Igual que uno no espera que un día al sol le dé por salir por poniente, nada hacía presagiar o presuponer que Charlie Mysterio volvería alguna vez a publicar más canciones como Los Caramelos. El milagro acaba de suceder.
Se trata de cuatro temas incluidos en un 7’’ de radiante azul piscina. La edición —reducida a una tirada de 210 ejemplares— es la segunda referencia de Bobo Integral y ha pillado a todo el mundo con el paso cambiado. En cada cara, un tema instrumental y otro cantado, con el peculiar e inconfundible sonido de siempre al frente, como si no hubiera transcurrido una docena de años desde que se publicase su único disco, Los Caramelos 1988-199 (Spicnic, 2002), que ni siquiera era un álbum ad hoc, sino una recopilación de temas que tenía grabados de toda aquella época.
¿Son estos cuatro temas grabaciones nuevas o estamos ante otros tantos rescates que aguardaban en el fondo de un baúl? El misterio, como siempre con él, sigue intacto. La voz parece más grave, así que cabe suponer que han pasado los años. Además, en el primer corte, «Voyager 1» hay unos desconocidos jugueteos electrónicos, que se entremezclan con esa guitarra playera de Charlie Mysterio capaz de mecer hamacas y mover palmeras.
Por otra parte, los referentes culturales siguen ahí; si en la cara A se acuerda de la sonda espacial, en la B hace lo propio con la actriz y cantante Soledad Miranda, cuyo nombre sirve de título al otro instrumental, que está sostenido por unos punteos diáfanos y emocionantes mientras unas palmas les jalean.
Para cerrar el EP, otra de esas delicias pop atemporales tan suyas. «Índice corazón» desgrana en su letra algunas de esas características de las que está desprovisto un loser irredento. Y el oyente, como dice una línea del estribillo, también se siente desprovisto de la nitidez para entender fracasos.
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