Seguimos leyendo libros, viendo películas, escuchando discos, etc., con la esperanza de que nos topemos con algo que haga saltar de nuevo los resortes de la emoción. Porque la vida es (o debería ser) la búsqueda permanente de algo que nos emocione una vez más. Cierto que con cada año que pasa va resultando más complicado que eso ocurra. Nos resabiamos, estamos más de vuelta de todo, portamos un bagaje mayor sobre los hombros que nos impide disfrutar como antes. Pero si perseveras, ese momento volverá a suceder; y lo más maravilloso de todo es que siempre acaecerá cuando menos lo esperes.
¿The Wild Poppies? ¿Quiénes son? Ah, quiénes eran. Una banda neozelandesa de la segunda mitad de los años ochenta a la que acaban de reeditar un álbum. La edición en vinilo tiene buena pinta: doble vinilo de color verde. A ver a qué suena esto… Ploc… Schrrr… ¡Atiza, qué bueno! ¡Ahí está! Desde el primer rasguido de guitarra, la atención se dispara, el estómago se contrae, algo en tu interior duele y da placer al mismo tiempo. Ha vuelto a acontecer. Cuando termina el disco —Heroine—, estás extasiado, felizmente relajado, profundamente emocionado y, no es ninguna exageración, tienes los ojos acuosos; es lo que tiene la emoción, que puede llegar a manifestarse de forma física.
Hay que escuchar y sentir este disco. Describir y adjetivar fastuosamente aquí el jangle pop de The Wild Poppies, sus melodías, sus guitarras, sus coros, no llegarán a transmitir esa sensación física tan gozosa. Es el síndrome de Stendhal ante algo tan hermoso y cautivador como Heroine. Un tema como «I Don’t Need You» te rompe por dentro y te salta las lágrimas; es la cima de toda una acumulación de canciones cálidas y sentidas: «Colourdrift» (qué juego de guitarras y qué acierto el de las voces introduciéndose por los resquicios que quedan), «Walkabout» (una guitarra distorsionada como un mugido lúgubre y otra de punteos prístinos), «This Person»…
Respecto a la edición, hay que aclarar que existen dos. Ambas parten de la colaboración entre el sello norteamericano Manufactured Recordings (subsidiaria de Captured Tracks) y la española Pretty Olivia, la promotora de la idea original de rescatarlo. Han respetado la portada original, añadiéndole un subtítulo —The Wild Poppies Complete Collection (1986-1989)—, encarte con fotografías de la época y un texto de Nick Taylor (guitarra) y han incluido un segundo disco que compila por vez primera el 7’’ Where Is Wellington? / Stare at the Sun (que no entró en el elepé), el EP Out of Time y demos posteriores, algunas inéditas hasta ahora. El segundo disco, lógicamente, no es tan intenso y perfecto como el anterior, no sólo porque no es una obra concebida en conjunto sino porque hubo un cambio estilístico determinante. Heroine es de 1987. Pronto se mudaron del Wellington kiwi al Oxford inglés, donde compartieron piso y experiencias con gente de Ride y Swervedriver, así que se deja notar la influencia del shoegaze a partir de entonces. El resultado final dos años más tarde podría resumirse con la fórmula “New Zeland meets Spacemen 3”. Es muy interesante, pero no tan perturbador como el álbum oficial.
Ambas ediciones se diferencian en que la americana la ha sacado en cedé y en vinilo negro, mientras que la española, sólo en vinilo y de color verde. Y es que ha llegado la primavera y todo brota y florece. Las amapolas, este año, más que nunca.