Cincuenta pares de ojos es la cifra que cierto personaje de Virginia Woolf estima necesaria para poder examinar todos los aspectos que conforman la personalidad de alguien, en definitiva, para poder conocer de verdad a otra persona. Y esa es la mirada que la autora desparramó por To the Lighthouse ('Al faro', 1927).
Esa novela es un vals de monólogos interiores, el fluir de las conciencias; y la pluma de la autora, una batuta que va posándose en ellas. Woolf describe lo que no pasa, lo que se piensa y se siente y no se ve, el ruido interno que nadie más salvo uno mismo puede oír y rara vez dejamos escuchar a los demás.
Luego, en el plano artístico, Virginia Woolf se aventuró más allá, al pretender que esas descripciones se refirieran a un mismo tiempo, porque las cosas no transcurren de una en una, como naturalmente sabemos, sino a la vez. Así que, paradoja pura, al procurar plasmar ese acontecer simultáneo, hizo que su literatura, de latido tan vanguardista, fuera en el fondo un intento desesperado de realismo literario.
En 2009 se subastó el trozo de costa de Cornualles que inspiró la obra.
Pulp: «My Lighthouse»
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