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La idea es ésta: todo ser vivo tiene una gran capacidad de reproducción —produce copias de sí mismo con leves variaciones—, pero en un mundo de recursos escasos sólo algunas copias sobreviven lo bastante como para reproducirse a su vez: aquéllas con unas variantes más ventajosas en ese entorno particular.
Si las condiciones del entorno se mantienen durante cientos de generaciones, las variantes ventajosas colonizarán toda la población. Visto desde fuera, la especie habrá evolucionado hacia una forma mejor adaptada a ese entorno. La operación continua de este proceso durante millones de años genera unos dispositivos biológicos exquisitamente adaptados a su entorno: como si un relojero los hubiera diseñado para funcionar allí. Esto es la selección natural, el mecanismo evolutivo descubierto por Darwin.
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Eso no puede ser, atajará alguien ipsofactamente; la información digital que contiene un cedé se trata de un sistema binario compuesto por 0 y 1, una codificación de bits invariable.
De acuerdo, ¿pero y si? ¿Y si al cabo de miles de millones de miles de millones de copias «Helter Skelter» va sufriendo imperceptibles variantes hasta acabar grabada al revés y su reverso entonces fuera la lectura de hoy?
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