Javier Corcobado, o simplemente Corcobado, es un existencialista. Siempre lo ha sido. Desde sus inicios en los años ochenta con Mar Otra Vez, Demonios Tus Ojos, los Chatarreros de Sangre y Cielo y luego después en solitario, no ha dejado de plasmar esa poética suya desesperada y desgarrada, llena de entrañas y tormentas, o de tormentas en las entrañas, o de tormenta de entrañas. Intenso que es uno.
Un faro también es algo muy existencialista: es la individualidad frente al mundo, expuesta y responsable de sus actos. En Editor de sueños (Dro-East West, 2006) Corcobado recurrió al dibujo de un faro para el diseño de la carátula. Es uno de sus álbumes más completos, muy rico en lo musical y, como no podía ser de otra forma, plagado de textos atormentados marca de la casa:
No quisiera morir aunque haya sido invitado,
prefiero seguir aquí, en este mundo inventado.
Qué valiente es la vida, y qué cobarde soy yo,
que por no asesinar me estoy matando yo.
—Filosófico estás.
—Es que he escuchado a Corcobado.
Un faro también es algo muy existencialista: es la individualidad frente al mundo, expuesta y responsable de sus actos. En Editor de sueños (Dro-East West, 2006) Corcobado recurrió al dibujo de un faro para el diseño de la carátula. Es uno de sus álbumes más completos, muy rico en lo musical y, como no podía ser de otra forma, plagado de textos atormentados marca de la casa:
No quisiera morir aunque haya sido invitado,
prefiero seguir aquí, en este mundo inventado.
Qué valiente es la vida, y qué cobarde soy yo,
que por no asesinar me estoy matando yo.
—Filosófico estás.
—Es que he escuchado a Corcobado.