Dadle a un japonés tiempo y clonará el mundo. Tal es la capacidad de mímesis que desarrollan en aquel país para reproducir modelos, para imitar algo hasta la identificación más absoluta. Lillies and Remains —sí, como la canción de Bauhaus— llevan desde 2006 reproduciendo con tiralíneas los esquemas del post punk y new wave. El quinto y hasta la fecha último álbum, Romanticism (Fifty One Records, 2014), continúa esa senda. Y encima los de Kyoto lo han llenado de ritmos embriagadores, contagiosos, de suma felicidad. Para no parar de bailar o de cantar a grito pelado en un karaoke.
Gog se siente estafado y está furioso, sobre todo consigo mismo por la cara de bobo que se le ha quedado después de haber pasado unos días oyendo, tarareando, bailoteando y recomendando la canción que abre el nuevo álbum de Young Galaxy
cuando resulta que, como ha recordado alguien, la Yellow Magic Orchestra en 1983 hacía esto
Si fuera una versión, tendría un pase, pero es que los canadienses nos la quieren colar como original. Cuando se lo pregunten, seguro que lo llamarán tributo.
Cuando a Owen Ashworth sus padres le regalaron por Navidad aquel teclado de juguete, nunca pensaron que años después continuaría metido en su cuarto dándole a los cachivaches con teclas y grabando canciones. Por si sus intenciones no estuvieran del todo claras para alguien, bautizó su primer proyecto musical como Casiotone for the Painfully Alone. Ahora lo ha cambiado por Advance Base, tal vez porque ha cambiado de casa, pero el concepto sigue siendo básicamente el mismo: baladas de perdedor, cantadas como con desgana y musicadas con pianos eléctricos, autoharp, omnichord y viejas cajas de ritmo.
En el vídeo para el tema que abre A Shut-In's Prayer (2012), el protagonista es él mismo, pero sin gafas e interpretado por un entrañable monstruo azul, una tierna bestezuela que añora a la bella diosa de la que está obsesivo-compulsivamente prendado. Se martiriza viendo proyecciones de ella, hace pedazos sus fotos metiéndolas en una batidora, compone música en casa pensando en su amada y por fin sale a la calle para intentar recuperarla.
Sweet Apple, banda norteamericana de rock peludo, no tiene mayor propuesta para la portada de su álbum (TeePee Records, 2010) que fusilar la célebre de Roxy Music. Lástima que además no hayan hecho lo mismo con la música. Pero lo más sorprendente es que en un proyecto musical tan plano esté metido J Mascis.
Ya hace unos años Robots In Disguise hicieron lo propio con su maxi Boys (Recall, 2002), pero dándole un giro al asunto:
The postal Service fue una feliz anomalía cuyo éxito pilló desprevenido incluso a los propios involucrados, Gibbard (la voz de Death Cab For Cutie) y Tamborello (el alma electrónica de Dntel).
Desde aquel Give Up (2003) y su posterior gira mundial de presentación, sólo han llegado rumores dubitativos, cual margaritas, de su reagrupación familiar —ahora sí, ahora no—, y mucha gente los echa de menos.
Incluso hay quien ha decidido que si The Postal Service no viene a nosotros, vayamos nosotros a The Postal Service. Como el joven Adam Young y su Owl City, desde la recóndita Owatonna (recóndito es una palabra erudita para designar el culo del mundo, en este caso en Minnesota), probablemente un fan irredento, que ha decidido disfrazarse musicalmente como sus ídolos.
Temas como «Hello Seatle» es posible que estén más allá de la mera influencia y más próximos a la consecuencia de aplicar papel calco. Eso sin tener en cuenta que mencionar Seatle, siendo como es la base de The Postal Service, no es que sea un guiño, sino un cerrar total de párpados.
Owl City: «Hello Seatle»
The Postal Service: «Such Great Heighs»
En fin, todos aquellos que les pique en la nostalgia acordándose del Servicio Postal, pueden rascarse con el entretenido Ocean Eyes (2009).
Las modas son hijas de la pólvora: corren a la misma velocidad. Y a una idea que llama la atención, se la fusila enseguida sin pudor. Este año les ha dado a varios grupos por despelotarse en la calle mientras los traseúntes pasean alrededor.
Lo empezaron Matt & Kim en Nueva York:
Continuaron Make The Girl Dance desde París:
Y el asunto ha llegado a la Gran Vía madrileña a través de Cycle:
Por cierto, la China Patino anda muy acalorada este verano; hace un par de semanas ya enseñó las lolas en el Interviu. (Veremos si permiten que estos vídeos sigan en los blogs. Conviene verlos pronto por si acaso los volaran.)
Ahora que se lleva tanto emular el sonido de The Jesus & Mary Chain (daría para hacer una tesis doctoral con este sesudo asunto), no está de más recordar que ya la banda de Crissie Hynde los fusiló en su día: el riff con que se arranca el tema «Popstar» [a] de The Pretenders, grabado en 1999, es talmente el que recorre el «UV ray» [b] de los hermanos Reid grabado diez años antes.