Minimalismo y plátanos.
Para el segundo álbum, esta pareja de Brighton, que debe el nombre al psiquiatra Prinzhorn, quien coleccionaba las piezas de arte de sus pacientes, sigue fiel a las gordas líneas de bajo y ritmo acacharrado, sin apenas variar un ápice sus postulados sobre el debut de hace cinco años. Y tal vez ese seguir fieles a sí mismos tanto tiempo después, con lo que ha cambiado ya la moda a lo largo de este lustro, es lo que les hace especiales. Clay Class (2012) se lo acaba de publicar DFA.
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