Cuando uno le promete a un amigo que hará algo que le ha pedido, nunca sabe uno cuándo va a encontrar el tiempo necesario, entre tantos de esos compromisos inútiles que se tienen de adulto, para cumplir con la promesa hecha. Y hete aquí que un cúmulo de circunstancias inesperadas me van a permitir hoy poder cumplir el adquirido con nuestro querido Gog, debido a una dura noche en la que combato a un enemigo muy conocido por él, pero muy desacostumbrado para mí: el insomnio. Bien es cierto que se trata de algo concreto (puntual que dicen los petulantes galicistas), y que, además, se trata de una espera insomne ilusionante, ante la avidez por recibir una llamada desde el otro lado del Atlántico que te indique que tu hermana ha traído a tu primer sobrino al mundo. La espera del anuncio de la vida me mantiene, pues, en inusitada vigilia. En un intento por vencerla, me he puesto a leer noticias de un periódico, con la esperanza de que la sarta de mentiras y gilipolleces acostumbrada acabase por depositar a Morfeo en mis despejadas sienes. Ahí me he topado con otra noticia, esta vez no de vida, sino de muerte: la de Gary Moore. Obviamente, la chispa ha saltado a mi memoria: yo me compré un disco suyo por su portada, y una portada que satisfará doblemente a Gog, pues servirá al tiempo para darle lustre a la etiqueta bloguera de "Discos con portada de discos."
Still Got The Blues representa el momento más interesante de la carrera de Gary Moore. En 1990 decidió cortarse las melenas jevilongas (matar al padre, que diría Gog) y volver a los orígenes tanto de sus inicios musicales como (mal que les pese a sus más descerebrados seguidores) al mismo lugar de nacimiento de la música idolatrada por su antaño tropela de groupies metálicos: el blues. El tiro le salió por la culata: los jevilongos, cual Chonis aficionadas del Liverpool (cabreadas porque su Niñio se ha ido con la Chelsi), pasaron a renegar de él, mientras que los estirados señoritingos serios del blues (que ya eran gafapastas sin saberlo) lo consideraron un aprovechado más. Bueno, es debatible, supongo. Pero lo que es irrefutable es que Still Got The Blues es un discazo de los que deberían haber marcado una época, y que fue tristemente engullido entre estos dimes y diretes. Y no lo merece: desde la impecable "Moving On" inicial hasta los más famosos cortes, como el homónimo título del álbum hasta el brutal y feroz "Walking by my side", es imposible escucharlo sin emocionarse, con el aditamento de tener la mejor versión (os reto a que me encontréis una mejor) del inigualable "Midnight Blues", en la que el propio Moore, casi como advertencia, nos sacude antes del riff final con un exquisito "Excuse me". Es decir: perdonadme todos, pero voy a hacer lo que me salga del horcate con mi música, os pongáis como os pongáis.
A mí me bastó la portada para comprármelo. Y es que no tiene desperdicio. Ese niño pera británico, peinado sin saberlo como Justin Bieber, que se nos presenta enganchado a la sempiterna Gibson Les Paul (aunque yo siempre fui más de Fender, la elegante Telecaster en concreto, que es la del Boss), mientras que trata de hacer lo que yo mismo, y centenares de críos pera idénticos, tratábamos de hacer en nuestras habitaciones: imitar el guitarreo de nuestros ídolos. Porque sí, vale que teníamos pósteres de tías en tetas en nuestra guarida, como las de la portada del disco. Pero nos importaba mucho más Hendrix (la portada es de The Ultimate Experience), y, sobre todo, hubiéramos vendido nuestro alma al diablo por saber tocar la guitarra como él. O por aproximarnos un poco a cualquier ritmo de otro de los discos que, entre alguno de Fleetwood Mac (donde tocaba el ídolo de Moore, Peter Greenwood) cuyo título ahora no recuerdo, se atisba en la habitación: el no menos espectacular disco de los Bluesbreakers de John Mayall, con Mano Lenta todavía en la formación antes de comenzar su cremoso proyecto con Bruce y a Baker... con quienes Moore (llamados así, BBM) grabaría en 1994 otro disco delicioso, el Around the Next Dream... En fin, mejor lo dejo: se trata de dormirme yo, no de dormíos al resto.
Por si acaso alguien albergaba dudas para comprarlo al ver la portada, más razones en la contraportada: el propio Moore, esta vez en foto a color, en otra habitación, con la misma guitarra y pose que el niño pera británico, tratando de conseguir los acordes de un blues. Cuántas tardes enteras en la habitación del piso mostoleño de mis padres, tratando de hacer exactamente lo mismo...
Si todavía no lo has escuchado, hazte un favor a ti mismo, deja de hacer el moñas en spotify y póntelo. Lo vas a disfrutar. Vaya mi cariñoso recuerdo por ti, tío Gary, sobre todo en memoria de aquel conciertazo en el Fillmore de San Francisco hace unos cinco o seis años, cuando nada haría presagiar el triste desenlace. Y mi mejor bienvenida a ti, sobrinillo. Mira que si me sale guitarrero...
[Autor del texto: Viceflai]
1 comentario:
Vicefai, te quedo doblemente agradecido. En primer lugar por la generosidad del texto. Y después porque, efectivametne, me viene pintiparado para etiquetarlo como disco con portada con discos.
El otro día, cuando leí la noticia de su muerte, pensé en el disco, pero no me acordaba exactamente de la portada. Lo tengo en cedé, que yace sepultado en alguna de esas cajas apiladas que me miran como si me preguntaran cuando leches voy a tomar alguna determinación práctica con ellas. Así que puse para enterrarlo otro suyo muy potente que sí tenía a mano y que grabó en compañía de otros guitarreros bajo el nombre de Scars.
Me ha hecho mucha gracia que te acuerdes de lo de perdonar o querer matar al padre. En este caso, según la teoría, si se cortó el pelo, es que por fin lo perdonó.
Muchas gracias de nuevo.
Ah, y ojalá te salga guitarrero el sobrino.
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