Supongo que ganaría puntos de autenticidad diciendo que descubrí a los Go-Betweens en el 78, cuando desde su Australia natal dejaban para la posteridad aquella mítica “Lee Remick”, o en 1980, cuando nos decían que necesitaban dos cabezas desde el mítico sello Postcard. Incluso podría decir que llegué a ellos en el 83, con su primer (menor, como siempre) éxito, “Cattle and Cane”. O que enamoré a alguna Molly Ringwald local grabándole una cinta con “Bachelor kisses”… Pero no, todo eso vino después.
Lo cierto es que descubrí a los Go-Betweens con el que sería el último disco de la primera etapa del grupo, el sexto en su carrera, este 16 Lovers Lane (Beggars Banquet) de 1988.
Y lo hice como se hacían estas cosas en los 80: escuchando el single por la radio. El single era “Streets of Your Town”, claro, la canción que cambió mi vida.
Pero esto iba de portadas así que a ello voy.
Uno en los 80 seguía las siguientes fases: escucha de la canción en la radio, enamoramiento irrefrenable de la misma, carrera a la tienda de discos, dar el coñazo al tendero hasta que traía el disco (si tenía edición española, como era el caso, tenías suerte), pasar todos los días a ver el disco, olerlo, esconderlo detrás de discos infumables para que nadie lo viera, ahorrar y finalmente comprarlo. No voy ahora a reflexionar sobre el estado de las cosas, hoy con un click habría superado todas las fases anteriores, pero no sería más feliz.
Lo cierto es que la portada del disco me impactó, sí. Los cinco miembros de la banda por entonces (Grant, Robert, Amanda Brown, Lindy Morrison y John Willsteed) aparecían en diversas posiciones de la carpeta, separados, sin cruzarse las miradas, todo lo contrario a un grupo unido. No era fácil en aquel entonces tener información sobre tus grupos favoritos por lo que tardé años en saber los motivos. El grupo estaba a punto de romperse en mil pedazos, Grant acababa de romper con Amanda, Robert y Lindy también, los egos de Robert y Grant chocaban con frecuencia. Una explosión de sentimientos y talento que curiosamente les hizo dar lo mejor de sí mismos a nivel compositivo. Las canciones de un Grant siempre tocado por la varita mágica de la melodía perfecta encuentran en este disco la réplica inapelable de un Robert demostrando que él también sabía tocar el cielo del pop. La melancolía siempre presente, siempre a punto de romperte en mil pedazos, pero magistralmente llevada hasta el límite de la tristeza que una canción pop debe invocar, siempre equilibrados. Canciones que puedes cantar en la ducha o corear en un bar, pero con las que también puedes llorar.
La portada, curiosamente, la hizo el quinto en discordia, el bajista John Willsteed, que debía asistir como espectador privilegiado a unas escenas impagables de tensión e inspiración, plasmando todo ello en un diseño perfecto.
A los pocos meses se separaron dejándonos huérfanos de su magia hasta su vuelta años después, pero esa ya es otra historia, y tiene un final tan horrible que no me apetece ni recordar.
Como ellos mismos cantaban cerrando el disco: “Deep down I'm lonely, and I miss my friend”. Te echamos de menos Grant, amigo.
[Autor del texto: Javier Abad. Su Twitter. Lleva el sello discográfico Pretty Olivia Records]
[Autor del texto: Javier Abad. Su Twitter. Lleva el sello discográfico Pretty Olivia Records]
1 comentario:
Maravillosamente descrito todo eso que sentimos los que nos causa placer comprar discos.
E interensatísma la información que aportas sobre el grupo.
Muchísimas gracias por tu esfuerzo, Javi.
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