Uno de los mayores pecados en las reseñas musicales es, como dejó escrito Boris Vian, liarse a describir a un músico comparándolo con otro u otros más o menos conocidos por el lector, pero al que puede que no le interese ni una nada. Dicho esto, que es máxima que intenta seguirse como un mandato en En Esta Quiero Humo, es imposible de toda imposibilidad escuchar el primer corte de Undone At 31 (Merge, 2019), el álbum de debut en solitario de Martin Frawley, sin que inmediatamente nos asalte la impresión de que ahí hay un deje demasiado evidente al Lou Reed de «Walking On The Wild Side». Pero pronto brota un teclado que nos engancha y nos eleva unos centímetros de felicidad del suelo.
El teclado. Los teclados. Incluso algunos sutiles sintes. Parece que es la nueva dirección musical emprendida por el que fuera uno de los fundadores de Twerps. Ya no se trata sólo de un ejercicio de guitarras jangle como la banda madre. Encima aquí la guitarra se somete, en algunos temas, a efectos que van más allá del jangle pop, por ejemplo a modo de ligeras distorsiones. Así que aquí está el nuevo Frawley terminada la fiesta de Twerps, tras la separación en todos los sentidos de la otra fundadora, Julia McFarlane. Él sigue viviendo en Melbourne; y le sigue acompañando Angus Lord, bajista del grupo. Los teclados del disco los comparten Stewart Bronaugh y el propio Frawley. La batería es cosa de Matthew Harkin.
El segundo corte del álbum, «End Of The Bar», es sin duda el más interesante. Lo conduce un piano que no deja de soltar riffs alocados y un intenso ostinato que casa con el tono chulesco, como amenazante, con que canta Frawley aquí. Todo ello predispone a pensar que se trata de un ajuste de cuentas; él sabrá con quién, aunque los demás nos hacemos una idea. Atendiendo a la letra, resulta casi imposible no pensar que los versos finales son una referencia a la canción de The Go-Betweens «Unkind and Unwise»:
I’m at he end of the bar
I am unkind
I am unwise
But I’m honest from the start
El resto de la docena de canciones tiene detalles por todas partes para comentar. El aire rockanrollesco de «What’s On Your Mind»; esa batería seca y exacta de «Chain Reaction»; el paisaje country pintado en «Lo And Behold»; o la preciosidad que es «Something About Me», erigida solamente con sintes y violín. Termina el álbum con dos piezas ralentizadas, delicadas, intimistas, de un tono algo más apagado, como si hubiese llegado el final del día y Frawley se hubiese retirado a su casa para mecerse en un abandono apaciguador.
En definitiva, Frawley nos deja un sonido más variado que con Twerps, abre otros ángulos y otras perspectivas, nuevos caminos musicales por los que, esperemos, nos deje acompañarle.
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