La palabra atmósfera, aplicada a las composiciones musicales como sinónimo de «ambiente», puede hacer torcer el gesto a más de uno, porque es sabido que a veces ese término está intentando conferir autoridad a lo que no es más que el eufemismo de «sopor» o «ladrillo». No es el caso.
La vocalista Rebekah Wood y el multiinstrumentista John Ridgard se conocieron en Lemington, localidad a orillas del lago Erie que mira a Cleveland frente por frente. Conforman el evocador y atmosférico dúo Coves. No sabemos si se debe a que la zona de los Grandes Lagos del norte de Estados Unidos son gélidos y de enorme evaporación, pero lo cierto es que los temas que construyen evocan algo de aquel paisajismo entre imperturbable y nebuloso. Ello se debe sobre todo a la lánguida, impávida y glamurosa voz de Wood. Por su parte, Ridgard se revela como un talentoso instrumentista —el dominio sobre las seis cuerdas es muy evidente— y aún mejor compositor, o casi habría que decir arquitecto musical, pues consigue con aparente sencillez la complicada tarea de amalgamar psicodelia, spagueti-western, garaje rock y art pop sin resultar pedante o aburrido; no hay nada en sus composiciones que no tenga sentido o no aporte un matiz especial, hace que los temas fluyan y se nos impregnen como una fina y persistente lluvia.
La vocalista Rebekah Wood y el multiinstrumentista John Ridgard se conocieron en Lemington, localidad a orillas del lago Erie que mira a Cleveland frente por frente. Conforman el evocador y atmosférico dúo Coves. No sabemos si se debe a que la zona de los Grandes Lagos del norte de Estados Unidos son gélidos y de enorme evaporación, pero lo cierto es que los temas que construyen evocan algo de aquel paisajismo entre imperturbable y nebuloso. Ello se debe sobre todo a la lánguida, impávida y glamurosa voz de Wood. Por su parte, Ridgard se revela como un talentoso instrumentista —el dominio sobre las seis cuerdas es muy evidente— y aún mejor compositor, o casi habría que decir arquitecto musical, pues consigue con aparente sencillez la complicada tarea de amalgamar psicodelia, spagueti-western, garaje rock y art pop sin resultar pedante o aburrido; no hay nada en sus composiciones que no tenga sentido o no aporte un matiz especial, hace que los temas fluyan y se nos impregnen como una fina y persistente lluvia.
Soft Friday (Nettwerk, 2014) es su álbum de debut.
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