Salvador Dalí y Fernando Alfaro guardan en común esa querencia suya por vivir fuera del rebaño. Y que el manchego se fijara y de alguna manera se viera reflejado en el catalán resulta de lo más natural.
En el Museo Ludwig, en Colonia, puedes toparte con el impresionante “La estación de Perpignan” (1965) de Dalí. Es una obra llena de simbolismo, todo el que cabe en sus magnas dimensiones. La pared en la que cuelga se ve sobrecogida por el peso físico y metafísico. El visitante, abrumado, se sienta ante él para extasiarse y poder tomar un respiro ante la epifanía que lo contempla. Porque uno parece ser mirado por el cuadro y no al revés, como es costumbre:
Sobreimpresionado al fondo se ve la figura del Cristo crucificado con una corona de espinas. A los lados, más perfilados, hay personajes reconocibles del cuadro ”Angelus", de Jean-Francois Millet. En el centro, cómo no, la figura del propio Dalí, que con los brazos y las piernas extendidas parece estar en caída libre absorbido por la luz.
Este motivo central es el que nos lleva de vuelta a Fernado Alfaro, que lo retoma para la portada de La vida es extraña y rara (Marxophone, 2011), según la ilustración de Pedro Herraiz.
Además, el tema que lo abre, "Extintor de infiernos", contiene un buen número de referencias religiosas simbólicas y surrealistas (la identificación ángel/huevo) que probablemente hubieran sido del gusto del pintor: