Por uno de esos azares azorosos que suelen sobrevenir de vez en cuando, Gog se ha topado este año con dos textos —extraños, inquietantes, personalísimos— con un mismo leitmotiv: la relación erótico-obsesiva de sus protagonistas con unas muñecas.
El primero, escrito por el uruguayo Felisberto Hernández, fue el relato «Las Hortensias». Resulta desasosegante y perturbador leer cómo Horacio, el personaje principal, da instrucciones precisas a un fabricante de muñecas para convertirlas en «mujeres».
El otro, del gran Ramón Gómez de la Serna, es un capítulo de la novela El incongruente (Blackie Books, 2010). Ramón era un maravilloso escritor aunque no un excelente novelista. Era un fraseólogo, todo lo tapizaba con frases ingeniosísimas y llenaba las páginas de greguerías, que eran como grafitis literarios pintados en las hojas blancas de un libro. En El incongruente se encadenan las andanzas sentimentales de un soltero empedernido, Gustavo, una especie de don Juan surrealista. Una de estas aventuras transcurre en un pueblo habitado por una sola persona y multitud de muñecas de cera; Gustavo se enamora de una las muñecas y está a punto de casarse con ella.
El primero, escrito por el uruguayo Felisberto Hernández, fue el relato «Las Hortensias». Resulta desasosegante y perturbador leer cómo Horacio, el personaje principal, da instrucciones precisas a un fabricante de muñecas para convertirlas en «mujeres».
El otro, del gran Ramón Gómez de la Serna, es un capítulo de la novela El incongruente (Blackie Books, 2010). Ramón era un maravilloso escritor aunque no un excelente novelista. Era un fraseólogo, todo lo tapizaba con frases ingeniosísimas y llenaba las páginas de greguerías, que eran como grafitis literarios pintados en las hojas blancas de un libro. En El incongruente se encadenan las andanzas sentimentales de un soltero empedernido, Gustavo, una especie de don Juan surrealista. Una de estas aventuras transcurre en un pueblo habitado por una sola persona y multitud de muñecas de cera; Gustavo se enamora de una las muñecas y está a punto de casarse con ella.
Y ayer, para terminar de cerrar este círculo casuístico o casualístico y decidirse Gog a convocar aquí el asunto, le aparecieron reordenando cajas viejas casetes grabadas por él en lo que debió de ser otra vida. En una de ellas estaba «Muñeca hinchable» de la Orquesta Mondragón, lo cual le llevó a Gog a meditar un rato sobre que este no es un tema demasiado tratado en la música.
En el cine sí ha sido un tema mucho más utilizado. Por quedarnos con una de aquí aunque esté grabada en París: la increíble, oscura y terrorífica Tamaño natural (1983), de García Berlanga.
En el cine sí ha sido un tema mucho más utilizado. Por quedarnos con una de aquí aunque esté grabada en París: la increíble, oscura y terrorífica Tamaño natural (1983), de García Berlanga.
En Aterriza como puedas, al asunto se le dio un giro más: un muñeco hinchable.
3 comentarios:
A mí me dan taaaaaaan mal rollo...
A mí me da mal rollo, más que la muñeca en sí, la enfermiza relación que establecen esos hombres que las ven como mujeres. En cualquier caso, no leas entonces esos dos textos.
"Sin en cambio", te veo muerta de risa con Aterriza como puedas.
Genial post.
https://lovegames.es/
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