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domingo, 16 de septiembre de 2018

Las nuevas aventuras del llanero solitario #52 // La cara oculta #19: Jonathan Bree

Jonathan Bree aparece con la cara totalemente cubierta en la portada de su nuevo álbum en solitario, Strewalking (Lil' Chief Records, 2018), y en los videoclips que lo acompañan. La máscaras no tienen orificios por los que ver o respirar, aunque los personajes fuman y cantan. Parece una perturbadora fiesta de maniquíes.



Pero conocemos muy bien el rostro de Bree. Como polifacético de manual que es, en realidad lo suyo son las caras y sus ángulos. Empezó su andadura musical hace dos décadas junto a Heather Mansfield en The Brunettes. Creó la discográfica Lil' Chief Records para dar salida a los trabajos del dúo (aunque el penúltimo de sus cinco discos se publicó en Sub Pop). En su propio sello, con base en Auckland, han salido delicias como la de The Icypoles. Además, produce asiduamente trabajos para otros artistas (el de Princess Chelsea fue uno de  los más notorios).

En Strewalking se muestra con voz profunda y un cantar demorado, como un crooner a cámara lenta. El disco se regodea en un ambiente espectral, inquietante. El tiempo carece de importancia porque todo parece deshabitado o inanimado. Los dos primeros temas podrían estar sonando en una noria abandonada, que gira y gira sin que nadie la atienda. "You're So Cool", el tema que les sigue, es la canción de amor de un fantasma. Y así sucesivamente. Sin embargo, en esta atmósfera exánime hay algo hipnótico que nos mantiene a la escucha.

sábado, 26 de marzo de 2016

Cameos musicales #61 // La cara oculta #18: Nash the Slash

Roadkill, la fascinante roadmovie de Bruce McDonald, la serie B en todo su esplendor. Con una fotografía espléndida y con encuadres e imágenes espectaculares, el esfuerzo de la realización sirvió para conseguir el premio a la mejor película del festival de Toronto en 1989. Al parecer, McDonald, cuando recogió el galardón, tuvo la ocurrencia de decir que se gastaría los 25 mil dólares del premio en una pelota de hachís. 

La historia de Roadkill (del propio McDonald) es tan absurda como descacharrante; y los personajes parecen salidos de las familias más desectructuradas del planeta Tierra. La sinopsis viene a ser algo así: Ramona —interpretada por Valerie Buhagiar—trabaja en una promotora musical; la envían a buscar a los miembros de la banda de rock Children of Paradise, que han desaparecido y tienen que presentarse en varios conciertos que tiene firmados. Como ella no sabe conducir, tiene que tomar el tren y el autobús y finalmente acaba haciendo autostop y aprendiendo a conducir. En su camino a través de Canadá, conoce a los más extraños de personajes... Entre las historias que se van sucediendo, hay tiempo para ver alguna actuación en directo. Concretamente la de Nash the Slash, que supuestamente hace telonero de los ficticios Children of Paradise, interpretando su propia composición "We Will Be The Leaders". 


Jeff Plewman —como constaba en su carnet de identidad— también era canadiense, y, como podrá comprobarse en breve, sus excentricidades a la fuerza habían de avenirse con el también excéntrico McDonald. Como Nash the Slash siempre aparecía en escena con la cabeza cubierta de vendas, gafas negras y tocado con algún tipo de sombrero, ya fuera chistera, bonete o casco de obrero. No sólo era un notable multiinstrumentista (violín, chelo, etc.), sino que todo lo pasaba por el filtro de la experimentación y de la electrónica. Uno de sus proyectos más osados fue el mini-álbum Descomposing, que se puede escuchar a cualquier velocidad (33, 45 e incluso 78 rpm). Aparte de la curiosidad técnica en sí, el resultado es más que interesante


Además de intervenir en otras bandas (FM, por ejemplo) y de colaborar con diferentes artistas, como Gary Numan, mantuvo un vínculo constante con el mundo del cine, componiendo bandas sonoras —e él se debe la de Roadkill— o interpretando la música de películas mudas en salas de cine, a la vieja usanza. Y podría decirse que fue un pionero en llevar música en directo a espectáculos audiovisuales relacionados con el mundo del arte, como hizo en una exposición del pintor Robert Vanderhorst


Como curiosidad final, en Roadkill tiene una pequeña escena Johnny Ramone, del que no pueden alabarse sus dotes escénicas ni siquiera interpretándose a sí mismo: 


(Gracias a @srlansky por su ayuda con los vídeos.)

jueves, 29 de octubre de 2015

La cara oculta #17 // El arte de la versión #101: The Moog Cookbook


El casco es ese complemento que, más allá de a motoristas y pilotos varios, tan útil resulta a encausados que no quieren ser fotografiados a su entrada en los juzgados y a músicos que quieren mantener el anonimato. Ya sé que el nombre de Daft Punk os ha venido a la mente de inmediato. The Moog Cookbook fue otro dúo que también se cubrió las cabezas con estos yelmos modernos. 

Meco Eno y Uli Nomi fueron los seudónimos con que se bautizaron para ocultar asimismo su verdadera identidad, algo que no consiguieron del todo. Se llamaban Brian Kehew y Roger Manning y eran dos fanáticos de los sintetizadores analógicos. La idea con de The Moog Cookbook era hacer a la vez un tributo y una parodia de las grabaciones que se realizaron con moog a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta. Para ello recurrieron a material de rock clásico y alternativo, que versionearon sólo de forma instrumental; eso sí, se autoimpusieron utilizar exclusivamente sintes analógicos, principalmente moog, claro. En los créditos del primero de los dos álbumes que publicaron estamparon un aviso claro: “No MIDI”. 

Cuando se crearon estos sintetizadores modulares en 1963, su sonido estaba desligado de toda cultura o tradición musical. Los gorjeos y sonidos intermitentes que producían no eran una extensión de ninguna tradición anterior. Al aplicarlos The Moog Cookbook sobre piezas archiconocidas compuestas en una época posterior al nacimiento de estos sintetizadores modulares, consiguieron una curiosa secuencia temporal: les confirieron un toque futurista con instrumentos del pasado, es decir, desplazaron lejos el contexto de esas canciones. Una especie de regreso al futuro. 

Todo este lío del tiempo se enmadeja aún más teniendo en cuenta que los discos de The Moog Cookbook son de mediados de los años noventa, era digital: The Moog Cookbook (Restless, 1995) y Ye Olde Space Bande (Restless, 1997). Es casi delirante el repertorio de versiones sintetizadas que llevaron a cabo. En el primero, por ejemplo, REM, Neil Young, Weezer, Nirvana, Tom Petty, Lenny Kravitz… Y en el segundo: David Bowie, Led Zeppelin, Van Halen, Eagles, Ted Nugent, Kiss… y en el que echaron una mano Wayne Kramer y Mark Mothersbaugh.






Poco más. Volvieron a unirse para grabar una pista para la película Moog (2004) y después recopilaron material sobrante de las sesiones anteriores en el disco Bartell (2006). No hay visos de que volvamos a ver los cascos del par de lunáticos de The Moog Cookbook. 

Por cierto, a ver si localizo un ejemplar del libro de cocina en el que se inspiraron para ponerse nombre: Moog's Musical Eatery (1978), de Shirleigh Moog, primera esposa del inventor de estos cacharros sonoros, Robert Moog.

miércoles, 18 de marzo de 2015

La cara oculta #16: Los Straitjackets


Los Straijackets son uno de esos combos fieles a un sonido muy determinado por más años que pasen y más discos que publiquen. En su caso todo lo que regurgitan musicalmente proviene del sonido surf y el rock n’ roll instrumental; este revival suyo abarca desde 1988 hasta la fecha, con su último artefacto totalmente instrumental —Jet Set (Yep Roc, 2012)— van una quincena de discos. 

Cuando aceleran son imbatibles; y lo hacen además sin despeinarse. Bueno, si peinados o no, imposible de saber, pues siempre llevan las cabezas enfundadas en unas máscaras mexicanas que no nos permiten comprobar el estado capilar de Danny Amis, Eddie Angel y compañía. Pese al artículo español que hay en el nombre y la referencia a México, estos fiesteros son de Tenesse. Y Jet Set es una juerga continua, una alegría musical desbordante para resucitar muertos y volver del revés a vivos.





sábado, 27 de diciembre de 2014

La cara oculta #15: Masked Intruder


Punk rock propinado a más velocidad que en un acelerador de partículas, de estirpe ramoniana y punk angelino. Intruder Yellow, Intruder Green, Intruder Red e Intruder Blue —que así se hacen llamar para mantener el anonimato— aparecen siempre ataviados con un pasamontañas de color; como curiosidad malsana, Azul y Verde afirman orgullosos haberse conocido y haber formado la banda en la cárcel. 

Desde su Madison natal (Wisconsin, EEUU), los Masked Intruder ya llevan dos discos publicados: Masked Intruder (2012, Red Scare Industries) y M.I. (2014, Fat Wreck Chords). 

viernes, 15 de agosto de 2014

Las cosas del directo #32 // La cara oculta #14: Plasmatics

Si eras un adolescente fanático de la música y en tu revista favorita te encontraste una foto de Wendy O. Williams sobre un escenario embadurnada de espuma de afeitar como prácticamente único atuendo, es difícil que se te haya borrado esa imagen del disco duro de tu memoria. 

El hard rock pasado por el punk y el metal que practicaban los Plasmatics no fue para marcar una época musicalmente hablando. Si tuvieron más notoriedad de la que tal vez se merecían fue por la publicidad que les aportó el hecho de que las autoridades se empeñaron en perseguir y arrestar a la feroz Williams, que montaba el pollo siempre que estaba en público con su escasísima ropa y las poses lascivas y lujuriosas que llevaba a cabo con todo tipo de instrumentos, considerada esta palabra en su sentido más genérico y no circunscrita sólo al plano de los instrumentos musicales. Además de la parte que le tocaba a ella, los espectáculos de la banda se hicieron famosos por su querencia a arrasar atilamente con todo: destrozaban guitarras, amplis… Vale, eso lo han hecho muchos, así que pongámoslo un poco menos obvio: prendían fuego, dinamitaban coches, usaban motosierras eléctricas, taladradoras gigantes, lo aporreaban todo con martillos que noquearían a Superman… Un grupo de demolición. 

Debutaron en 1978 en el mítico CBGB y allí ya dejaron prueba de lo que se le venía encima a quien los contratara. Sin duda Plasmatics eran más una banda de directo que de estudio. Su primer álbum se lo publicó la siempre atenta Stiff Records, New Hope for the Wretched (1980); allí estaba «Butcher Baby», una de sus canciones más señeras. En el siguiente vídeo se ve una interpretación de dicho tema, amenizada con alguno de esos recursos destructivos descritos más arriba. Además, salvo ella, toda la banda aparece con la cara cubierta. 


Entrañables e inolvidables. 

domingo, 23 de junio de 2013

La cara oculta #13: Is Tropical

Pinta que el trío londinense Is Tropical acabará siendo carne de masas. Empezaron cubriéndose el rostro, aunque muy pronto alguien les aconsejó que se dejaran de historietas de antihéroes, y ahora ya van a cara descubierta. Seguro que en breve se les verá sobre el escenario de un estadio, si no lo han hecho ya, teloneando a algún grande. 



En su segundo y reciente álbum han conseguido ese hit con el que sueña cualquier músico, esa pieza de karaoke con la que sólo habrá que dirigir el micro hacia el público para que sea cantada y que servirá de tonada en algún anuncio publicitario. Así que antes de que, como buenos snobs musicales que somos, haya que mirar hacia otro lado cuando se hable de ellos, sería una pena dejar sin señalar otros dos temas de ese I’m Leaving (Kitsuné, 2013) que son dos notables piezas de pop: «Sun Sun» y «Toulouse», la primera más electrónica y la segunda más guitarrera. Después todo será nada.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

La cara oculta #12: Clinic


Ser cuatro y de Liverpool no garantiza nada. Más bien, ser cuatro y de Liverpool, hoy día, obliga al desmarque, al disfraz, al distingo. Así debieron de entenderlo Clinic cuando decidieron montar una banda en su ciudad. Optaron por enmascararse para pergeñar una imagen misteriosa que estimulara la curiosidad. Claro que de nada sirve ocultar el rostro si luego en lo musical no tienes nada que aportar, porque si no cualquier cofradía semanasantera podría grabar un disco. 

En el caso de Clinic, con o sin mascarillas cubriéndoles el rostro, lo que realmente resulta misterioso y atrayente es esa sonoridad suya tan peculiar, como si le pusieran música a la fibrilación cardiaca. Si los cirujanos operaran con música de fondo, esta debería ser la que sonara por el hilo musical del quirófano, porque es fría pero palpitante. 

Son cuatro y de Liverpool. Evidentemente, estos no han alcanzado ni alcanzarán ni la mitad de la montaña en la que se encumbraron sus afamados paisanos; son más bien un grupo de culto, de esos que despiertan una filia pétrea entre un pequeño círculo de seguidores, como los hay que ven partidos de segunda división todos los domingos. A veces este tipo de bandas menores consigue una empatía mayor con ciertos oyentes, y se convierten para ellos en una pequeña obsesión. A Gog, sin duda le sucede con Clinic, como en los ochenta le ocurrió con The Darling Buds, o con Swell en los noventa: su sola mención sirve para ponerle los pelos como Scorpions. 


Acaban de publicar su séptimo álbum, Free Reign (Domino, 2012). Queda ya lejos The Second Line, uno de los mejores temas de aquellla década, que hasta una marca de vaqueros acudió a ella para anunciarse, y es probable que estén dando vueltas más o menos a lo mismo desde hace quince años, pero suena este «King Kong» con su «ah ah ah ah ah ah» y apetece subirse al Empire State a gritarlo. 


Con el paso del tiempo también se están dejando ver más. 

jueves, 13 de septiembre de 2012

La cara oculta #11: Holy Other



Si hay un intervalo del día capaz de crear un ambiente especial para la música, es la noche. Fluye en ella un magma invisible que favorece la expansión de las ondas sonoras, por eso es el momento óptimo para masticar la música, para ramonearla. Quien sea el que se oculte detrás de Holy Other está, sin duda, por la nocturnidad; su Held (Triangle, 2012) sirve para teñirla aún más de oscuridad. 


Es música ambient, electrónica oscura tejida con beats que se pliegan con elegancia y sigilo, vocalizaciones muy moduladas —agudas en su mayoría—, las consabidas densas líneas de bajo, ritmos abstractos y océanos de reverb. Texturas, lo llaman. 

Álbum más para rumiantes que para carnívoros musicales, más para pacientes que para inquietos; y sin duda más para rapaces nocturnas que diurnas. A Gog se le acaba haciendo un poco largo, aunque le reconoce momentos inquietantes.

jueves, 30 de agosto de 2012

La cara oculta #10: Seventeen Evergreen


Si has conseguido componer varios temas infalibles y además quieres que la parte más sesuda del underground no te dé la espalda, lo adecuado es atreverse a intercalar levemente momentos más experimentales en el resto del álbum. Dicho esto con nombres propios: Nephi Evans y Caleb Pate, el dúo californiano Seventeen Evergreen, se han visto con «Bucky», «Polarity Song», «Burn the Fruit» y «Del Paso Heights» entre las manos para Steady On, Scientists! (Lucky Number, 2012), así que han optado por mantener el equilibrio en los cuatro temas restantes con devaneos experimentales a base de loops de house ochentero y psicodelia electrónica. 

Por lo demás, la receta básica es sintes, percusiones que se clavan y suaves voces. Pop electrónico que consigue casar muy bien lo experimental con lo comercial. No hay que ser un lince para compararlos con MGMT. El nombre de Seventeen Evergreen proviene de la letra de una canción de King Crimson, y aunque en el vídeo salen encapuchados, no van de eso por lo regular.

sábado, 14 de julio de 2012

Plataneces #32 // Género chico #26: Bananamen


Bananamen eran una banda de psychobilly que soñaban con parecerse a sus idolatrados The Cramps algún día. Apenas grabaron más allá de un single; fue en Big Beat Records allá por 1983. Munster Records, esos retwitteadores musicales, lo repescaron para incluirlos en una caja de 7'' dedicada al psychobilly grabado en el mencionado sello Big Beat entre 1981 y 1984; ahí estaban, además del grupo del que estamos tratando, The Meteors, The Vibes, The Milkshakes, Guanabatz, The String-Rays (que se convertían en los Bananamen cuando se disfrazaban de plátanos) . 


El single de The Bananamen contiene la poca pero fundamental información que hay sobre ellos: "Bananamen play songs made popular by The Cramps", así que en realidad eran unos versionadores del psychobilly, lo suyo no se trataba de ser originales. En la cara A, The Crusher y en la cara B, Love Me/Surfin’ Bird.

sábado, 12 de mayo de 2012

La cara oculta #8 // Debut #54: The Suicide Of Western Culture



Casio MT.65, TR-505, Korg Poly 800, Alesis sr-16, Casio sk10 Sampling Keyboard… ¡Pero de qué vas, Gog! Sólo te falta C3P0 y R2D2 para que la cosa robótica y friqui de las letras y los números quede al completo. Pues Gog os dirá que se trata de la chatarrería analógica —de segunda mano en adelante— con que componen e interpretan la fantasmagórica y misteriosa pareja de Tarrasa The Suicide of Western Culture


No puede ser casual que en el nombre de esta banda de electrónica chirriante figure la palabra Suicide, remitiendo así a sus padres neoyorquinos. Su homónimo debut (Irregular, 2010) es un artefacto 100 % instrumental que despliega toda esa cacharrería post-apocalíptica pero con alma pop. Industrial pero emocional. Repeticiones, buclerío, contorsionismo sonoro y un trasfondo pegadizo que no te deja escapar. A Gog, que los acaba de descubrir, le tienen sustraído el sentido. On repeat total. 


Hay también álbum de remezclas, con Triángulo de Amor Bizarro, Ferenc, Guillamino, Los Pilotos

martes, 10 de abril de 2012

La cara oculta #7 // El porqué de mis peinados #17: Bella Bestia


La Bestia, Santiago —o incluso Santi— para los amigos, fue el batera que sustituyó al miembro original (Ballesteros, otrora aporreador en Ñu y Coz) de aquella banda vallecana de heavy glam de los ochenta llamada Bella Bestia


Se cuenta que La Bestia, que siempre iba con la cara cubierta por una máscara, llegó a actuar encerrado en una jaula. 

Atención a la risión del vídeo a partir del minuto y medio: hair metal de manual con esos cabezazos para desplegar aquellas melenas más cuidadas que un jardín japonés.

 

lunes, 12 de marzo de 2012

La cara oculta #6 // Debut #50: John Talabot

Si eres un ser decididamente moderno, entonces tendrás que llamarla house. Si te da más igual el asunto, puedes referirte a ella como música electrónica de baile. Gog, ya se ve venir, no es ningún experto en eso del house. Y si quiere hablar de ella aquí va a tener que cambiar la terminología instrumental habitual por palabros como texturas, loops, samples, desarrollos, glitches (lo que quiera que signifique eso) o bajos sintetizados

Por increíble que parezca, además, hay gente capaz de diferenciar entre acid house, deep house, freestyle house, euro-house, funky house, garage house, soulful house, italo house, minimal house/microhouse, pumpin' house y tribal house. John Talabot es uno de ellos. Productor de música electrónica y pinchadiscos barcelonés, se presenta ahora como músico con ese alias y metros de papel de aluminio para cubrirse un rostro que no quiere hacer público. Su debut, fin (Permanent Vacation, 2011), está en boca de todos cuantos dicen house. Se le prodigan elogios con rendida unanimidad. A Gog, de momento, le interesa más el personaje, pero quede aquí la siguiente pieza para que cada uno decida el grado de emoción que le causa, a nivel house o a nivel música electrónica de baile.

 

sábado, 11 de febrero de 2012

5 sobre... #16: ser o no ser un gran artista

Uno de los componentes del dúo TV Girl —en los que Gog tiene depositadas muchas esperanzas— ha publicado en su muro que una vez leyó que para considerar verdaderamente grande a un artista tiene que haber publicado cinco grandes discos de forma consecutiva. Él propone: Dylan, Springsteen, Velvet Underground (incluyendo el álbum perdido), Beastie Boys y Outkast. La iniciativa ha sido muy bien recibida y muchos seguidores han recogido el guante y han propuesto los suyos, Gog incluido, que ordenados cronológicamente serían: 


> The Clash: de acuerdo, Combact Rock es muy muy discutible, pero todo lo anterior es tan enorme... 

> Elvis Costello: parece bastante impepinable que sus cinco primeros discos son magníficos. 

> Smog: bien con ese nombre artístico, bien como Bill Callahan, tiene encadenadas rachas fantásticas; como Smog, desde Red Apple Falls

> Pavement: al igual que con The Clash, puede que el último que publicaron sea más que discutible. 

> Clinic: son una debilidad de Gog; es más que posible que no tengan ni siquiera un gran álbum, pero todos los que tienen son muy buenos.


Como se ve, no es más que una cuestión de filias muy personales. 

domingo, 16 de octubre de 2011

La cara oculta #4: Daft Punk

La leyenda urbana cuenta que Guy Manuel de Homem-Christo y Thomas Bangalter son tan desconocidos y misteriosos que se permiten enviar a sus conciertos a otras dos personas en su lugar para que pulsen los botones.

Originalmente estos amigos parisinos, llevados por su fascinación por los Beach Boys (¿?), se hacían llamar Darlin’. La revista Melody Maker describió entonces su quehacer como «un ramillete de daft punk», lo cual les hizo tanta gracia que lo adoptaron como nombre de guerra. Y a partir de ahí el despegue. Desde su inicial Homework (1997) y después con Discovery (2001), pusieron a Francia a la cabeza de la música electrónica, el house, el sampleado a saco, el uso del vocoder y la modernidad más moderna. Su imagen robótica, como de motoristas intergalácticos, es archifamosa, y apenas circula una foto del dúo en sus años adolescentes.

Lo último que han hecho es ponerle banda sonora a Tron: Legacy (Walt Disney, 2010). Y en el recopilatorio que está a punto de salir para celebrar sus veinte años de vigencia, se incluirá un tema inédito de 1994, titulado «Drive».

El gran James Murphy incluso los lleva a su casa:

domingo, 28 de agosto de 2011

La cara oculta #3: The Residents

Tiene Gog un amigo que se ofende mucho si cuando se le recomienda un disco de alguna banda que no conoce se le aconseja empezar por «el más fácil». Esté tranquilo este amigo con el caso de The Residents —suponiendo que no los haya trabajado nunca—, porque con ellos es imposible recomendar un álbum fácil.

En primer lugar, estamos hablando de elegir entre más de 60 títulos. Esta prolífica banda ha llegado a publicar dos o tres trabajos en un año, y siguen en activo desde comienzos de la década setentera sin que conste que el asunto está finiquitado. Su último capítulo, The Ughs!, tiene un par de calendarios.

En segundo lugar, porque son los reyes del álbum conceptual, impenetrables a veces hasta el desaliento con sus experimentos sonoros, que incluso hay momentos en que cuesta considerarlos 'música'. Todo lo extremo cabe en su ideario musical: componentes electrónicos, distorsión, avant-jazz, sinfonías de clásica, grabaciones naturales, voces chirriantes, parodia, alma de performance, elementos multimedia…

Por si fuera poco, jamás han revelado su identidad. En sus actuaciones en directo —contadas no, lo siguiente— van disfrazados con trajes de etiqueta, sombreros de copa y enormes máscaras con forma de ojo gigante. No conceden entrevistas. Y aunque están asentados en San Francisco, en realidad tampoco se está seguro de su origen; es comúnmente aceptado que llegaron a SF en 1966 provenientes de Shreveport (Louisiana). Con estas condiciones, la comercialidad no parece una apuesta viable. Y es que practican lo que denominan su Teoría de la Oscuridad, según la cual el artista únicamente puede crear arte puro cuando las expectativas e influencias del mundo exterior no se toman en consideración.

The Residents, en fin, una inconformista, radical y monumental odisea sónica en pos de la libertad artística más absoluta.

—Venga, Gog, recomienda algún álbum.

Bueno, que nadie imagine a Gog tan friqui como para haberse escuchado la discografía entera de estos marcianos; nada más lejos. Esta entrada está escrita con conocimiento de causa de una décima parte de la obra, como mucho. Eskimo (1979) y The Commercial Album (1980) son de los más afamados pero pinchan como cactus. Gog se queda con Stars & Hank Forever (1986; versiones de Hank Williams y J.P. Sousa) y Wormwood (1998): son más fáciles.

martes, 12 de julio de 2011

La cara oculta #2: Kiss

Hubo un tiempo en que los lanzamientos de discos no se producían a la vez en todo el mundo tal como ocurre hoy, sino que iban saliendo paulatinamente por países (ni siquiera continentes); a España, claro, llegaban con meses, si no más, de retraso. Julio de 1980 le pilló a un aún muy terne Gog en un pequeño pueblo de Inglaterra, de donde volvió exultante con el Uprising de Bob Marley, el McCartney II y el Unmasked de Kiss bajo el brazo, vinilos que no iban a estar en las tiendas españolas hasta tiempo después.

La portada del álbum de Kiss recreaba una historieta de cómic en la que los miembros del grupo se ven asediados por un robafotos que intenta en vano fotografiarles con la cara descubierta. Fue el primer amago de la banda por destaparse, por salir a la luz pública sin maquillaje. Su tremenda gigapopularidad hacía que el acoso al que les sometían sus fanes y los paparazzi se volviera insostenible. En 1983 los miembros de Kiss (ya sin Peter Criss) claudicaron definitivamente tomando una de las decisiones más determinantes de la historia del rock, tal vez a la par con la de Bob Dylan cuando se pasó a la guitarra eléctrica: lavarse la cara.

No fueron los primeros, pero sí los más famosos y celebrados rockeros empeñados en enmascararse para ocultar su misteriosa identidad.

Claro que, visto lo visto, podría decirse que estaban más guapos con la cara tapada y recién pintada.

miércoles, 15 de junio de 2011

Ette aquí #27 // Debut #36: Le Butcherettes

Eloy Fernández Porta, en su sugerente ensayo Afterpop (Berenice, 2007), considera que una de las distinciones entre cultura pop y alta cultura se funda en presupuestos asociados a los nombres, en concreto a su sonoridad y a su resonancia antes que a su significado. Si se menciona a Rilke, entonces alta cultura; si el referido es Henry Miller, cultura de masas, cultura pop.

Le Butcherettes practican la estética gore en sus conciertos y en sus letras aparece el nombre de Miller, pero también los de Rousseau, Tolstoi, Salinger, Fitzgerald y Leibniz. ¿Cultura pop ilustrada? Shakespeare tiene dramas con más escabechinas violentas y rojizas que todas las pelis de Tarantino.

Lo de la sangre, los filetes y las cabezas de cerdo sobre el escenario, ese rollo gore mentado hace un instante, se acompaña de escobas, mandiles y otros aperos domésticos que la mejicana Teresa SuárezTeri Gender Fender para el artisteo— relaciona con la esclavitud de la mujer relegada a las tareas de casa. Batalladora la chica.

Y es que, aunque trío, Le Butcherettes en realidad es su proyecto personal. Al principio ayudaba Auryn Jolene tocando la batería. Cuando Teri se asentó en Los Ángeles, puso al mando de los tambores a Gabe Serbian, que aunque no tiene un rostro totalmente desconocido, suele preferir ocultarlo, y buscaron un bajista.

Rock pétreo y aguerrido, batería contundente, guitarrazos poderosos y teclados chirriantes. Una sinfonía eléctrica donde el rock recupera su condición de válvula de escape para la rabia acumulada, el hilo musical por el que vomitar el malestar y la furia de la razón pura. Teri Gender es intensa y reivindica su derecho a estar segura de sí misma.

The Kills, The Dead Weather, Yeah Yeah Yeahs y la PJ Harvey más áspera revolotean por detrás. Como una Courtney Love pero con la cabeza amueblada y alguna lectura. (Es curioso, todas estas referencias le han salido a Gog del tirón atendiendo sólo al plano musical, pero casualmente acaba de darse cuenta de que en todos ellos hay delante una mujer de armas tomar.)

Sin Sin Sin (Rodríguez-López Productions, 2011) es la puesta de largo, producida por el guitarrista de Mars Volta para su propio sello discográfico.


01. Tonight
02. New York
03. Henry Don’t Got Love
04. Leibniz Language
05. Bang!
06. All You See in Me is Death
07. I’m Getting Sick Of You
08. Riko’s Smooth Talking Mother
09. The Actress That Ate Rousseau
10. Tainted in Sin
11. Dress Off
12. Empty Dimes
13. Mr. Tolstoi