Suele comentarse que la new wave nació cuando los punks aprendieron a tocar los instrumentos. Es obvio que tal afirmación resulta tremendamente reduccionista, pero al mismo tiempo tiene la virtud de condensar visualmente aquel movimiento musical de finales de los años setenta y principios de los ochenta de enorme repercusión crítica y comercial.
La explosión se produjo desde dos polos: Inglaterra y Estados Unidos, y la onda expansiva subsiguiente alcanzó rincones variopintos, hasta el punto de llegar a atravesar el telón de acero. De la parte de EEUU, surgieron Blondie, Talking Heads, The B-52’s, The Cars... por citar unos pocos muy significativos.
The Cars, en comparación con su país, donde llegaron a vender millones de discos, en España tuvieron menor reconocimiento que otras muchas bandas de la misma hornada. Encarnaban la parte más elegante y arty de la new wave. El sonido que desde el primer momento les hizo famosos ya estaba en su álbum de debut, el homónimo The Cars (Elektra, 1978): cierto toque mecánico asentado sobre la guitarra eléctrica de Elliot Easton, los sintetizadores de Greg Hawkes y las armonías vocales. Pocas veces un álbum se ha abierto con tres temas tan inspirados como «Good Times Roll», «My Best Friend’s Girl» y «Just What I Needed». La revista Rolling Stone lo tiene incluido en sus listas de los 100 mejores debuts y los 500 mejores elepés de la historia. Grupos afamados como The Smashing Pumpkins han versioneado algún tema de ese álbum. Otros, como Mylo o Attack Decay, los citan en sus composiciones como referencia capital.
También desde el primer instante se percibía el interés de The Cars por cuidar la imagen, sintética y conceptual, sobre todo en el cover art de sus álbumes. En su primer disco, la foto de la chica sonriente y feliz al volante de un coche transmitía la sensación de un tiempo dichoso, optimista y moderno. En los créditos se anotó que la foto la había captado Elliot Gilbert, pero no se daba el nombre de la modelo: Natalia Medvedeva.
Andando el tiempo, Medvedeva se convertiría en poeta, periodista y cantante de piano-bar y después del grupo de rock Tribunal. Rusa de nacimiento, se había mudado a Los Angeles con 17 años, donde comenzó a ganarse la vida como modelo, incluso para las páginas de Playboy. Cuatro años después de la foto de la portada de The Cars, conoció a Eduard Limonov, polémico novelista y líder del ilegalizado Partido Nacional Bolchevique, con quien terminaría casándose. La figura de Limonov se ha rescatado últimamente a través de la biografía novelada de Emmanuel Carrère. La de Medvedeva, aún no. Murió en Moscú a los 44 años de un ataque al corazón. Con toda seguridad, de ella no perdurará su carrera musical, pero aquella brillante instantánea, aquella sonrisa suya que iluminó el álbum de The Cars es imperecedera.
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