Todo álbum mítico suele ir acompañado de una a su vez mítica exterior con la que termina de adquirir una consideración de obra artística incontestable. Pensemos, por ejemplo, en Exile in Main Street, con esa huida de los Rolling Stones de su país cual forajidos y su refugio en Francia, el desparrame y las mil anécdotas que se sucedieron durante la grabación en la casona de Keith Richards donde convivían todos ellos, etc.
Es muy pronto aún para juzgarlo, pero al menos sí podría aventurarse ya que el álbum Klaus Dinger + Japandorf (Grönland, 2013), grabado por el legendario krautrocker y un combo de músicos japoneses asentados en Düsseldorf, podría ser considerado un hito musical andando el tiempo. Para empezar, cuenta con un punto extra: nunca habrá otro álbum de ellos juntos, este será el único que exista, como una brillante anomalía. Y es que se trata de un disco póstumo, y la muerte es una gran aliada de la gloria. Se grabó unos meses antes de que muriera Dinger. Incluso este no vio todas las pistas del disco concluidas. La parte vocal de la preciosa y delicada «Spacemelo», por ejemplo, se añadió después de su fallecimiento.
El origen de la historia que desembocó a la postre en la gestación del proyecto también tiene cierto sabor trascendental. En julio de 1998, Dinger, otrora percusionista durante breve tiempo de Kraftwerk, fundador de Neu!, La Düsseldorf (junto a su hermano Thomas) y La! Neu?, dio un concierto final con su última banda antes de deshacerla. A la finalización de aquel concierto, se le acercó el músico japonés Masaki Nakao, residente en Düsseldorf desde hacía tiempo. Un año más tarde, la amistad entre ambos había cuajado, habían colaborado juntos y Nakao le presentó entonces a otros músicos japoneses afincados en la ciudad. Décadas después, volvía a repetirse la historia, y el krautrock veía cómo la alianza entre músicos japoneses y alemanes cobraba vida de nuevo, como aquella legendaria del músico callejero Damo Suzuki y Can.
En cuanto a las canciones del álbum, publicadas por fin ahora pero grabadas en 2008 en creativas jam sessions, prácticamente todas tienen también una intrahistoria significativa. La brutalmente obsesiva «Cha Cha Cha 2008» es una versión del «Cha Cha Cha 2000» de La Düsseldorf; son doce minutos que se podrían escuchar doce veces seguidas al día durante doce meses. El primer single, «Immermannstraße», lleva el nombre de la calle donde Nakao le presentó a Dinger a Miki Yui y Kazuyuki Onouchi. «Udon», como la sopa japonesa de noodles, que se la preparaba Nakao a Dinger. Y el corte final, «Andreaskirche», es una grabación de las campanas de la iglesia de Düsseldorf de mismo nombre.
En lo estrictamente musical, la batería funcionando como un metrónomo y la guitarra rítmica repitiendo estructuras sin cesar en continuo crescendo. O sea, el ritmo motorik a todo trapo, especialmente en esa apisonadora sónica que es «Sketch Nº 4». Sólo «Kittlebach Symphony», sobre un suave piano, y la mencionada «Spacemelo» ponen la calma entre esta gozosa tormenta de krautrock.
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