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sábado, 11 de febrero de 2023

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #37: Public Image Ltd.

Los Sex Pistols fueron necesarios. Alteraron su contexto social, lo zarandearon, lo perturbaron, lo incomodaron, lo despertaron. Fue el poder del arte aplicado a una situación social, económica y política podrida (he ahí el verdadero 'rotten') para espabilar conciencias. Y eso no lo puede decir la mayor parte de bandas que han existido. 




Si se tienen en cuenta criterios estrictamente musicales, Public Image Ltd., la banda que formó después Rotten, ya como John Lydon, tuvo (o tiene, que para algo sigue en activo)— muchísimo más valor. Y de nuevo resultó ser un precursor, esta vez con el post-punk, ya desde 1978 con su primer álbum, en el que, entre otras cosas, atizaba a la Iglesia con su saña habitual: 

Fat pig priest 
Sanctimonious smiles 
He takes the money 
You take the lies 

El nombre artístico lo tomó del título de la novela The Public Image (1968) de la escritora escocesa Muriel Spark. Y es que la percepción de la imagen pública que tienen los demás de ti ha sido algo en lo que Lydon, tan expuesto siempre a ella, ha reflexionado mucho.

Desde entonces no ha dejado de surgir y de resurgir; además, con hitos muy logrados: 

> Metal Box (1979), su segundo disco, un rodillo sónico que enlató para vender 
> Flowers of Romance (1981), en el que la imagen de la portada (la imagen, siempre la imagen) no tiene nada que ver con la aspereza y experimentación que contienen los surcos. 
> «This Is Not A Love Song» (1984), lo más cercano a un pelotazo pop que ha tenido. 
> La fabulosa «Rise» al año siguiente, nerviosa y trepidante: 

I could be wrong 
I could be right 

> Y al menos un par de discos más potentes: That What Is Not (1991), con portada que no deja indiferente, y This Is PIL (2012), lo mejor que lleva hecho en el nuevo siglo. 

Hace unos días, provocador nato, atizador formidable, incansable agitador, ha intentado representar a Irlanda en el festival de Eurovisión. No ha sido elegido finalmente. Es una canción de amor, muy sentida pero, la verdad, poco conseguida. No obstante, una lástima, porque habría sido algo digno de verse, o al menos realmente divertido, un giro más de su imagen pública.

 

sábado, 26 de diciembre de 2020

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #35

A principios de los años ochenta, la onda siniestra proveniente del Reino Unido se extendió por nuestro país como marea negra. El afterpunk (o postpunk) lo hacían punks que ya sabían tocar los instrumentos que se cubrían de oscuro y se forraban con arreos góticos y estética cementerial. Bandas como Joy Division, The Cure, Siouxsie & The Banshees, Bauhaus, Killing Joke o Echo & The Bunnymen sirvieron de fuente de inspiración y motor vital a un enjambre de jóvenes españoles con ganas de modernidad. Y fueron muchos, más de los que puedan parecer echando un simple vistazo a los recuerdos. Así lo atestigua Pablo Martínez Vaquero en lo que probablemente sea el libro definitivo sobre la escena siniestra en España: Negro oscuro (Editorial Milenio, 2019). 

El autor no se queda en los consabidos y archisabidos nombres por todos, ni en la manoseada Movida. Es un trabajo de investigación profundo; se ha molestado en indagar, en preguntar, en conocer y dar noticia de cuantas bandas de corte siniestro se formaron en España entre 1981 y 1985. Narra anécdotas relevantes y traza las relaciones que había entre ellas. Llama la atención que para bautizarse artísticamente recurrían principalmente al cine (Gabinete Caligari, Décima Víctima, Alphaville, Polanski y el Ardor) y a la literatura, que es en lo que vamos a detenernos ahora. Los que siguen son los que hemos entresacado de la lectura de Martínez Vaquero. 

> Agrimensor K: formados en San Sebastián en 1981, su líder, Nacho Goberna, era un entusiasta de Franz Kafka. El nombre viene del del protagonista de la novela El castillo, que además fue el título de la cara B de su primer single: 

 

> Perspectiva Nevski: surgidos en Madrid en 1982, aunque sus miembros tenían diferentes procedencias. El nombre provenía directamente de un cuento de Nicolai Gogol

 

> La Caída de la Casa Usher: de Madrid hacia mediados de 1983. Es casi innecesario señalar a Edgar Allan Poe y su cuento de terror homónimo.  

 

> Donación Agnelli: grupo de la periferia de Barcelona creado en 1983. El nombre lo extrajeron del vodevil de Dario Fo La mueca del miedo, protagonizado por Gianni Agnelli, a la sazón presidente de Fiat. De lo más parecido que ha habido nunca a Siouxsie & the Banshees. 

 

Castillo Interior: grupo tinerfeño formado en 1984. Si su inspiración artística provenía de Joy Division, su inspiración literaria salió directamente de una obra de Santa Teresa Jesús conocida como Las moradas o Castillo interior.
Es de las bandas desconocidas más reivindicables de aquella época. Abrazaron el afterpunk y con él alcanzaron cotas que deberían haber merecido mayor atención. Afortunadamente, no hace mucho se publicó El sueño dorado: Castillo Interior y la escena musical de Tenerife en los 80 (Los 80 Pasan Factura, 2017), libro que recoge su historia y aporta numerosa memorabilia, y que se acompaña de un EP de 10'' y un CD/CDrom con el disco más un vídeo. 


> El Primer Tercio: grupo mallorquín de 1985, cuyo nombre no alude a un tamaño de cerveza, sino que sale de la novela del escritor de la Generación Beat Neal Cassidy

 

> Crénom 1867: valencianos con un más que curioso y rebuscado nombre. ‘Nom, crénom’ (contracción de ‘Sacre nom de Dieu’) fueron las últimas palabras que pronunció, a modo de blasfemia, el poeta Charles Baudalaire en el lecho de muerte en 1867. Un "Me cago en Dios" y la espichó. Un grande. 

> La Náusea: de Benimanet (Valencia), en 1984 el cuarteto recurrió, obviamente, a Jean-Paul Sartre

 

> Teatro Negro de Praga: del barrio de Moratalaz (Madrid) a comienzos de 1982. El nombre alude a un tipo de representación muda sobre un escenario a oscuras, cuya puesta en escena se dio principalmente en Praga.

> Farenheit 451 / Trópico de Cáncer: en una onda menos siniestra y más apegada al synth-pop (bastante luminoso) fue el cuarteto que tomó su nombre de la novela de Ray Bradbury y que estuvo en escena entre 1979 y 1982. Cuando el proyecto se deshizo, el cantante (Jorge Grundman) y el batería (Óscar Bergón) formaron otra banda también de literario nombre, esta vez bebiendo en las páginas de Henry Miller.

viernes, 13 de diciembre de 2019

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #34: Katrina & The Waves

The Soft Boys → Kimberley Rew → Katrina & The Waves → Ganadores de Eurovisión 1997 es una de las sucesiones más estrafalarias e insospechadas de la historia del pop. 

Kimberley Rew, Katrina Leskanich, Alex Cooper y Vince de la Cruz formaron el grupo Katrina and The Waves en 1981 en Cambridge (Reino Unido). Lo del Waves del nombre provenía del grupo que Cooper y Rew habían creado en los años setenta. El nombre estaba tomado a su vez del libro The Waves de Virginia Wolf, de quien Cooper era pariente lejano. Rew había dejado a los Waves en 1978 para unirse a los Soft Boys de Robyn Hitchcock, también en Cambridge. Tras dos discos monumentales —Can Of Bees [1979] y Underwater Moonlight [1980]— se dijeron un par de cosas, entre ellas, hasta la vista. Rew volvió entonces junto a su colega Cooper y montaron el proyecto de Katrina. Una de esas decisiones que resultan acertadas y te regalan una vida afortunada: pegaron un pelotazo mundial a la primera con “Walking On The Sunshine”. Y uno siempre se acuerda de Barry:


Continuaron publicando discos, hasta que tiempo después, como unos Midas musicales, Katrina & The Waves ganaron Eurovisión en 1997 con “Love Shine A Light” (compuesta por Rew), representando al Reino Unido. 


Tras la definitiva bajamar de las olas en 1999, Rew continuó haciendo discos en solitario. En 2002 volvió a juntarse con Hitchcock (Nextdoorland fue el interesante desenlace, aunque sin el brillo y el fulgor de antaño). Katrina, que era estadounidense, intentó de nuevo la cosa eurovisiva ahora cantando para Suecia, pero el asunto salió mal.

sábado, 3 de noviembre de 2018

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #33: The Clash

La guerra. Siempre hay una guerra detrás. 

A Arturo Barea, republicano comprometido y colaborador directo durante la II República y el confrontamiento bélico, le tocó vivir el asedio de Madrid. En 1938, casado con la austriaca Ilse Kulcsar, se refugió en Inglaterra, país que tiempo después le otorgaría la nacionalidad inglesa. Allí escribió y publicó una de las obras más representativas del exilio, La forja de un rebelde (1941-1944). En España, obviamente, la dictadura sepultó la existencia de la novela; y hasta 1951 no se publicó en su lengua original, en Argentina. Mientras, traducida al inglés por la mujer de Barea, The Forging Of A Rebel figura entre los libros españoles más vendidos en el extranjero. 

Compuesta por tres partes, en inglés se titularon, respectivamente: The Forge, The Track y —sorpresa— The Clash. En efecto, de ahí proviene el nombre de la banda de Joe Strummer, quien siempre anduvo muy interesado por la Guerra Civil española y la causa republicana. «Granada, oh ma corazón». 

domingo, 28 de junio de 2015

Cosas de hermanos #71 // Faropedia #22 // Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #32: The Steinbecks

Cuando uno va a comenzar a escribir un texto, el problema no es el del papel en blanco en sí, tan desafiante e inmenso, sino no contar con un poderoso detonante de partida. Para ponerse a hablar de Kick To Kick (Matinée, 2014), de los australianos The Steinbecks, sucede todo lo contrario: hay muchos puntos que tratar, de manera que se pueden atascar las ideas como en un embudo. Y es que parece un álbum pensado especialmente para En Esta Quiero Humo. Quede claro que el disco es tan bueno que eso bastaría para que Gog se pusiera a teclear sobre él. Si encima es la obra de una banda formada por hermanos, que toman el nombre del apellido de un famoso escritor norteamericano, le ponen la foto de un faro a la portada y componen una canción repleta de nombres de otros músicos y otra con un sublime fondo de órgano… 

La historia de The Steinbecks tiene un origen mítico, como todo lo que tenga que ver de alguna manera con Sarah Records, si bien a veces sea todo algo desproporcionado. En 1989, Josh y Joel Meadows eran unos jovenzuelos de Melbourne que habían decido formar un grupo de indie pop, The Sugargliders. Como tales grabaron seis singles y un elepé para el mentado sello inglés, hasta que en 1994 lo disolvieron para, según sus propias palabras, comenzar algo nuevo, esta vez como The Steinbecks. 

Desde entonces no ha sido un grupo lo que se dice prolífico: media docena de discos, teniendo en cuenta que habían transcurrido siete años de sequía discográfica hasta que vio la luz Kick To Kick. Es un álbum que desprende esa maestría australiana para el indie pop de guitarras, especialmente en la juerga de las seis cuedas que son temas como "We Cannot Hop To Complete With Such Colours" y "Trying To Be Someone". El álbum no se queda en ahí; contiene una sabiduría musical y una delicadeza todo él que lo hace crecer a cada escucha. Está la ternura de "At Arkaroo Rock" o el goce físico y emotivo que transmite la voz de Joel en "Below The Limen" (con un órgano Vox Continental supurando por detrás) y en "Cold Little Bones" (acompañada de un frágil rasgueo de mandolina). 

Y también está "I, radio", que rememora los días en que descubrieron la música alternativa a través de las emisoras de FM y cómo se engancharon a ella para siempre. En inglés las canciones en las que se cita una ristra de nombres se llaman, con mucha propiedad, list song; en esta, The Steinbecks cuentan que eran unos chavales que escuchaban a The Police y a John Cougar Mellemcamp hasta que un día descubrieron un puñado de bandas que les cambiaron la vida: Jonathan Richman, Billy Bragg, REM, The Smiths, The Stams, The Chills y The Moles. Tal vez The Steinbecks no te cambien la vida, pero sí te pueden cambiar un mal día.



El faro de la portada es el del Cape Nelson, cerca de Portland (Australia). Quede anotado aquí el sueño de ir a verlo algún día.

lunes, 16 de marzo de 2015

Las nuevas aventuras del llanero solitario #45: The Shifting Sands


La de The Shifting Sands en su álbum Feel (Fishrider, 2012) es música alegremente triste o tristemente alegre, tristelegre, y no decimos aletriste para no confundir con el famoso personaje literario español. Traer aquí una referencia tan literaria no ha sido baladí, sino, confesémoslo, truco narrativo para ahora poder añadir que The Shifting Sands podrían estar tomando el nombre del título del cuarto volumen de la serie de novelas fantásticas para niños de la australiana Emily Rodda. Si alguien lee ese dato en alguna parte, no se ajusta a la realidad, porque lo estrictamente cierto es que el nombre de The Shifting Sands proviene de la canción de la banda de los años sesenta The West Coast Pop Art Experimental Band, de los hermanos Shaun y Danny Harris.

Muy cerca de Australia, o al menos más cerca que desde aquí, las antípodas de aquel lugar del mundo, y más concretamente en la localidad de Dunedin, en Nueva Zelanda, hay tal hervidero de músicos del pop alternativo que aquello parece un un redoxón en un vaso de agua. Por supuesto, la etiqueta Dunedin Sound no tardó en presentarse para ese pop de guitarras tan característico en marcha desde la década de los años 80, pero que ahora mismo vuelve a tener una plétora efervescente de músicos [*]. 

Michael McLeod es uno de ellos. Otrora en The Alpha State, ha emprendido la aventura en solitario con el nombre mencionado. Es su proyecto personal, aunque el nombre aparente una pluralidad que no es tal, si bien a su cobijo han intervenido en la elaboración del disco glorias del pop underground de la zona; por citar algunos: David Kilgour (The Clean), Robert Scott (The Clean, The Bats) o Robbie Yeats (The Verlaines). Se dirá, y con razón, que con mimbres así es imposible que salga un mal cesto. 


Tiene Feel una ternura y una dulzura que te desarman; escucharlo es como darse un baño al final de un día agotador en una bañera con espuma: te quedas nuevo después. Es pop derretido, fundido, entendidos estos términos como una amalgama impecable de acordes, notas y melodías; nada sobresale, todo está perfectamente empastado. De la mitad en adelante, McLeod incorpora cierto toque psicodélico en algunos cortes, aunque sigue la misma línea reconfortante. El descanso del guerrero. En su bandcamp hay subidos dos temas nuevos, lo cual hace pensar, esperanzados, que McLeod anda trabajando en un nuevo disco. 

[*] Para quien quiera profundizar en la escena actual de Dunedin, o simplemente para el que quiera escuchar buena música, se hace imprescindible acudir al recopilatorio Temporary. Selections from Dunedin’s Pop Underground 2011-2014 (Fishrider, 2014). La edición en vinilo sólo admite el adjetivo ‘maravillosa’, tanto por su contenido como por su continente.

sábado, 7 de marzo de 2015

Faropedia #20 // Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #29: Tenvoltshock vs Neighbour Rosicky

 

En principio, mirando parte de la portada del split compartido por las bandas germanas Tenvoltshock y Neighbour Rosicky —un faro, un cielo abierto, un prado con ovejas— hace pensar en que el contenido será un remanso de paz sonora, una pieza de pop bucólico, o puede que de folk. Sin embargo, la imagen en gris de un joven que parece estar corriendo y de mirada inquietante se impone en la visión y resulta un elemento disruptor. Y así es como queda convertido este 7’’ (Kopist Platten, 2002) en un artefacto de demolición, una bomba de hardcore, noise y punk. 

Poco se sabe de Neighbour Rosicky, más allá de que su nombre artístico está tomado de un cuento de la escritora Willa Cather. No parece que grabaran más material. 

Tenvoltshock, en cambio, siguen en activo desde el año 2000 y tienen publicados varios discos, fieles a los postulados sonoros descritos arriba, aunque no exentos de cierto tempo, de bruterío con cabeza.

martes, 20 de enero de 2015

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #30: La Casa Usher


Cuenta la leyenda que, en 1988, cuatro chicos (los hermanos Jabo y Carlos, más Txarly y Julio), que se habían bautizado como La Casa Usher, ensayaban en una cocina de una casa de Santurce medio en ruinas cuando vieron cómo se desplomaba el suelo bajo sus pies. La caída de la casa Usher más literal que haya habido nunca; Edgar Allan Poe se removería orgulloso en su tumba. 

En 1992, grabaron un EP titulado Obsesión (Munster) que contenía cuatro cortes que supuraban hechuras góticas y dramaturgia oscura y que invocaban a Bauhaus, Stranglers y Parálisis Permanente desde su santuario musical. Poca suerte, muchos cambios, desencanto, fin. Hasta un efímero despertar en 2006 para dejar grabado todo su legado en el álbum De vuelta a casa (La Casa Usher). Y como siempre fueron una banda literaturienta, ahí estaban «El soldado Kraler» (inspirado en una obra de Bertolt Brecht) y «Carroña» (adaptación del poema de Baudelaire).

sábado, 19 de julio de 2014

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #28: The Pains Of Being Pure At Heart

The Pains Of Being Pure At Heart. Vale que el nombre queda largo para una banda. De acuerdo en que incluso puede resultar algo cursi. Puede también que haya cierta tontería en él. Pero de ahí a separarlo en dos como si fueran grupos diferentes… Quizá es que el periodista de Faro de Vigo (en el tercer párrafo) entendió que los sucesivos abandonos del barco —se ha ido hasta la teclista/vocalista, Peggy Wang— ha producido la escisión de una banda en dos, como una especie de mitosis musical: "The Pains of Being" y "Pure At Heart” (y no vamos a hablar de la memez de entrecomillar los nombres artísticos). Para concluir con el asunto del nombre, hay que decir que, y atentos porque esto es lo más interesante de cuanto va dicho hasta aquí, procede del título de un relato del escritor Charles Augustus Steen III

Ahora Kip Berman ha montado un sello propio y en él ha grabado el tercer álbum de TPOBPAH asistido por nuevos colaboradores, como los hermanos Christoph y Anton Hochheim y la pareja de A Sunny Day in Glasgow, Jacob Sloan y Jen Goma. Esta última lo borda en «Kelly» y en un pispás consigue que nos olvidemos de Peggy. 


Así pues, en Days of Abandon (Yebo, 2014), que comienza muy introspectivo y acaba muy introspectivo, continúan vigentes algunos de esos temas suyos que hacen que se te mueva el flequillo de tanto agitar la cabeza siguiéndo el compás de las guitarras y las melodías. «Simple and Sure», «Eurydice», la mentada «Kelly» y más. 


Como la ascendencia musical de estos neoyorquinos se repite hasta la saciedad en cualquier reseña que se lea, baste decir aquí que en el primer tema citan a Felt

When I spent the night it just felt wrong, like a Felt song, 
I’m off the throne and I need you here, and you’re not around

martes, 27 de mayo de 2014

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #27 // La influencia del centeno en la cultura popular #25: Franny & Zooey

Los estereotipos son esos árboles que a menudo no nos permiten ver el bosque. Si en cuestiones musicales nos diera por pensar en la República Dominicana, es prácticamente imposible que lo primero que nos venga a la cabeza sea una banda afín al pop de los sesenta y al indie de los ochenta y no el sonido de la bachata o Juan Luis Guerra. El dúo formado por Julio Peña y Victoria Linares andan desde 2012 intentando abrir un claro, y parece que van por buen camino. 

En general, sus influencias culturales también pasan por el mundo anglosajón. Veneran al escritor J.D. Salinger, y de su libro Franny & Zooey han tomado el nombre artístico. Es más, el título de su primer EP, Bananafish (Dufflecoat Records, 2013), también hace referencia a otro relato del escritor norteamericano, "Un día perfecto para el pez plátano". Además, la mayor parte de las letras de Franny & Zooey están en inglés; y citan a los Temptations: I woke up today to the sound of The Temptations es la línea con la que empieza "Fool of Myself". Alternan algún tema cantado en español que funciona muy bien: 


Mientras preparan material de inminente aparición, en su bandcamp puede escucharse y descargarse algunos temas.
 

domingo, 20 de abril de 2014

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #26: Grushenka


En cualquier caso, literatura rusa. Porque Grushenka —la banda de Xavi (voz y guit.), Laia (tecs.) y Nil (bat.)— hace referencia o a la novela erótica anónima rusa de mismo nombre o al personaje femenino principal de Los hermanos Karamazov. En lo musical, el trío barcelonés lleva a cabo un rock guitarrero deudor, entre otras cosas, de bandas señeras de los 90 a lo Mercromina, el noise pop y la mirada fija en los pies. 

Han publicado un primer álbum, Técnicas subversivas (El Genio Equivocado, 2012) y, recientemente, un single —de momento sólo en formato digital—, que anuncia ciertos aires nuevos, con mayor frescura y personalidad creativa. Un enredo mucho más interesante:

Bandcamp

sábado, 22 de febrero de 2014

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #25: Lispector


Dejó escrito la brasileña Clarice Lispector que cercenarnos los defectos puede ser peligroso, porque nunca se sabe cuál es el defecto que sostiene todo nuestro edificio. 

No sabemos cuáles sean los defectos de Julie Margat, pero sí que esta cantante y compositora francesa es una ferviente lectora de la obra de Lispector. Tan es así que de nombre artístico se ha bautizado con ese apellido. Lispector no es una banda; Lispector es Julie y sus instrumentos. Esta mujer-orquesta y de titánica independencia lleva grabando en un cuatro pistas casero y autoeditando casetes y CD-r desde 1996. El último hasta ahora, Life without a map (autoeditado, 2013), continúa con su pop de dormitorio cantado en inglés, acompañado por una guitarra y unas bases electrónicas con las que recostarse y dejarse adormecer, a la espera de que venga y te mezcle con champán.

 

jueves, 12 de diciembre de 2013

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #24: Steppenwolf


A veces no hace falta una enorme obra para entrar en los anales de la historia. A Steppenwolf le bastaron dos megahits, Magic Carpet Ride y Born to Be Wild, a finales de los años sesenta; aún hoy los riffs de guitarra y los teclados feroces de esta última siguen sonando omnipresentes en cualquier emisora de rock clásico que se precie. Dennis Hopper la incluyó en la banda sonora de la mítica Easy Rider (1968). Y ahí han quedado Steppenwolf como pioneros del hard rock. No sólo eso, el término 'heavy metal' proviene de uno de los versos de esta canción: 

I like smoke and lightning 
heavy metal thunder 
racin' with the wind 

Su fundador, John Kay, era alemán. Junto a su madre, había conseguido pasar al otro lado de la Alemania dividida para establecerse en Hanover. En 1958, Kay emigró a Canadá. Luego San Francisco… E inicio de esta historia. 

Visto el nombre de la banda así —Steppenwolf— tal vez no deje entrever claramente su origen. Pero si notamos que la traducción es ‘el lobo estepario’, es muy probable que rápidamente nos venga a la memoria la novela del escritor alemán Herman Hesse, por el que Kay tenía devoción. 

domingo, 3 de noviembre de 2013

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #23: Charles Dickens

En 1992, Morrissey declaró su admiración por el escritor inglés Charles Dickens: «is very exciting to me, because he was a terribly gloomy character, terribly embittered, and quite depressed... What a fantastic combination. I love the grim, dim description of the East End, all those murky, winding passages, full of desperate characters». No es el único músico influido por las copiosas y trágicas páginas dickensianas. Ya hablamos aquí, por ejemplo, del caso de Uriah Heep. Los hay, incluso, que se han llegado a bautizar con idéntico nombre artístico: Charles Dickens

 

Estamos hablando de David Anthony, un fotógrafo de moda canadiense afincado en Londres. Frecuentó a Andrew Loog Oldham, manager de entonces de The Rolling Stones, con quienes salió de gira durante el cuarto tour de la banda por el Reino Unido, entre el 5 y el 18 de marzo de 1965. La carrera de Charles Dickens dentro del pop apenas duró dos singles. Una lástima, porque después de escuchar «In the City» parece mentira que su nombre haya permanecido en el olvido tanto tiempo. Lo sacó del ostracismo hace unos días —el 14 de octubre— ese fino olfateador musical que es Bob Stanley, de Saint Etienne, a través del siguiente tuit: «At Birmingham Odeon on this day in 1965 you'd have seen the Stones, Spencer Davis, Unit 4+2, and Charles Dickens». Otro fino rastreador como La Varieté, siempre atento y con las orejas tiesas, se quedó con la copla y lo ha presentado recientemente en su programa #16. 

La carátula de arriba es de la copia holandesa. En el Reino Unido fue uno de esos singles que editaba el sello Pye sin portada. La cara A era To Thats The Way Love Goes (Pye, 1965). Escuchadas ambas, sobre todo «In the City», no cuadran con el sonido todos esos adjetivos que Morrissey aplicó al escritor: melancólico, amargado, deprimente, triste, sombrío y rebuscado. Más bien habría que aplicar en este caso los antónimos de todos ellos. 



En el mismo año, unos meses más tarde, salió el otro sencillo, también producido por Peter Snell: I Stand Alone / Hey There Little Girl. Esta cara B la recuperó el propio sello para el primero de sus recopilatorios, conocidos como Ripples. En concreto, Ripples vol. 1: Look at the Sunshine (1999), en cuyo libreto se puede leer que la banda de acompañamiento en Charles Dickens fue el trío The Habits


(Gracias a Carlos Segura por la foto. Muy recomendable su tumblr)

lunes, 22 de julio de 2013

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #22: Hacia Dos Veranos


Si hemos de creer a la banda instrumental argentina Hacia Dos Veranos, el nombre artístico lo sacaron abriendo un día al azar Trópico de Cáncer, de Henry Miller, y apuntando con el índice la primera expresión que se pusiera a tiro. El recelo inicial se debe a que haciendo una búsqueda en el pdf de la novela, no le ha aparecido a Gog nada similar —incluso ha buscado “Hacía dos veranos”, no fuera a ser que con las tildes hubiéramos tropezado—, así que ha de ser un acto de fe. Serán cosas de la traducción. 

Sea como fuere, lo que más interesa son sus composiciones, instrumentales todas, como ya se ha dicho, que giran alrededor de la maestría guitarrística de Ignacio Aguiló. Son piezas nítidas, evocadoras, arpegiadas con enorme gusto, llenas de sosiego y belleza. 


Acaban de sacar su tercer álbum, Limay (Hangover Lounge, 2013). Atrás quedan De los valles y volcanes (2007) y un segundo homónimo (Discos de la Bahía, 2010). Atrás nos quedan también, ay, aquellos veranos de la infancia tan largos que parecían dos veranos juntos.

viernes, 26 de abril de 2013

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #21: The House of Love

La escritora estadounidense Anaïs Nin fue un espíritu libre y transgresor, y como tal, siempre anduvo un paso por delante de su época. Fue la primera mujer en publicar relatos eróticos en su país, escritos bajo la influencia del Kamasutra. Henri Miller fue su amante; ambos, necesitados de dinero, comenzaron en la década de 1940 a escribir narrativas erótica y pornográfica. Nin, que había sido abandonada por su padre a los 11 años, se reencontró con él veinte años después y, según dejó escrito ella misma, mantuvieron entonces una apasionada relación incestuosa. Su obra literaria giró alrededor de las memorias eróticas de su propia existencia, bien en los diarios íntimos o en novelas como A Spy in the House of Love (1954). 

Cuando Guy Chadwick puso un anuncio en Melody Maker para reclutar miembros para una banda junto a su viejo amigo Pete Evans (batería), ya tenía en mente que esta se llamaría basándose en dicha novela de Nin: The House of Love. El quinteto resultante se completó con Terry Bickers (guitarra solista), el neozelandés Chris Groothuizen (bajo) y la alemana Andrea Heukamp (guitarra rítmica y coros). Al completo grabaron los tres primeros y fabulosos singles: Shine On, Real Animal y Christine para Creation Records. Andrea decidió abandonar en aquel momento el grupo, aunque para la portada de la edición alemana del primer álbum de estudio se utilizó una foto de la banda con ella. 


Esta edición, conocida como The German Album (Fontana, 1987), incluía, a diferencia de todas las demás, los dos primeros singles y sus respectivas caras B. Entre esos temas extra, estaba “Welt”, espectacular pieza cantada a pachas entre Guy y Andrea que ahora se rescata en la reedición de tres cedés de aquel magnífico debut. Así pues, The House of Love. Deluxe Edition (Cherry Red, 2012) viene acompañada de caras B, rarezas, inéditos, versiones (“I Wanna Be Your Dog”), demos y temas en directo. La versión desnuda en vivo de “Shine On (Fuck Version)” o "Destroy the Heart" son otros momentos sobrecogedores y brillantes que podemos disfrutar hoy. Impepinable en cualquier discoteca que se precie. 

Welt

Shine On (Fuck Version)
 
Cerremos el círculo volviendo a Anaïs Nin. En 1990, entre su segundo y tercer discos, The House of Love reunieron las caras B y algunos descartes de esa época en un recopilatorio titulado A Spy in the House of Love (Fontana).

miércoles, 27 de febrero de 2013

5 sobre... #24: grupos con Soft

No es lo mismo se avecina una tormenta que se atormenta una vecina. No es lo mismo el soft rock que grupos de rock que empiezan por soft

> Soft Machine. Canterbury es una ciudad inglesa que rezuma iglesia y Medievo con sólo oírla o leerla, pero que en la década de los sesenta disfrutó de una escena musical en la que a los músicos les dio por mezclar —llevados a saber de qué otros vapores— la psicodelia, el rock progresivo y el jazz. La banda de Robert Wyatt y Kevin Ayers es la que ha quedado para la historia como paradigma de aquello. Su nombre lo sacaron de la novela de William Burroughs, The Soft Machine. Y el futuro guitarrista de The Police, Andy Summers, pasó por sus filas, muy poco tiempo debido a desavenencias personales con Ayers. 

> The Soft Boys. Otra ilustre ciudad inglesa, Cambridge, y otra banda madre. En este caso, el vientre musical del que salieron Kimberly Rev (Katrina & the Waves) y el gran Robyn Hitchcock, que volvieron a intentarlo juntos en 2003 grabando Nextdoorland. Tenían un sonido y una personalidad artística únicas. Una pena que no tuvieran más suerte; nunca encontraron su sitio: demasiado exquisitos para ser considerados punks y demasiado crudos para el público en general. 


> Soft Cell. La sordidez en envoltorio de lujo. Famosísimos por su versión del «Tainted Love», sus letras narraban historias dramáticas y trágicas. Fueron algo más que un simple grupo de tecno-pop. 



Nos mudamos de continente y, además, nos venimos al presente con las dos últimas bandas. 

> The Soft Pack. Han pasado del sonido de canon garajero de sus inicios a un sonido mucho más elaborado y enriquecido, con estribillos de efecto más contundente que un ibuprofeno. Tienen cualidades para llegar a ser algo considerable dentro del rock alternativo indie; hace falta que se lo crean y que vayan a por todas de una vez (la desgana que mostraron en el concierto de hace unas semanas en Madrid no ayuda a la causa). En Strapped (Mexican Summer) se encuentra esta irresistible pieza con órgano. 



> The Soft Moon. Monte Vallier es el secreto mejor guardado de San Francisco. De Eric Arnaud a Magic Bullets, de Mark Eitzel a The Soft Moon, el que fuera bajista de Swell lleva camino de convertirse en reputado productor. A The Soft Moon le ha sacado en Zeros (Captured Tracks, 2012) una brillante oscuridad, una furia industrial, que podría ser la banda sonora del próximo apocalipsis. 

martes, 12 de febrero de 2013

Debut #70 // Karaoke #21: Of Monsters and Men

Hablemos hoy de Islandia, ese país recubierto de frío pero que en un calentón cívico fue capaz de correr a gorrazos a los responsables de su desastre económico. En lo musical, está en el mapa por gente como Björk, múm, Sigur Ros… 

Ahora se presenta el quinteto Of Monsters and Men. No lo podemos asegurar a ciencia cierta, pero el nombre de la banda podría estar remedando la obra de Steinbeck Of Mices and Men; aunque también podría hacer referencia a la película francesa De dioses y hombres. En cualquier caso, es seguro que se trata de una banda cultivada. 

 

Para describir su debut —My Head Is an Animal (Universal Republic, 2012)—, se necesita un escalpelo bien afilado que trace una bisectriz. Dividido, pues, el álbum en dos mitades exactas, resulta una primera parte donde la sombra de Arcade Fire les tapa demasiado; y una segunda más personal e intimista, que contiene la preciosa «Love, Love, Love», un mea culpa interpretado con delicadeza y buen gusto:

domingo, 27 de enero de 2013

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #18 // Género chico #45: The Hobbes Fanclub


De provenir el nombre de The Hobbes Fanclub del filósofo inglés del siglo XVII padre del absolutismo político Thomas Hobbes, habría que tomárselo como un guiño y no como un acto para recuperar su figura. Pero no hace falta remontarse a vericuetos tan peliagudos, porque la explicación del origen del nombre de la banda, aunque también está relacionada con la lectura, es mucho más prosaica: son unos entusiastas del cómic de Calvin & Hobbes.

En lo musical sí que no hay duda, y cuando este trío de Bradford afirma que ellos «love distortion pedals and reverb», lo cumplen. 


Todo este shoegaze ya está muy descrito, así que no aburriremos al personal con los mil grupos anteriores que lo practicaron o lo practican. The Hobbes Fanclub de momento tienen dos singles publicados. The Hobbes Fanclub EP (2012) recoge los tres temas que grabaron en dos pequeños sellos. Ahora los ha fichado Shelflife Records, que les ha publicado Your Doubting Heart (2012); se les ha ido un poco la mano en la portada, que recuerda en demasía el Architecture & Morality de Orchestral Manouvres In The Dark, ¿no?

viernes, 7 de diciembre de 2012

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #17: The Verlaines

El escritor francés Paul Verlaine fue poeta simbolista y, a la postre, símbolo para artistas de muy diferentes épocas y condición, el rock incluido. Tom Miller y Graeme Downes, por ejemplo. El primero, el cristalino guitarrista de Television, se rebautizó a sí mismo como Tom Verlaine; el segundo llamó a su banda The Verlaines

Escribió el Verlaine original: «Los dioses nos regalan el primer verso; los demás debemos conseguirlos nosotros con esfuerzo y tenacidad». Pues si algo ha demostrado tener Downes a lo largo de tres décadas de carrera musical es tenacidad. Hoy día es un ilustre catedrático en la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), aunque también continúa activo musicalmente. 

Su canción de presentación, allá por 1983, fue «Death and The Maiden». De título con reminiscencias clásicas, era una declaración de intenciones sin ambages posibles: 

Do you like Paul Verlaine? 
Is it gonna rain today? 
Shall we have our photo taken? 
We'll look like Death and The Maiden 
Verlaine, Verlaine, Verlaine, Verlaine, Verlaine, Verlaine, Verlaine, Verlaine, Verlaine Verlaine, Verlaine, Verlaine, Verlaine, Verlaine, Verlaine, Verlaine, Verlaine, Verlaine 


Su trabajo mejor considerado, el más dramático, dicho esto en un sentido positivo, el más intenso, con las guitarras más briosas y ensambladas, es el segundo álbum, Bird-Dog (Flying Nun, 1987). Era pop rabioso de guitarras pasado por la oscuridad del post-punk y la propia complejidad de Downes; pop, al fin y al cabo, pero como si su autor no quisiera dejarlo todo tan fácil ni tan hecho. 


Este mismo año ha publicado Untimely Meditations (Flying Nun, 2012), que se abre con un tremendo tema, áspero, vibrante, con ese «fucking idiot» del estribillo machacándote el cerebro:



Es un álbum lleno de tensión, complejo, ajeno a los cánones convencionales, poblado por los fantasmas de Nietzsche, Shakespeare, Beethoven, Charlie Chaplin, Dante… Un carrusel sonoro, un tiovivo de sensaciones musicales, cabaretero y alucinado, en el que hay que prestar atención a los detalles —como la trompeta de «Dark Riff», el piano de «On the Patches» o la entonación a lo The Fall y los coros en el tema final— y al mismo tiempo dejarse empapar por el conjunto. Impresiona. 


Escribió el Verlaine original: «Hay que entrar en uno mismo armado hasta los dientes». Pues lo mismo sucede para entrar en este álbum.