El muy madrileño escritor Ramón Gómez de la Serna, Ramón para todo el mundo, como si todos lo hubieran tratado alguna vez en persona, nació en la calle Guillermo Roland n.º 7, antigua calle de las Rejas n.º 5 —algo bastante ilógico, pues lo suyo sería que hubiera nacido en la calle Gómez de la Serna—, a dos pasos del Senado y a otros dos, en dirección opuesta, de un clásico de la restauración donde ponen un cocido de chuparse los ramuñones.
Y una greguería de Gog en su honor:
Al nombre de Ramón parece que le falte algo, como si fuera la lagartija sin rabo de los nombres propios.
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