Marina Gómez Carruthers, cantante de Klaus & Kinski, lo vino avisando, velada y misteriosamente, durante las últimas semanas: «El viernes 7 tocamos en Madrid y es posible que no nos volváis a ver en mucho mucho tiempo». Aun así, sonó como un tiro en la sala cuando anoche dijo sobre el escenario del Moby Dick que lo deja, que de momento no quiere seguir en el mundo de la música.
Dio sus razones. Puede que sus seguidores más entusiastas merezcan conocer esos motivos, aunque en realidad sería muy libre de irse sin dar explicaciones a nadie. A Gog no le importa la justificación que haya detrás; hay una decisión personal tomada y ya está. Le apena que se acabe la aventura de los murcianos, eso sin duda; Klaus & Kinski es una banda que le ha hecho pasar muy buenos, estupendos ratos, ha sido uno de esos grupos por los que desde el primer momento sientes afinidad, crees en su calidad y los apoyas incondicionalmente. No puede ser una casualidad que la primera entrada que se escribió en este blog estuviera dedicada a ellos, hace ya cinco años.
Es de imaginar —y, sobre todo, de esperar— que Alejandro Martínez, uno de los mayores talentos musicales que hay en este solar hispano tan abandonado, seguirá componiendo e interpretando canciones.
Por el momento, lamentablemente, se cumplió su profecía:
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