Arcadia (en el original, Le couperet) es una coproducción franco-belga, con alguna pequeña escena rodada en Bélgica y con algún actor belga en el reparto (el chaval Geordy Monfils, por ejemplo); la dirigió Costa Gavras en 2005.
Todo esto es sólo una excusa para traer hasta aquí este peliculón. Planteada aparentemente como un thriller policiaco, con un asesino en serie que anda por ahí cargándose ingenieros químicos, esconde una abrumadora crítica social, una desoladora descripción de cómo afecta el desempleo y una feroz acometida contra la farsa económica que estamos soportando estos días.
El argumento merece la pena contarse: un alto ejecutivo de una empresa papelera (estupendo el actor hispano-francés José García) se queda sin trabajo por reajustes y ‘deslocalización’ (el eufemismo que emplean los de recursos humanos a modo de excusa es para morirse) de la compañía en la que lleva trabajando quince años. Han pasado más de doce meses y sigue sin puesto laboral al que reengancharse; para entonces la desesperación le reconcome y la relación con su mujer y sus hijos se va deteriorando por momentos. Así que traza un plan: quiere trabajar en la pujante empresa Arcadia, pero hay algún pequeño obstáculo que debe saltar, bueno, seis pequeños obstáculos: el puesto está ocupado ya, y en caso de que estuviera libre sabe de al menos cinco buenos candidatos con mejor currículum que el suyo. Habrá de matarlos a todos si pretende que el puesto sea suyo.
El hombre es un lobo para el hombre (no negaremos que esto ya ha sido dicho muy similarmente; no queremos ver a Gog acusado de plagio, que siempre hay alguien que lo descubre todo). Pero sobre todo el hombre es un lobo para el hombre cuando se ve acorralado. Y el chiringuito económico-financiero que tienen montado unos cuantos nos está acorralando demasiado.
Diga usted que sí, señor Gavras.
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