Pues que se ha muerto Bernardo Bonezzi, a los 48 años. Y a Gog, que lleva tatuados al completo en alguna parte de su interior Extraños juegos (1980) y La muralla china (1981), se le ha puesto una nube espesa en el ánimo. Precisamente este verano, y permitid, por favor, que Gog os cuente una anécdota personal, camino de la muralla china —sí, the real one— sonó el móvil del conductor del autobús, que por supuesto atendió mientras seguía conduciendo. El ringtone del chino era el «Moonlight Shadow» de Mike Oldfield (o como se escriba eso), pero de repente a Gog le vino la melodía de «La muralla china» a la cabeza. Y con ella, la imagen de la portada del álbum, con Tessa y su vestido minifaldero de color rosa, inolvidable mito erótico de la época.
No se va extender aquí Gog con la vida y milagros de Bonezzi. De hecho, debe reconocer que de su obra sólo le interesa ese par de discos y que apenas siguió sus andaduras musicales como compositor de bandas sonoras o sus postreros proyectos en solitario. Tampoco se espere aquí el vídeo de «Groenlandia», que estará por doquier estos días. Además, si hay un tema de Bonezzi que a Gog le turbó siempre es la oscura e inquietante Extraños juegos:
Los niños juegan
a extraños juegos,
curiosos mundos
en sus extraños juegos.
Y recogen mirto,
y recogen comino,
y atan a uno de ellos
a un sauce.
De su vida, sí llama la atención que formara la banda con trece años. La precocidad genial suele llevar consigo un fallecimiento prematuro. Desgraciadamente, se ha muerto Bernardo Bonezzi. Nos queda, al menos, que los Zombies nunca mueren. O quizá ahora se convierta en un zombi.
Los niños juegan
a extraños juegos,
curiosos mundos
en sus extraños juegos.
Y recogen mirto,
y recogen comino,
y atan a uno de ellos
a un sauce.
De su vida, sí llama la atención que formara la banda con trece años. La precocidad genial suele llevar consigo un fallecimiento prematuro. Desgraciadamente, se ha muerto Bernardo Bonezzi. Nos queda, al menos, que los Zombies nunca mueren. O quizá ahora se convierta en un zombi.