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sábado, 26 de julio de 2014

Cosas de hermanos #62 // Como decíamos ayer #25: Close Lobsters

La recopilación que la revista New Musical Express y el sello Rough Trade comprimieron en un cassette en 1986 tiene más de mítica que de verdadero valor artísitico; es más un regodeo y una fruición para historiadores del pop. La selección era irregular y, curiosamente, en bastantes casos el sonido era mucho más duro que el sonido con que el posteriormente se asoció la etiqueta C86, es decir, un twee pop blandito, de guitarras melodiosas y un ligero toque naíf. Los originales del C86 eran hijos musicales de bandas provenientes del punk y del post-punk (v.g., Television Personalities), sobre todo las escocesas (Orange Juice, Aztec Camera, Josef K…), que sí tienen un merecido podio en la historia. De aquellos 22 grupos emergentes del indie británico —un hype en toda regla de cuando el indie era indie—, ¿cuántos perduraron con auténtico peso específico? No nos engañemos, el asunto se reduce a poco más que The Wedding Present y Primal Scream. La mayor parte de aquellas bandas yacen el olvido más absoluto, en muchos casos con justicia. ¿Quién se acuerda de, por ejemplo, Bog-Shed o A Witness más allá de haber sido una referencia de aquella selección? En un terreno intermedio quedaron un par de bandas; no han llegado nunca al escalafón más alto pero siempre han estado presentes de alguna manera y, en su medida, han llegado a influir en grupos posteriores: The Pastels y Close Lobsters


De Escocia también eran los hermanos Burnett (vocalista y bajista), que junto al batería Stewart McFayden y los guitarristas Tom Donelly y Graeme Wilmington no acababan de decidirse por un nombre para el grupo. Andaban indecisos entre The Close y The Lobsters, así que… Un año después de aparecer en el C86 con «Firestation Towers» publicaron su debut en largo —Foxheads Stalk This Land (1987, Fire)—, un magnífico manual de jangle pop brillante y lleno de chispa. Todo aquello únicamente sirvió para grabar otro álbum dos años más tarde y dejar para la posteridad un puñado de singles, un par de EP y algún recopilatorio posterior. En 2012 el quinteto se reunió para volver a tocar juntos a ver qué se sentía y empezaron a dar algunos conciertos; este año nos han sorprendido publicando, de momento, un 7’’ apoteósico, de título Kunstwerk in Spacetime EP (Shelflife, 2014). Lo de llamarlo EP quizá se deba a que con la compra del single «Now Time/New York City in Space» te regalan en versión digital dos remixes de la cara A (que como buenos remixes apenas aportan nada). Como el propio sello se encarga de publicitar, es la primera grabación original de Close Lobsters desde 1989. Para ello han puesto mimo y gusto al editarlo —vinilo de 70 gr de precioso color burdeos y con funda interior —, todo lo cual serviría de poco si el contenido no mereciera verdaderamente la pena. 

¿Y qué tienen de especial estos temas? Pues es sencillísimo de resumir: «Now Time» debería constar al final del año en cualquiera de esas listas al uso que elabora mucha gente cuando llega el mes de diciembre. El tema comienza con un punteo reposado de guitarra, entra la batería al poco tiempo en crescendo y cuando lo hace la voz es directamente para tararear el estribillo, un nananananana antológico que se te pega más que el velcro.
 

En la cara B, otro corte para enmarcar. En una línea algo más americana, tanto en sonido como en temática (citan al legendario antro CBGB's), al igual que la fotografía de la portada, obra de Joe Foley

sábado, 23 de noviembre de 2013

Artes gráficas #6 // Portadas #118: Surrealismo

En la exposición temporal El Surrealismo y el sueño que ha abierto el Museo Thyssen, abundan, como no podía ser de otra forma, una amplia y variada gama de cuadros, de autores muy conocidos (Magritte, Miró, Dalí…) a otros tal vez menos transitados por el gran público (por ejemplo, la siempre sorprendente Remedios Varo, Delvaux, Óscar Domínguez…), si bien la muestra también incluye esculturas, fotografías y audiovisuales surrealistas, desde cortometrajes como El perro andaluz o de Max Ernst a fragmentos de la película Recuerda, de Alfred Hitchcock, para la cual el mismísimo Salvador Dalí realizó los decorados de las escenas más oníricas.


De la obra pictórica de Dalí hay colgados dos de los bocetos que realizó para Recuerda y siete lienzos, entre ellos "Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar". La visión de ese pez que sale de la fruta y del que a su vez sale un tigre, trae a la memoria la portada del álbum de otro surrealista como era el Captain Beefheart. No es casualidad que, además, en Trout Mask Replica (Reprise, 1969) haya un tema titulado Dali's Car. Y por seguir con las asociaciones, algo bastante surrealista por otra parte, ese álbum es el favorito de todos los tiempos de David Lynch, otro muy evidente surrealista; asimismo, ese tema mencionado sirvió para bautizar la banda que formó Peter Murphy una vez disuelto Bauhaus

Diseño y fotografía: C. Shenkel

Sigamos un poco el rastro de la influencia del Surrealismo en la historia de la música pop –entendida esta en su sentido más amplio– a través de las portadas de los álbumes. 

Podría apostarse casi con total seguridad que en la década de los años 50 no hay ni una sola portada que presente una imagen surrealista; y si la hubiera, sería una minusculérrima excepción. Es la época en que comenzaba a desarrollarse el concepto de álbum. Las ilustraciones solían ser fotografías de los artistas y el diseño gráfico no tenía demasiada complicación. Hay que tener en cuenta que el vehículo de expresión y consumo principal entonces era el single. El álbum, al comienzo, era básicamente una recopilación de los éxitos de los artistas. Fue más adelante cuando se vio en ese formato las posibilidades comerciales que tenía.

Tampoco en la primera mitad de la siguiente década se hallan muchos ejemplos. Sólo a partir de 1967, con el advenimiento de las sustancias alucinógenas y la psicodelia, comienzan a aparecer motivos surrealistas en las cubiertas de los discos. 

Diseño: Ed Trasher (1968)

Diseño: Phillip Travers (1968)

 Diseño: Bob Cato (1968)

Fotografía: Roland Diehl (1968)

Diseño: Milton Glaser // Pintura: Bob Dylan (1968)

La década de los años 70 fue, sin duda, la etapa gloriosa del Surrealismo en las portadas discográficas. El álbum pasa a ser, definitivamente, un producto integral y las portadas se llenan de composiciones artísticas. Mucho tuvo que ver en la eclosión del Surrealismo los diseños de Hipgnosis, responsable de algunas de las cubiertas más legendarias de la época. Solamente con los trabajos gráficos de este estudio londinense podría hacerse una exposición surrealista. La mítica de los álbumes de Pink Floyd debe mucho a Thorgerson y Powell, los fundadores de Hipgnosis en 1968 [en este enlace pueden verse todos sus trabajos]. Recordemos, por ejemplo, aquel cerdo volando sobre una fábrica en Animals (Capitol, 1977) o el hombre ardiendo estrechando la mano a otro tranquilamente en Wish You Were Here (EMI, 1975). Después, todas aquellas bandas de rock progresivo introdujeron el Surrealismo en sus portadas. Los discos de Yes, Camel, Genesis… En líneas generales, podría afirmarse que el Surrealismo formó parte del ambiente de la época en la industria musical en lo que hace a las artes gráficas durante la década de los 70. Seleccionar sólo un puñado representativo es harto complicado. 

 Diseño y fotografía: Jim Franklin (1970)
 
Pintura: M.C. Escher (1970)

Diseño: Bruce Steinberg (1973)

Diseño y fotografía: John Lennon (1973)

 Idea: Janson, Eding, Clapper // Ilustración: Arthur Wood (1973) 

 Diseño: Hipgnosis (1977)


 Diseño e ilustración: Hugh Syme y Bob King (1978)
  
Hacia finales de los años 70 se va calmando la fiebre surrealista. El excesivo uso de imágenes oníricas recargadas conduce a unas cubiertas de composición algo más sencilla, con predominio de un esteticismo refinado, y poco a poco se van volviendo más sobrias. En los años 80 cambió el concepto artístico para las ilustraciones de las portadas. El cuidado plástico de las cubiertas se mantiene, el dibujo sustituye en gran parte a la fotografía, pero los ejemplos de Surrealismo son muy escasos en comparación con la década anterior, a excepción del heavy metal (portadas de Def Leppard, Rainbow, Megadeth, etc.), que en su afán por epatar desarrolló unos diseños a cual más, más... en fin, a cual más. En géneros musicales como el punk, la new wave, el synth pop o el pop y el rock de estirpe indie apenas se percibe; Robyn Hitchcock sí es uno de sus frecuentadores.

Diseño: Alan Schmidt & Pat Carroll // Ilustración: Chris Moore (1981)

Diseño: Hugh Syme (1982)

 Diseño: Lumel Whiteman Studio // Ilustración: Stan Watts (1983)

Diseño: Michael Hodgson // Ilustración: Jim Warren (1983)

Diseño: Andy Dog (1986)
 
Dibujo: Robyn Hitchcock  (1989)

La misma escasez de producción surrealista continuó en general durante los años 90. En la actualidad, con el renacimiento del vinilo, un formato con más prestaciones para el desarrollo de las artes plásticas, la huella del Surrealismo sigue presente, aunque ni mucho menos con la fuerza de antaño. Hay bandas eminentemente surrealistas en sus propuestas estéticas, como The Flaming Lips y los siempre excesivos Of Montreal, o la psicodelia, como The Warlocks, y en general el rastro del Surrealismo parece extenderse levemente. 

Diseño: CLUST.TM (2003)

Diseño: Soap Design Co. (2005)

Diseño: David Barnes (2005)

Diseño: J. Schmidt (2008)

Diseño: Poccuo // Ilustración: Elzie Sexton (2008)

Cuadro de Terry Rowlett "Through the Garden" (de 2003; álbum de Vic Chesnutt y Elf Power, de 2008)

Diseño: George Salisbury (2009)

Diseño: Mike Sportes (2011)

 Diseño: Tim DeLaughter (2013)

Y en lo que se refiere a la industria fonográfica española actual, se percibe, en cambio, un mayor interés por los planteamientos surrealistas. Es muy sabido que el arte español, tradicionalmente y exceptuando determinados periodos artísticos más vanguardistas y determinados autores muy personales, ha tenido siempre muy hundidas sus raíces, sea el campo artístico que fuere, en el Realismo. Y si no hay muchos ejemplos que sacar a la luz echando la vista atrás —de nuevo habría que acudir a una banda de conceptos surrealistas, como El Niño Gusano—, podría decirse que hoy día el Surrealismo tiene más cabida que nunca en las portadas españolas.

Diseño: Óscar Sanmartín y Jesús Saiz (1996)

 

Diseño: Víctor Gomollón (2004)

 
Diseño: Paco Fuentes (2005)

Diseño: Alcázar y Núñez (2007)

Ilustración: Gonzalo Rueda (2009)

Diseño: Artica (2009)


 
Collage: Carlos Ballesteros (2012)


En resumen, podría concluirse que, si bien la evolución de la producción de portadas con motivos surrealistas a lo largo de la historia tiene forma de campana de Gaus, hoy día, quizá debido en parte a la vuelta del formato grande del vinilo, que permite un mayor desarrollo plástico, la influencia del Surrealismo sigue vigente e incluso llega a detectarse un cierto incremento.

[Son todas las que están pero no están todas las que son. Tenemos anotadas muchísimas más, aunque cualquier aportación que se haga al tema para completarlo será bienvenida.]

sábado, 16 de noviembre de 2013

Discos con portada con discos #63: Double Exposure, de Kelley Stoltz


Las portadas de los álbumes de Kelley Stoltz siempre han estado muy cuidadas. La mayor parte de ellas, además, son composiciones fotográficas con un alto nivel artístico. Que haya recurrido, pues, a un término fotográfico para titular este su séptimo trabajo parece lógico. Lo curioso es que esa expresión, «double exposure», es lo que se veía en la portada del álbum anterior, To Dreamers, y no en este, en el que la composición que lo ilustra más bien parece un sueño: la toma de abajo arriba de una modelo con aperos de amazona armando un arco y una flecha dentro de la habitación de una casa, más concretamente en un salón que tiene una obra de arte colgada de la pared, unos grandes bafles y un pequeño mueble para el equipo de música y unos cuantos libros y discos. 
 
En el contexto que rodea a Double Exposure (Third Man Records, 2013) hay varias cuestiones que conviene destacar. Stoltz ha dejado Sub Pop, ni más ni menos, y ha fichado por la discográfica de Jack White. Y parece que se haya quitado un peso de encima, se le nota liberado, porque da la impresión de que ha desatado todas sus ideas y las ha plasmado en lo que tal vez sea su álbum más fructífero, revelador y personal. Además, ha convertido su garaje en un estudio de grabación —al que ha llamado Electric Duck Studio—, y no sólo para uso personal, sino que ya han pasado por allí Sonny & the Sunsets, The Mantles, Tim Cohen y The Sandwitches. A tenor de lo que cuenta, el estudio es algo más que cuatro paredes y un sistema de grabación; para su álbum ha metido allí «sintetizadores vintage, 17 guitarras, procesadores de ecos, mellotrones, tocadiscos de los cincuenta, una máquina de cinta utilizada por The Residents y un amplificador utilizado por James Williamson, de The Stooges», entre otras cosas. 


El resultado es un pop libérrimo, inteligente, con psicodelia, rasgueos dinámicos de guitarra, melodías, pianos felices… Los nueve minutos de la magnífica «Inside My Head» condensa todo ello; de coraza aparentemente experimental pero alma vacilona, pop. Otros momentos afortunados son, por ejemplo, el tema que también sirve de título para el álbum, una pieza construida por reverbs y rasgueos contundentes de guitarra con diferentes cuerdas; «Are You My Love», célere y marchosa; o «Down By The Sea», con el martilleo de un piano acompañando a la voz de Stoltz, que canta acordándose de los miembros de Fleetwood Mac

She was the girl from a young man's dream,
A little bit Stevie [Nicks], little bit Christine [McVie] 
She never cared about Peter Green.



sábado, 28 de septiembre de 2013

La bella y la bestia [enésima versión] #13: Natalia Medvedeva

Suele comentarse que la new wave nació cuando los punks aprendieron a tocar los instrumentos. Es obvio que tal afirmación resulta tremendamente reduccionista, pero al mismo tiempo tiene la virtud de condensar visualmente aquel movimiento musical de finales de los años setenta y principios de los ochenta de enorme repercusión crítica y comercial. La explosión se produjo desde dos polos: Inglaterra y Estados Unidos, y la onda expansiva subsiguiente alcanzó rincones variopintos, hasta el punto de llegar a atravesar el telón de acero. De la parte de EEUU, surgieron Blondie, Talking Heads, The B-52’s, The Cars... por citar unos pocos muy significativos. 


The Cars, en comparación con su país, donde llegaron a vender millones de discos, en España tuvieron menor reconocimiento que otras muchas bandas de la misma hornada. Encarnaban la parte más elegante y arty de la new wave. El sonido que desde el primer momento les hizo famosos ya estaba en su álbum de debut, el homónimo The Cars (Elektra, 1978): cierto toque mecánico asentado sobre la guitarra eléctrica de Elliot Easton, los sintetizadores de Greg Hawkes y las armonías vocales. Pocas veces un álbum se ha abierto con tres temas tan inspirados como «Good Times Roll», «My Best Friend’s Girl» y «Just What I Needed». La revista Rolling Stone lo tiene incluido en sus listas de los 100 mejores debuts y los 500 mejores elepés de la historia. Grupos afamados como The Smashing Pumpkins han versioneado algún tema de ese álbum. Otros, como Mylo o Attack Decay, los citan en sus composiciones como referencia capital.

También desde el primer instante se percibía el interés de The Cars por cuidar la imagen, sintética y conceptual, sobre todo en el cover art de sus álbumes. En su primer disco, la foto de la chica sonriente y feliz al volante de un coche transmitía la sensación de un tiempo dichoso, optimista y moderno. En los créditos se anotó que la foto la había captado Elliot Gilbert, pero no se daba el nombre de la modelo: Natalia Medvedeva


Andando el tiempo, Medvedeva se convertiría en poeta, periodista y cantante de piano-bar y después del grupo de rock Tribunal. Rusa de nacimiento, se había mudado a Los Angeles con 17 años, donde comenzó a ganarse la vida como modelo, incluso para las páginas de Playboy. Cuatro años después de la foto de la portada de The Cars, conoció a Eduard Limonov, polémico novelista y líder del ilegalizado Partido Nacional Bolchevique, con quien terminaría casándose. La figura de Limonov se ha rescatado últimamente a través de la biografía novelada de Emmanuel Carrère. La de Medvedeva, aún no. Murió en Moscú a los 44 años de un ataque al corazón. Con toda seguridad, de ella no perdurará su carrera musical, pero aquella brillante instantánea, aquella sonrisa suya que iluminó el álbum de The Cars es imperecedera. 

 
(Foto bajada de Internet.)

sábado, 15 de junio de 2013

Artes gráficas #5

En la fascinante historia de la imbricación que se dio en Rusia entre vanguardias artísticas, futurismo poético y revolución soviética, narrada por Juan Bonilla en Prohibido entrar sin pantalones (Seix Barral, 2013), la figura del poeta Vladimir Maiakovski surge inmensa y deslumbrante como un sol junto a la de su amante Lily Brik, musa de cuanto artista importante revoloteó en aquella época. El fotógrafo Alexander Rodchenko, por ejemplo, la retrató en 1924 de esta guisa:


Que se utilizó poco después para un póster soviet:



La banda Franz Ferdinand, de querencia estética por la historia ya desde el nombre, ilustró la portada de su segundo álbum basándose en esos trabajos:


domingo, 24 de abril de 2011

Fotografía #4: Jacques Henri Lartigue

Googlear el nombre de 'lartigue' y pinchar en Imágenes es introducirse en un mundo pasado lleno de felicidad, de gente en movimiento (saltan, brincan, corren), de automóviles y veloces cachivaches, de playas cuando en las playas sólo veraneaban los privilegiados…

Este francés feliz retrató el inicio de la modernidad y rompió con la fotografía estática. Considerado uno de los grandes fotógrafos —llegó a decorar las paredes del MoMA—, es toda una sorpresa ver ahora de cerca todo este mundo suyo en la fundación CaixaForum, donde se muestran cerca de 250 imágenes, una veintena de fotos estereoscópicas o tridimensionales (absolutamente maravillosas), algunas de sus cámaras, de sus álbumes y de sus diarios, en los que plasmó durante setenta años el tiempo que hacía cada día. Probablemente siempre le hizo sol.