El caso es que siendo vinilómano 100% y adicto a la compra de discos, no es frecuente que compre un disco simplemente por que me guste su portada. En el 99% de los casos, los discos que compro son de grupos/canciones que me gustan o al menos conozco. Algunas veces se trata también de puro coleccionismo para completar discografías; en otras, por recomendaciones de amigos. Y sobre todo me encanta darle veinte vueltas a la carpeta buscando algún detalle que me impulse a comprarlo, bien sea por un sello que me guste, una primera referencia, una colaboración, una edición rara... pero creo que casi todos los discos que he comprado con bonita o llamativa portada los conocía de antemano.
Sin embargo, al igual que Federica Pulla, soy adicto a las cubetas polvorientas de todo a 1 € (o 100 pts. antiguamente). Ahí es raro encontrarse discos que reúnan buenas condiciones y además sean discos predilectos míos y entonces entra otra de mis “pasiones”: mi colección de discos petardos (o bizarros, si preferís). Todo empezó hace mucho tras alguna visita a La Metralleta, de esas en la que no pescas nada y te da por mirar lo más escondido y de saldo, pensando "hoy me llevo lo que sea, no me voy a casa con las manos vacías"; es cuando apareció ante mí un single de Los Hermanos Calatrava, no recuerdo ahora mismo cuál fue el primero que compré, pero fácilmente pudo ser el La, la, la o el Aleluya. El caso es que cada portada que veía me parecía más ridícula y a la vez desternillante con lo que me aficioné a comprar sus discos y a estas alturas creo que sólo me faltan 5 o 6 singles para tener todos. Ni que decir tiene que algunas de sus canciones son míticas ya que su filosofía de hacer versiones cómicas a veces daba con originales cojonudos que ya ellos se encargaban de destrozar, si acaso. No sólo su archifamosa «Space Oddity», sino otras maravillas como «O quizá simplemente te regale una rosa» de Leonardo Favio, «Honey» de Bobby Rusell, «Aleluya» de Aute, «El chico de la harmónica» de Micky, y tantas otras.
Hurgar entre basura me ayudó muchas veces a no irme a casa sin compra y siempre encontraba alguna portada patética que se venía conmigo, como las incalificables portadas de Emilio el Moro, Manolo Escobar (con mi favorita «Horóscopo» en gatefold sleeve), Los 3 Sudamericanos, Pablo Abraira, Las Trillizas o mi favorita e indescriptible del grupo mallorquín La Pera, compuesto por un combo que incluye tanos, afros, hippies, calós... Menudo circo.
Pero seamos serios, lo que mola es que te gusten las portadas de tus grupos favoritos, y cuando yo era adolescente uno de ellos eran The Pogues. Si ya flipaba con sus canciones, cuando descubrí sus portadas, sus historias y anécdotas (gracias sobre todo al libro de Ann Scanlon) flipé. Desde su primer LP Red Roses for me (1984) en el que Andrew Ranken figura “recortado” en una esquina ya que se fue de vacaciones antes de la sesión de fotos mientras el resto posan desafiantes tras el retrato de Kennedy, y la contraportada con Shane escayolado, James Fearnley liándose un porro con su botella de whisky en el bolsillo, Cait O'Riordan con su lata de cerveza y todos orgullosos estrenando abrigo. El segundo, Rum, Sodomy and the Lash (1985), tampoco tiene desperdicio (al igual que la contra), con todos los miembros del grupo incrustados en el cuadro «La balsa de la medusa» (Le Radeau de la Méduse) de Théodore Géricault. Luego vinieron la preciosa de If I Should Fall From Grace With God (1988), la curiosa de Peace and love (1989) con su boxeador de seis dedos, o la enigmática de Hell's Ditch (1990).
Pero probablemente mi favorita, ya que también junta su pasión por el fútbol, es su single «Jack Heroes» junto con The Dubliners en el que recrean el increíble recibimiento que recibió la selección de fútbol irlandesa tras llegar hasta cuartos de final en la Copa del Mundo de Italia 90, donde únicamente pudieron ser derrotados por los anfitriones por un mínimo 1-0.
Y ya si nos vamos a mis favoritos del indiepop no pueden faltar los cuatro vinilos de los fabulosos James Dean Driving Experience, que rinden homenaje a otras tantas musas del celuloide como son Audrey Hepburn, Claudia Cardinale, Rita Hayworth y Sofia Loren. Perfectas.
El mundo de las portadas de discos es una maravilla, independientemente de que luego te guste el vinilo o no, pero disfrutar de la carpeta en la mano, acercártela, darle la vuelta, ver los detalles, escudriñarla, olerla... es un placer que en mi caso supera al de disfrutar de cualquier otra obra de arte.
Autor del texto: Álex
Blog: 7iete Pulgadas
Twitter: @alexbummer
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