Por estrambótico que parezca, apenas hay un grado de separación entre Marlene Dietrich y el Bono de U2. Ese punto de intersección que les une en la historia se llamaba Konrad «Conny» Plank.
En puridad, es algo que pudo suceder pero que jamás llegó a consumarse, pues el productor e ingeniero de sonido alemán, que ya había trabajado en una grabación con Dietrich en los años cuarenta según se dice (no hay documentos que lo acrediten), se negó a producir un álbum de U2, cosa que sí aceptó después Brian Eno. La razón que esgrimió Plank fue escueta y tajante, e incluso podría afirmarse que resulta difícil encontrarla ambigua: «No puedo trabajar con ese sujeto», dicho esto en referencia al cantante de la banda. Y estamos hablando de alguien en cuyo currículo tenía haber puesto su mano mágica en discos como: Before and after Science (Brian Eno, 1978); Systems of Romance y Vienna (de Ultravox, 1978 y 1980); Die Kleinen und die Bösen, Alles Ist Gut y Gold und Liebe (la trilogía dorada de D.A.F., de 1980 a 1981); o Rita Mitsouko (el debut de Les Rita Mitsouko, 1984). Pero la lista se extiende prodigiosamente añadiendo por su mesa de mezclas los nombres de Devo, Echo & the Bunnymen, Einstürzende Neubauten, Ástor Piazzolla, The Damned, Nina Hagen…
La muy merecida fama se la había ganado, fundamentalmente, a lo largo de los años setenta. Por describirlo de una forma un tanto rimbombante, el krautrock no habría sido lo que fue sin Conny Plank. Podría decirse que fue el alma de aquel sonido motorik desde su estudio de Colonia, su espíritu y su máximo valedor. Alentó a los grupos para que experimentaran y les facilitó equipo y cacharrería para ello. Su buen quehacer profesional empezó a hacerse notorio cuando produjo los primeros discos de Kraftwerk; cuando dos de los integrantes del combo de Dusserldorf —Klaus Dinger y Michael Rother— partieron peras con Florian Scneider y compañía para fundar Neu!, Plank les produjo a estos también los tres primeros elepés. La imbricación entre el dúo y el productor resultó tan sólida que tiende a considerársele a Plank el tercer miembro de la banda (igual que los veinte quinto-Beatle que existieron, que estas son cosas que le gusta mucho decir a la crítica musical).
Con quien sí llego a formar parte oficial de un grupo (o algo parecido) fue con Holger Czukay, otrora fundador de Can. El proyecto se llamó Les Vampyrettes,
con el cual sólo dejaron una grabación homónima en forma de 12’’, con
un tema por cara: Biomutanten/Menetekel (Not On Label, 1980; reeditado
en 2013 por Grönland Records en 10'').
Les Vampyrettes es un 12’’ radical, no sólo por su experimentalismo feroz, sino porque el primer corte ocupa únicamente 2 cm del total del espacio disponible en la cara A. En ambos temas la voz está muy tratada y se suceden multitud de inesperados sonidos que no sabes de dónde vienen, como si estuvieras en medio de un bosque sonoro en lo más oscuro de una oscura noche.
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