David Bowie, My Bloody Valentine, Daft Punk, tres inesperados regresos discográficos con un complejo, vasto y estruendoso ruido mediático a su alrededor. Con una puesta en escena mucho más modesta, sin tanto aparato, mucha menos literatura y, en comparación, pequeñísima atención, también este año han publicado álbum, un estupendo álbum, Orchestral Manoeuvres in the Dark otros veteranos con rango en plaza en su género, el synth pop.
Si los tres citados en primer lugar han vuelto —con menor fortuna de la aclamada popularmente, en opinión de Gog—, haciendo lo que saben hacer, Andy McCluskey y Paul Humphreys también han considerado que, a estas alturas, la verdad, para qué complicarse la existencia; como si hubieran cavilado: «Si somos OMD y vamos a volver, hagamos de OMD y hagámoslo bien».
Y han vuelto a la casilla de salida; se les podría situar con mayor exactitud entre Architecture & Morality (1981) y Dazzle Ships (1983). «Helen of Troy», de hecho, parece una nueva «Joan of Arc». Y si siempre les persiguió el sambenito de ser unos Kraftwerk más accesibles y humanizados, aquí, definitivamente, no parece importarles demasiado la comparación y el acercamiento al combo de electro de Düsseldorf es total. «Metroland» recuerda a «Neon Lights» o a «Europe Endless», y el inicio de «Kissing the Machine» es puro Kraftwerk, que para algo está compuesta a pachas con el mismérrimo Karl Bartos en persona. Son magníficas.
(En la versión del álbum se les ha ido un poco la mano con el minutaje.)
Por su parte, la voz de McCluskey continúa emocionando, sigue siendo ese latido lleno de épica y sentimiento que sobresale entre los sonidos pulsados y geométricos de los sintetizadores. En un par de temas, cede el micrófono a Claudia Brücken, la cantante de Propaganda, que también consigue aportar esa parte vívida de los temas de OMD.
Sin duda, English Electric (BMG, 2013) es un álbum que, pese a no contener un hit del tipo de sus clasicazos, no desmerece del pasado de la banda y que por su calidad debería llamar la atención de las generaciones más jóvenes. Si ya eras un degustador de OMD, «Night Cafe» te retrotraerá en el tiempo y volverás a ser feliz; si acabas de conocer a esta pareja de liverpoolianos, es posible que «Dresden» te parezca una cancionzaca.
2 comentarios:
Vaya, me voy corriendo al Spotify...
A&M fue uno de mis discos (o cassettes, mas bien) de iniciación. "Dazzle Ships" también me parece hoy un disco perfectamente recuperable. Y creo que mucho de lo que se ha dado en llamar indietronica es en cierto modo una revisión de todo aquello. Se renuevan los cacharritos pero la actitud y los resultados son muy similares.
En fin, gracias por el recado!!!
Encantado de saludarte, Fran. Espero que te guste. Pero, vamos, si ya eras un degustador de OMD seguro que este nuevo álbum no te defrauda.
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