos de sus portadas y cómo algunos de esos discos le marcaron definitivamente:
De hecho, hubo un tiempo en que Gog asociaba determinados colores a las portadas de algunos discos, y curiosamente varios eran del sello Island: había un rojo izitso, un rojo wild planet, un amarillo B-52’s, un verde arc-of-a-diver y un blanco Uprising. (En el mundo de Gog también bullían un rosa changes-Two, un azul squeezing-out-sparks, un marrón Led-Zeppelin-II, un negro Judas-Priest y un naranja Pistones, pero estos estaban publicados en otros sellos.)
El fundador de Island, Chris Blackwell, hace tiempo que vendió el negocio a una multinacional. Hoy día carece del prestigio o del influjo de antaño, aunque tampoco hay que olvidar que en él siguen publicando PJ Harvey o Portishead. Y que en épocas recientes han publicado Costello, Pulp, Weller, Tindersticks, Tricky, Ladytron…
(Entrada dedicada a Evaristo Aguirre, que seguro practicó algún disco de Island.)
No mucha gente consigue volver de los infiernos para contarlo, los «dark places» de los que habla Dan Treacy en uno de los más logrados discos de sus Televisión Personalities, después de arrastrarse algunos años por cunetas de droga y cruda desolación.
La mirada de Dan Treacy expresa que ha visto terribles mundos que no nos podemos ni imaginar. Él tiene aspecto de juguete roto; de ahí que no extrañe que algunas de sus últimas composiciones recuerden a canciones populares infantiles, e incluso que la melodía de más de un estribillo sea un calco de alguna de ellas (por ejemplo, en la que da título a ese mismo álbum o en «She can stop traffic» ).
Desaliñado y elegante, irregular y brillante, confuso y clarividente, la viva estampa de su creador, así era Down in Albion, así suelen ser los discos de Pete Doherty, con los Babyshmables o en solitario, como este Grace/Wastelands (2009) que ahora le devuelve el respeto perdido. (Atención a «Broken Love Song» como uno de los temas del año.)
Salvando las distancias en cuanto a repercusión mediática de uno y otro, se entrevé cierto paralelismo entre Pete Doherty y Dan Treacy. Hay en ambas errabundas existencias dosis comunes de patetismo ilustrado, de buscada autodestrucción, de tristeza acongojante, de reafirmación personal en negativo y de existencialismo terminal. El personaje los devora.
Cinco chiquillas de Barcelona locas por rockanrolear. Apenas tienen una maqueta grabada y cantan en inglés. Cinco gemas por pulir, cinco diamantes en bruto.
Gog aún no ha decidido de cuál de ellas hacerse fan.
Las gafas de tipo excéntrico para tipos excéntricos.
El Elton John de cuando mucho antes de ser Sir molaba. El glam siempre le sentó bien.
Mark Mothersbaugh, el cantante de los benditos Devo. Las cosas son según el cristal con que se parodia, y de eso saben mucho estos adorables chalados de Ohio. En el altar de Gog.
Trevor Horn, productor y visionario (tal vez precisamente por sus gafas): su «Video Killed The Radio Star» con The Buggles retrató de alguna forma un futuro.
El piradete Lee Scracht Perry, venerable músico y productor jamaicano, padre del dub y los remixes, vuelve al tajo con otro disco. Anda estos días por tierras iberas dando conciertos y entrevistas:
Tengo 73 años, pero me siento como si tuviera 15. Ser un referente no significa nada para mí. Creo en el futuro pero pienso como un niño, como un chico, como un bebé...
Yo fumaba mucha ganja, mucha hierba, pero ya no fumo. Llevo una vida tranquila. Soy un rebelde tranquilo.
El infierno está en la Tierra, justo aquí. El gobierno controla el infierno y los políticos lo gobiernan. La policía y los soldados son parte del infierno. El infierno está aquí y el gobierno es la cabeza del infierno.
(Se hace inevitable recordar que The Clash hicieron una versión de «Police & Thieves» en su debut.)
En High Fidelity, el personaje que interpreta Joe Black plantea la duda razonable de si a un artista que ha sido genial se le deben perdonar o no los pecados que haya cometido posteriormente. Sin duda, a la reputación de The Police le pesa las andanzas postreras de Sting coqueteando con el lado más vacuo y superficial de la industria musical, músico para todos los públicos metido a salvamundos, y actor de entrevistos recursos dramáticos.
En Stormy Monday (Mike Figgis, 1988) Sting interpreta al dueño de un club de jazz. Cierto que lo del jazz siempre ha sido una pasión a la que se ha mantenido fiel. En esta peli, además, tiene una pequeña escena tocando un contrabajo:
En abril de 2003 Neko Case fue elegida la «chica más sexy del indie rock» a través de una encuesta on line de la revista Playboy.
Gog está bastante de acuerdo con el veredicto. Tanto, que hace constantes esfuerzos por que le gusten sus discos; como no lo consigue por más que los escuche, tiene que conformarse con imaginársela en un imposible supergrupo de rockeras americanas haciendo versiones de The Replacements.
Ese grupo que sólo existe en la imaginación calenturienta de Gog lo compondrían Neko Case (voz), Juliana Hatfield (guitarra; ex Lemonheads), Kelly Crisp (teclados; en los Rosebuds), Britta Phillips (bajo; ex Luna) y Linda Pitmon (batería; del grupo de Steve Wynn).
Fue fácil hacerse acérrimo seguidor de los escoceses Dogs Die In Hot Cars desde el primer momento. Aquel Please Describe Yourself (2004) estaba lleno de himnos. Y no se volvió a saber de ellos. Ahora, como el Guadiana, resurgen con un peculiar proyecto. Han grabado las demos de su próximo álbum, Pop Nonsense, y desde su web piden a sus seguidores que colaboren remezclando las pistas, retocando las letras, aportando diseños para la carátula…; a cambio se les dará un ep de regalo, aunque la idea primigenia era incluso repartir royalties con los colaboradores.
Sam Cooke cantaba con la misma elegancia con que vestía, había la misma seda en su voz y en sus camisas.
12 de enero de 1963. Saturday night en el Harlem Square Club de Miami. El presentador oficia de intermediario entre un público expectante y «the young man you’re waiting for: Mr. Soul, ¡Saaaaaaaam Cooke!».
Y uno lo escucha y se pasa twistin’ que twistin’ the day away.
Es muy sabido que el asesino de John Lennon llevaba El guardián entre el centeno en su chaqueta cuando apretó el gatillo. Aquello estuvo fatal.
La novela del huidizo J.D. Salinger ha inspirado a muchos. En el cine, su rastro puede verse en estas películas: El coleccionista (W. Wyler, 1965), en la que el frágil monstruo interpretado por Terence Stamp se desespera porque no la entiende y la adorable Samantha Edgar le toma por memo. (¡Qué peliculón!)
Aunque no se menciona directamente, en la muy grande Ópera prima (Trueba, 1980): en casa de un descacharrante y verborreico Óscar Ladoire hay colgado un cuadro, en realidad sólo el marco, y debajo una placa con el nombre del escritor, muy poco dado a fotos y a apariciones públicas.
Conspiración (1997), con un Mel Gibson haciendo de tarado que ve conspiraciones allá donde pisa. El personaje tiene que llevar encima siempre el libro o le entra la paranoia, así que la pobre Julia Roberts acaba hasta la coronilla del tipo.
The Good Girl (2002), en la que Jennifer Aniston sale (casi) despeinada y haciendo de cajera y se echa un novio fan de la novela, que además se llama Holden. (El libro está sobre la mesa del fotograma.)
A los bruselenses Ghinzu, con varios discos ya detrás, les ha salido ahora un trallazo por la escuadra con «Cold Love» (en Miror, mirror, 2009).
El tema está construido con algunos conceptos peligrosamente próximos a Muse, pero sin su wagnerianismo ni histerismo: guitarras pesadas, teclados saturados, decorativos arpegios de piano, la voz sostenida y con algo de falsete...
(Play loud, o sea, el cristiano 'escúchese a todo trapo'.)
La puesta en directo de «Cold Love» es esta. Y al parecer sobre el escenario se les puede ver hacer equilibrios así:
A Ghinzu también se les conoce por ser los compositores de la banda sonora de Irina Palm (2007), que protagoniza maravillosametne Marianne Faithfull haciendo de pajillera.