jueves, 29 de octubre de 2015

La cara oculta #17 // El arte de la versión #101: The Moog Cookbook


El casco es ese complemento que, más allá de a motoristas y pilotos varios, tan útil resulta a encausados que no quieren ser fotografiados a su entrada en los juzgados y a músicos que quieren mantener el anonimato. Ya sé que el nombre de Daft Punk os ha venido a la mente de inmediato. The Moog Cookbook fue otro dúo que también se cubrió las cabezas con estos yelmos modernos. 

Meco Eno y Uli Nomi fueron los seudónimos con que se bautizaron para ocultar asimismo su verdadera identidad, algo que no consiguieron del todo. Se llamaban Brian Kehew y Roger Manning y eran dos fanáticos de los sintetizadores analógicos. La idea con de The Moog Cookbook era hacer a la vez un tributo y una parodia de las grabaciones que se realizaron con moog a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta. Para ello recurrieron a material de rock clásico y alternativo, que versionearon sólo de forma instrumental; eso sí, se autoimpusieron utilizar exclusivamente sintes analógicos, principalmente moog, claro. En los créditos del primero de los dos álbumes que publicaron estamparon un aviso claro: “No MIDI”. 

Cuando se crearon estos sintetizadores modulares en 1963, su sonido estaba desligado de toda cultura o tradición musical. Los gorjeos y sonidos intermitentes que producían no eran una extensión de ninguna tradición anterior. Al aplicarlos The Moog Cookbook sobre piezas archiconocidas compuestas en una época posterior al nacimiento de estos sintetizadores modulares, consiguieron una curiosa secuencia temporal: les confirieron un toque futurista con instrumentos del pasado, es decir, desplazaron lejos el contexto de esas canciones. Una especie de regreso al futuro. 

Todo este lío del tiempo se enmadeja aún más teniendo en cuenta que los discos de The Moog Cookbook son de mediados de los años noventa, era digital: The Moog Cookbook (Restless, 1995) y Ye Olde Space Bande (Restless, 1997). Es casi delirante el repertorio de versiones sintetizadas que llevaron a cabo. En el primero, por ejemplo, REM, Neil Young, Weezer, Nirvana, Tom Petty, Lenny Kravitz… Y en el segundo: David Bowie, Led Zeppelin, Van Halen, Eagles, Ted Nugent, Kiss… y en el que echaron una mano Wayne Kramer y Mark Mothersbaugh.






Poco más. Volvieron a unirse para grabar una pista para la película Moog (2004) y después recopilaron material sobrante de las sesiones anteriores en el disco Bartell (2006). No hay visos de que volvamos a ver los cascos del par de lunáticos de The Moog Cookbook. 

Por cierto, a ver si localizo un ejemplar del libro de cocina en el que se inspiraron para ponerse nombre: Moog's Musical Eatery (1978), de Shirleigh Moog, primera esposa del inventor de estos cacharros sonoros, Robert Moog.

domingo, 25 de octubre de 2015

Ellas llevan el ritmo #70: Nikki Eskola, de Teenage Moods

Dicen que la hipertensión arterial es el asesino silencioso de las enfermedades. Mina la salud y la socava sin que aparentemente parezca suceder algo extraordinario. De igual forma, sin aspavientos, sin ruido, sin pretenciosidad, y además con criterio y un gusto exquisito, el sello discográfico Tenorio Cotobade está infiltrándose en nuestro interior y empastándose en él tan subrepticiamente que amenaza con matarnos de un disgusto si algún día dejara de existir. ¿Exagerado? Es más que probable, por supuesto, pero de lo que tampoco hay duda es de que en su corta trayectoria el sello nos ha descubierto ya un puñado de bandas alucinantes: Zebra Hunt, Community Radio y Ginnels. Ahora nos trae a unos Teenage Moods de los que nada sabíamos por estos lares. 

Los de Minneapolis tenían un par de discos publicados (Mood Ring, 2011; Grow, 2013), en los que predominaba cierta psicodelia que dejaron en parte de lado para escorarse en su tercer trabajo hacia un pop de guitarras más burbujeante y energético. Este se editó en casete con el título de Rosebuds (No Problem Records, 2014). Tenorio Cotobade acaba de publicar cinco de aquellos ocho cortes, en un 12’’ titulado para la ocasión como Select Buds (2015). 

Hay ahí encerrada toda una fiesta, la que monta este cuarteto haciendo bailotear a las guitarras de Gordon Byrd y Kyle Sobczak alrededor de una batería vivaz, tocada por Nikki Eskola. Al excitante ritmo que crean juntos —súmese el bajo de Jilian— se le unen unas melodías llenas de felicidad que te envuelven y no te sueltan. Y por detenernos en algún detalle más concreto, destacan el irresistible toque new wave de «Groovy Regina» o el bajo ralentizado que sostiene a «Rosebuds». 

Lo malo es que en cuanto uno quiere darse cuenta ha terminado el disco. Sabe a poco, te deja con ganas de más, así que ojalá haya en el futuro un trabajo más extenso de estos Teenage Moods, y que se publique en el que hoy por hoy nos parece el sello discográfico más interesante del país para referencias internacionales. 

viernes, 16 de octubre de 2015

Gastan gafas #74 // ...Y ellos se juntan #95: Die Katapult


El alemán es un idioma marcial. Por eso casa tan bien con los ritmos sintéticos e industriales y los bucles sonoros. Que el krautrock naciera en Alemania no es casualidad. Si a esa marcialidad le añades melodía, el resultado de ese ayuntamiento suele ser infalible. 

Die Katapult lo practican. De hecho, Die katapult es un ayuntamiento en sí mismo. Se trata del dúo hispano-sueco formado por Elena Comas (voz y bajo) y Anna Fredriksson (voz, vocoder y teclados). La primera proviene de las filas de Neleonard y Gudar; la segunda, de ese combo inclasificable llamado Los Ganglios. Juntas han sacado un reconstituyente minielepé de 8 temas titulado Kristall Reinheit (Elefant, 2015), sin duda una luminosa muestra musical como hacía tiempo no deslumbraba a Gog. Han conseguido moldear ese punto entre cuadriculado y castrense con un pop electrónico vivo e irónico. Porque aunque ambas canten en la lengua de Nietzsche, podemos entrever en su letras retranca a raudales. No puede ser de otra forma si vemos que “Schweinsteiger” está dedicada al hoy centrocampista del Manchester United pero otrora en el Bayern de Münich de Guardiola, que "Deutsche TV” trata del comandante McLane, o sea, el protagonista de la serie alemana de los años sesenta Patrulla Espacial, que “Euromillionen”… bueno, sólo el título ya es una oda a la sorna. Y sumémosle que en "Braun" samplean la música de los créditos de la serie "Dinastía". 


No se entiende muy bien que la discográfica haya incluido este disco en ese fondo de saco que es su colección New Adventures in Pop, donde parece caber de todo bajo un criterio un tanto desparramado. Kristall Reinheit hubiera merecido entidad propia. La edición de 500 ejemplares numerados es en vinilo blanco de 10''.

sábado, 10 de octubre de 2015

Sales en mi canción #91

Mike Scott lleva publicando discos desde 1983 bajo el nombre de The Waterboys. Al tercer intento consiguió uno de esos temas que acaban convirtiéndose en legendarios. Así que han pasado tres décadas desde aquel The Whole of the Moon y ahí sigue Scott componiendo y grabando de forma bastante regular. 

Modern Blues (Harlequin & Clown, 2015), su reciente retoño, es un álbum adulto, con lo bueno y lo malo que eso implica; o sea, el poso del buen hacer y la sabiduría de quien conoce el oficio permanece inalterado, pero por lo mismo el impecable sonido nos remite a una época pretérita algo manida y encorsetada. El vino de Rioja está bien, pero hoy día se hacen caldos más vigorosos e interesantes en muchas otras partes. 

Los mejores sorbos de Modern Dance los saboreamos en el órgano que tapiza «Destinies Entwined» y «Rosalind», en el sentimiento con que interpreta «The Girl Slept For Scotland» y, sobre todo, en la preciosa «I Can See Elvis», que suena como un Robyn Hitchcock pletórico. La letra es una mirada retrospectiva a través de la figura de Elvis Presley

I can see Elvis 
Skinny like he was back in '57 
(…) 
With Hendrix, Dean and Marley
(…) 
Keith Moon behind him banging drums 
Charlie Parker all thumbs 
John Lennon doing handstands 
(…) 
Showing Crazy Horse and Marvin Gaye 

domingo, 4 de octubre de 2015

...Y ellos se juntan #94: FFS

Mejor solo que mal acompañado. A la mierda colaborar con otros. Yo me lo guiso, yo me lo como. Ni Mozart, ni Warhol ni Frank Lloyd Wright necesitaron de nadie para crear. Y FFS están convencidos de ello según afirman en «Collaborations Don’t Work». 

Lo curioso es que FFS es la inesperada y aparentemente esperpéntica colaboración entre Franz Ferdinand y Sparks, el joven cuarteto británico y el dúo angelino surgido en la década de los setenta. Y funciona; muy bien, además. Será que un chute de sangre joven hipervitamina o que de sangre vieja da un poso de equilibrada madurez. Tocar en una banda ya es una cuestión colaborativa; la huella de cada uno de los miembros aporta algo que hace que el resultado final sea diferente a lo que haría cada uno por separado. La historia de la música está plagada de ejemplos en los que un miembro se independiza y no obtiene ni de lejos el éxito de la banda madre. Lo bueno de las alianzas musicales es que a menudo conducen a lugares a los que no se habría llegado de otra forma. A las dos partes de FFS les ha sentado de maravilla a ambos retroalimentarse, y esa especie de vodevil pop de Sparks se ve potenciado y reconvertido con la base musculosa y rítmica de Franz Ferdinand.

El fruto ha sido un álbum sin más título que las tres letras iniciales (Domino, 2015). La autoría de los 16 temas —en la edición en vinilo doble; en cedé hay una edición con 12 cortes— se reparte por igual según consta en los créditos, pero escuchando atentamente lo que cuentan las letras se percibe más en estas la mano de Sparks, con sus personajes estrafalarios y las referencias irónicas a elementos de la cultura popular moderna: «Johnny Desilusional», «Dictator’s Son», «Police Encounters», «Piss off»… Para las huestes de Kapranos habrá sido toda una experiencia codearse con ese aire libérrimo y libertino de los hermanos Mael. Tanto las voces de Russell Mael como la Alex Kapranos encajan como si el tiempo simplemente hubiera estado esperando a que se encontraran.Por último, hacía tiempo que no se veía una secuenciación de los temas tan acertada.