Si hay algo detestable cuando te gastas el dinero en un disco es que este venga sin nada de información, o sea, el disco mondo y lirondo como si dijéramos. Es el caso de Milo Goes to Compton (Art Flag, 2012), de Colleen Green, aunque la discográfica —la misma que la de Dum Dum Girls, Best Coast o Bleached— al menos ha insertado un pequeño cómic y ha planchado el vinilo en color verde (“green”; seguro que lo pilláis, que me consta que sois unos lectores muy espabilados). La falta de créditos informativos tiene una justificación bastante evidente, pues se trata del típico disco Juan Palomo, o DIY para los puristas de la nomenclatura musical: ella se lo guisa y se lo come solita de principio a fin.
Está compuesto, tocado (guitarra, bajo y caja de ritmos fundamentalmente), producido e ilustrado (cómic y portada) por ella misma, si bien es cierto que lo de “compuesto” requeriría algo de información suplementaria. Que “I Wanna Be Degraded” parezca un título ramoniano no sólo es obvio, sino que además estamos ante una medio adaptación de “I Wanna Be Sedated”. Y, la verdad, debería figurar en alguna parte que "I Will Follow Him” es una versión de Little Peggy March, o que el tema inicial, "Good Good Things", ralentizado e intenso aquí, es original de los Descendents. Es más, el título del álbum remite directamente a los punks angelinos, que en 1982 publicaron su Milo Goes to College.
En cualquier caso, Green sabe imponer su personalidad en esas relecturas; aunque es la cara B la que contiene mayores logros. Se abre con "Always on My Mind", tan delicada que se puede escuchar el sonido de su mano izquierda deslizándose por el mástil de la guitarra. Y está también el single, Worship You, una pieza de pop lánguido convenientemente ensuciado.
Está a punto de salir su segundo álbum. En la última gira se ha hecho acompañar a la batería por Allie Hanlon, la batera de The White Wires, y que publica discos en solitario como Peach Kelly Pop.
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