lunes, 30 de diciembre de 2013

Comerse un cocodrilo (en Dinamarca) #20 // Género chico #: Windsurfing

Es época de retirase a los cuarteles de invierno a curarse las heridas. Los días son más oscuros de lo habitual y piden recogimiento. Es el momento ideal, entonces, para escuchar a los daneses Windsurfing, que pese a ese nombre tan veraniego y soleado, llevan a nuestros oídos melodías reposadas, suaves y mecedoras, introvertidas y aptas para la reflexión. Hay en su sonido algo puro y limpio que tonifica. 


Cómo no flotar con ese silbido de «Never Too Late».

De momento solo tienen publicado un single con el sello español independiente Discos Garibaldi, aunque Caspar Bock y Bo Svenningsen no son unos recién llegados. El primero de ellos, por ejemplo, proviene de la estirpe de bandas adyacentes a los sellos Matinée y Shelfie, como Northern Portrait.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Sales en mi canción #74: Fangs

El cuarteto Fangs le da al electro punk en lo que de momento es su único álbum, Automatic Rockanroll (Platinum Records). El último tema, de igual título que el álbum, es una de esas composiciones por cuya letra se despliega una catarata de nombres de artistas, en este caso con la peculiaridad de que a todos ellos se les fue la mano con la medicación y aledaños.

Si el oído ha funcionado bien ante la pronunciación escocesa del demonio, he aquí la lista de mencionados: 

Johnny Cash 
Darby Crash [el líder de The Germs] 
Dee Dee Ramone 
Rory Storm
Billy McKenzie [el de los Associates] 
Elvis Presley 
Paul Gardiner [el bajista de Tubeway Army, con Gary Numan] 
Billy Murcia [el batera de The New York Dolls] 
Judy Garland 
Nancy Spungen [la novia de Sid Vicious] 
Michael Jackson 
Gram Parsons 
Sid Vicious


Fangs - Automatic Rocknroll - LineSession por LineSession

jueves, 26 de diciembre de 2013

Strano mondo di tanti nomi #29

Muere este 2013 con más pena que gloria en tantos aspectos. Por aquello de la falta de tiempo y de dar prioridad a otras cosas, se han quedado sin una entrada propia en este blog un puñado de discos notables a los que Gog ha prestado mucha atención durante los últimos meses, que le han proporcionado buenos ratos y para los que se hace este pequeño y rápido hueco. Para otros discos ya degustados y saboreados pero que tampoco han sido traídos aún hasta aquí, sí hay previsto que tengan espacio propio en En Esta Quiero Humo a lo largo de las próximas semanas. 

> Alex Bleeker & the Freaks, How Far Away (Woodsist)



> Caveman, Caveman (Fat Possum)


> Doble Pletina, De lo concreto a lo general (Jabalina)


> Edwyn Collins, Understated (AED)



> Eleanor Friedberger, Personal Record (Merge)

 
> Generationals, Heza (Polyvinyl)

 
> Karl Bartos, Off The Record (Bureau B)

 
> Lady, Lady (Truth & Soul)

 
> Lloyd Cole, Standards (Tapete)

 
> Marnie, Crystal World (PRS)

 
> Robyn Hitchcock, Love from London (Yep Roc)

 
> Telekinesis, Dormarion (Merge)

 
> Tricky, False Idols (False Idols) 

 
> Tullycraft, Lost In Light Rotation (Magic Maker)

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Últimamente se está muriendo gente que no se había muerto nunca #30: Germán Coppini

A Germán Coppini (1951-2013) ya no le picará más, pero a Gog se le ha puesto hoy una pequeña comezón en el ánimo. Y Hansel y Gretel estarán llorando.



De pequeñito siempre he llevado / en mi interior Abanderado: / el día más señalado / al cumplir como soldado / al sentirme enamorado / he llevado Abanderado / pero siempre he sentido un picor / que me ha estremecido 

Y es que me pica un huevo / no sé qué voy a hacer / no sé qué puedo hacer 

En la corte del Congo Belga / con mi smoking y mi suegra / hay una gran recepción / un protocolo del copón / presidentes y embajadores / y la nobleza de los alrededores / a la reina voy a saludar / cuando entre las piernas me vuelve a picar... 

Y es que me pica un huevo / no sé qué voy a hacer / no sé qué puedo hacer 

Me he apuntado de astronauta / a ver si así suena la flauta / hemos llegado a la luna / un poco antes de la una / al salir al exterior / vuelvo a sentir ese picor / cien millones de espectadores / y yo sin poder rascarme los cojones 

Y es que me pica un huevo / no sé qué voy a hacer / no sé qué puedo hacer

martes, 24 de diciembre de 2013

...Y ellos se juntan #81 // Se aceptan fantasmas #14: Crime & the City Solution



En 1977 el rock estaba en llamas, era un incendio permanente en gran parte de la escena musical. En Sydney, al calor de otros flamígeros como los Birthday Party de Nick Cave, surgieron los Crime & the City Solution de Simon Bonney. Mencionar a la banda de Cave no viene a cuento sólo por las similitudes de sonido, sino porque en 1985 se unieron al otro combo Mick Harvey y Roland S. Howard, durante la estancia de todos ellos en Londres. Por si fuera poco, a los Crime también acabó sumándose a la batería Epic Soundtracks, y con esa formación, más propia de un supergrupo, grabaron en Berlín Room of Lights (Mute, 1986). Al año siguiente, Bonney y Harvey reclutaron a Chrislo Haas (de D.A.F.) y a Alexander Hacke (de Einstürzende Neubauten). Y con idas y venidas transcurrió la década. Poca historia más que contar desde entonces. 

Pero en 2011, con Bonney viviendo en Detroit, se anunció que de nuevo las cenizas de Crime & the City Solution levantarían el vuelo, y él y Hacke llamaron, ni más ni menos, al batera Jim White (de Dirty Three), a David Eugene Edwards (de 16 Horsepower), al teclista Matthew Smith (de Outrageous Cherry), al bajista Troy Gregory (de Dirtbombs) y a la artista visual Danielle DePicciotto. El resultado es otro fogoso e incendiario álbum marca de la casa, American Twilight (Mute, 2013), ocho piezas arrebatadas y arrebatadoras, llenas de rabia y nervio, un frenesí sónico para pasar el día dando cabezazos en el aire como posesos. 


Para el tema que da título al disco, han grabado un vídeo que recoge el desolador estado de abandono en que se encuentra la ciudad de Detroit:



La edición en vinilo, de un rojo vivo, se acompaña de cedé y un póster, como se hacía antaño.

lunes, 23 de diciembre de 2013

A la tercera va la vencida #20: The Baptist Generals

The Baptist Generals. Hummm… Si el nombre de la banda realmente se aviene con su estética y su sonido, entonces parecería lógico que se tratara de una banda de barbudos de alguna parte cuasi ignota del sur de Estados Unidos haciendo una especie de folk rock indie. Veamos y escuchemos… ¡Bingo! Y eso que en lo de las barbas nos hemos quedado cortos. 


El cantante y compositor Chris Flemmons y el batera Steve Hill empezaron a tocar juntos en 1998 como músicos callejeros en su ciudad de origen, la tejana Denton. Hill abandonó diez años después. Y diez años después de su anterior álbum, se publica uno nuevo de la banda, Jackleg Devotional To The Heart (Sub Pop, 2013), más consistente, brillante y claro, con las hechuras mejor cosidas. De hecho, una de las razones por las que ha transcurrido tanto tiempo entre uno y otro es que a Flemmons le ha salido un carácter perfeccionista y puntilloso que lo ha llevado a grabar y regrabar el nuevo material, desechando una vez tras otra los retales menos afortunados.

Tras una pieza instrumental de inicio y la aparentemente festiva «Dog That Bit You», la banda se dispone a cruzar un paraje poético y doliente, narcoléptico —en el buen sentido—, un punto fúnebre en otros, de manera que a veces no estamos seguros de si asistimos a una fiesta o a un entierro. «My O My» es sobrecogedora, intensa, y está tan llena de desesperación que reconforta.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Como decíamos ayer #21 // Ellas llevan el ritmo #50 // El batería es el cantante #11: The Pastels


The Pastels es uno de esos grupos en que mítica y verdadero valor luchan ardorosamente por ver cuál de los dos tiene más razón de ser. Este año han publicado Slow Summits (Domino); aunque salió ya hace unos meses, fue tal la repercusión mediática, que Gog prefirió dejarlo enfriándose para calibrarlo con más calma y reposo. De todas formas, no podía pasar sin atenderlo, porque contiene ingredientes que lo encajan a la fuerza en varias secciones de este blog: la banda escocesa llevaba 16 años de silencio discográfico, la batería la toca una mujer —Katrina Mitchell—, que además canta en algunos temas, incluso en directo mientras bate bombos y platillos. En esta ocasión, ella lleva la voz cantante en cuatro cortes, y junto al fundador original, Stephen McRobbie, componen a medias el álbum.


Por otra parte, el reposo aludido hace un momento se hacía especialmente necesario en este caso, un trabajo de estudio demasiado marcado por esa pieza de pop estratosférica que es «Check My Heart», que desde el primer momento no hacía sino devorar a las ocho restantes que componen el álbum con ese pegadizo y emocionante chk, chk, chk del estribillo.



En conjunto, es un álbum tranquilo como un remanso, con apenas un hilo de agua corriendo por una acequia; está arreglado con delicadeza bajo la supervisión del legendario John McEntire, y por él, finamente orquestados, fluyen flautas, trompetas, teclados, violines, etc. A veces, una punta preciosista de más. Las letras son muy sencillas —cielo, lluvia, verano, café, ventana, sol…— y están impregnadas de nostalgia y evocación.

Como experimento, pruébese a escuchar el disco alterando la secuenciación, de formas que «Check My Heart» vaya al final. Da la impresión de que así el resultado es más arrebatador. 

Es evidente que hay una resurección por la cosa Pastels hoy día. Bandas actuales como This Many Boyfriends componen temas de título bien explícito: «I Don't Like You ('Cos You Don't Like the Pastels)». También se acuerdan de ellos en Japón, país muy dado al palo ceochentayséis, como Flipper's Guitar y su «Pastels Badges». Y que influyeron ya en sus comienzos lo demuestra que aparezcan citados en coétaneos como The Pooh Sticks en «On Tape»: I've got The Pastels' Song For Children

jueves, 19 de diciembre de 2013

Cameos musicales #53: From Dusk Till Down

Juntar en una película a George Clooney y a Quentin Tarantino como una pareja de hermanos que se dedican a atracar bancos, como hizo Robert Rodríguez en From Dusk Till Down (1996), sólo puede considerarse una idea genial. La mitad de la película transcurre a modo de road movie por carreteras en dirección a la frontera entre Texas y México; la segunda parte se localiza en el interior de un extraño y psicalíptico bar, el Titty Twister. Allí, además de mucho whisky y bailarinas en topless, tocan en directo Tito Larriva y Peter Astanoff, conocidos artísticamente como Tito & Tarantula. Se les ve actuar justo antes del desparrame vampírico que se monta; primero, según entra Clooney en el local y a continuación durante el sensual baile de Salma Hayek:





Larriva, nacido en Ciudad Juárez, había fundando a finales de los años 70 a The Plugz, una banda de la escena punk de Los Angeles. Después le siguieron The Cruzados, donde el toque de latin rock ya estaba más presente, aunque como punk también había dejado constancia de ello a través de su versión de La Bamba. En los 90 se dedicó a componer para el cine. Rodríguez le dio una primera oportunidad en Desperado (1995); como Tito & Tarántula ha seguido publicando discos con influencias de blues, rock y raíces latinas.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Grados de separación #10: Blouse

 

TRIVIA MUSICAL.- ¿Cuántos grados de separación hay entre la banda de Portland Blouse y los zaragozanos Tachenko? (La paranomasia entre Oregón/Aragón no cuenta.)

SOLUCIÓN.- Tachenko se unieron a la trituradora de samplers The Requesters para versionear el tema «Dreams» de TV On The Radio, grupo que en alguna gira han llevado de teloneros a Unknown Mortal Orchestra, cuyo bajista, Jacob Portrait, forma parte del trío Blouse. 

Remedando aquella famosa sentencia que llevó a Bill Clinton a la presidencia en 1992, podría decirse «Es el bajo, estúpido». Blouse lo saben:



O, mejor dicho, lo saben ahora. Atrás han quedado los sintetizadores y las cajas de ritmo. Como ha explicado el propio Jacob Portrait, el segundo álbum de la banda —Imperium (Captured Tracks, 2013)— se ha grabado enteramente con «instrumentos que no se enchufan en la pared». La decisión es especialmente relevante porque el trío podría haberse conformado con seguir la estela de su exitoso debut. Han acudido a la electricidad como propulsor creativo, para terminar ganando en intensidad, viveza y pegada. Siguen, eso sí, construyendo los temas con la mente puesta en crear un ambiente. Un poco de dream pop, unas gotas de noise y de mirarse los pies al tocar y la voz de Charlie Hilton, que tiene el cantar lánguido y vaporoso. Pero si ahora se escucha un chelo, es que un chelo es. 

sábado, 14 de diciembre de 2013

Género chico #53 // Hit instantáneo #28: Hidroboy


El 0 y el 5 son las cifras mágicas para eso del celebrar. Según parece, no sirve conmemorar, por ejemplo, el 33 aniversario de la muerte de fulanito. Así las cosas y echando cuentas, acaban de cumplirse quince años desde la publicación del recopilatorio de electropop patrio Lujo y miseria (Acuarela, 1998). Allí se presentaron por vez primera gente como Astrud, Chico y Chica, Les Biscuits Salés o Hidrogenesse, abanderados del underground de final de siglo, una eclosión de creatividad, petardeo desenfadado y ganas de provocar que sirvió para oxigenar la escena musical y demostrar a las siguientes generaciones que algo se podía hacer. De hecho, hoy día se vive otra nueva oleada generacional underground para la que tal vez el modelo anterior fue importante. 

El caso es que ahora Austrohúngaro reedita dicha compilación y además, entre otros productos de marketing relacionados, un flexi-disc de color azul piscina, firmado y numerado a mano, con una nueva remezcla del «Hidroboy» de Hidrogenesse, potente e irresistible. Temazo.

Hidroboy, siempre en la piscina, 
es el mejor, siempre en bañador. 
Y yo tumbado en mi toalla, 
un libro y el bronceador,
mi walkman con Dinarama, 
sonrisas y gafas de sol. 


La mención del walkman —tan moderno entonces, tan obsoleto hoy—, nos resulta tierna y evidencia la enorme velocidad del paso de los tiempos. Y la mención de Dinarama también es muy reveladora, pues una de las características de todos estos grupos era haberse mirado musicalmente frente al espejo de la saga Pegamoides / Dinarama / Carlos Berlanga / Fangoria.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #24: Steppenwolf


A veces no hace falta una enorme obra para entrar en los anales de la historia. A Steppenwolf le bastaron dos megahits, Magic Carpet Ride y Born to Be Wild, a finales de los años sesenta; aún hoy los riffs de guitarra y los teclados feroces de esta última siguen sonando omnipresentes en cualquier emisora de rock clásico que se precie. Dennis Hopper la incluyó en la banda sonora de la mítica Easy Rider (1968). Y ahí han quedado Steppenwolf como pioneros del hard rock. No sólo eso, el término 'heavy metal' proviene de uno de los versos de esta canción: 

I like smoke and lightning 
heavy metal thunder 
racin' with the wind 

Su fundador, John Kay, era alemán. Junto a su madre, había conseguido pasar al otro lado de la Alemania dividida para establecerse en Hanover. En 1958, Kay emigró a Canadá. Luego San Francisco… E inicio de esta historia. 

Visto el nombre de la banda así —Steppenwolf— tal vez no deje entrever claramente su origen. Pero si notamos que la traducción es ‘el lobo estepario’, es muy probable que rápidamente nos venga a la memoria la novela del escritor alemán Herman Hesse, por el que Kay tenía devoción. 

domingo, 8 de diciembre de 2013

Ette aquí #51 // Cosas de hermanos #54: The Royalettes

Hay tres lugares, primordialmente, donde encontrarse con un león: en la sabana africana, en un zoológico o en la pantalla de un cine si se trata de una película de la Metro. Hubo un tiempo en que también podía verse al rey de la selva en las galletas de los vinilos, pues la MGM abrió una sucursal discográfica para dar salida a sus bandas sonoras, si bien llegó a tener un catálogo ajeno al mundo del cine. En 1964, por ejemplo, puso en manos del productor y compositor Teddy Randazzo —conocido por su éxito con Little Anthony & The Imperials— a The Royalettes, un cuarteto femenino de Baltimore formado por Terry Jones, Veronica Brown y las hermanas Sheila y Anita Ross


Pese al concepto de banda de chicas en los 60, su sonido como tal sólo se aprecia en sus dos primeros singles grabados para Chancellor, «No Big thing» (1962) y «Blue Summer» (1963). Randazzo las derivó hacia un soul elegantón y sofisticado, muy orquestado y arreglado. Su mayor éxito lo consiguieron al tercer intento con MGM, la balada It's Gonna Take a Miracle, que versionearía tiempo después Laura Nyro, entre otros. Grabaron dos elepés: It's Gonna Take A Miracle (MGM, 1965) —que también contenía su otro éxito, «I Meet Him»—, y The Elegant Sound Of The Royalettes (MGM, 1966), que se abría de esta forma tan sedosa:
 

Sin embargo, de este segundo álbum ningún tema cuajó con igual éxito. Un año después grabaron, ya en otra discográfica, el que sería su último single antes de disolverse: «River Of Tears» (Roulette, 1967). Sheila Ross lo intentó en solitario en la década siguiente.


[Discografía completa]

viernes, 6 de diciembre de 2013

Debut #82: Saint Max & The Fanatics


Vitalistas frente a existencialistas; el impulso vital como motor de la existencia frente a planteamientos llenos de angustia, duelo, melancolía y anhelos de eternidad. Que por las venas corra redbull u horchata. Leoncio León o Tristón. Devo o Low; The B-52’s o Tindersticks; Hot Chip o Leonard Cohen; Astrud o Le Mans

No hay duda de que la jarana que monta el escocés Max Syed-Tollan con sus Saint Max & The Fanatics en su debut lo sitúa en los planteamientos musicales más vitalistas. Entre otras influencias, ritmos de spaguetti-western aceleradísimos y engordados con sección de vientos, trufado aquí y allá de ska, soul, ¿mariachi?… y todo el vigor de los 19 años. Con Saint Max Is Missing And The Fanatics Are Dead (Armellodie, 2013) tienes para mineralizarte y supervitaminarte y así poder pasar el invierno sin que se te acatarre el alma. Contiene, además, talento: «Conduit» es uno de los temas más notables del año. I’m the president of a nation I Created, canta Max en ella. Desde luego el tipo tiene desparpajo y personalidad.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Las nuevas aventuras del llanero solitario #34: Night Works

Para nuestra desgracia, hemos de pasarnos el día tomando decisiones. Pase cuando se trata de decidir si carne o pescado —aunque está decisión resultó vital entre el pasaje de Aterriza como puedas—, pero es que hay muchas otras determinaciones que, la verdad, es como intentar acertar en una diana con los ojos vendados, con la peculiaridad de que fallar puede tener funestas consecuencias sobre nosotros mismos. 

En 2009, el bajista y teclista Gabriel Stebbing decidió dejar Metronomy. Hasta ese momento la banda de Joseph Mount había mostrado ciertas posibilidades de éxito, si bien a Stebbing no debieron de parecerle garantías suficientes y se centró en su propio grupo, Your Twenties. Mount recompuso entonces la formación y en 2011 alcanzó la notoriedad con todo merecimiento gracias al exultante The English Riviera. Mientras, Stebbing no conseguía grandes réditos con su proyecto y Your Twenties ha terminado disolviéndose. Ahora lo intenta de nuevo bajo el nombre de Night Works. Los postulados musicales no están muy alejados de Metronomy, es decir, pop electrónico elegante, que acude a ritmos del R&B o incluso a estructuras del chill out. Según ha explicado el propio Stebbing, la idea de Urban Heat Island (Universal) era hacer un álbum placentero para estos tiempos tenebrosos y tan llenos de incertidumbre que corren. Veremos si él por fin ha conseguido acertar.

domingo, 1 de diciembre de 2013

La banda sonora de un libro #16: Diarios de bicicleta, de David Byrne

El mundo no entiende de lógica, es una canción (p. 241). 

Poseer el sentido de la vista no implica necesariamente saber mirar. Mirar es interpretar; poner la vista sobre algo o alguien es sólo un acto físico. Mirar está directamente emparentado con observar, y quien observa, comprende. Quien sólo ve, no llega al discernimiento. Después de leer Diarios de bicicleta (Reservoir Books, 2010), resulta muy evidente que David Byrne pertenece a la estirpe de los observadores. 

Este libro no es un diario en su sentido estricto, sino que se trata más bien de un libro de viajes. La curiosidad principal es que Byrne, allá donde va, suele incluir en su equipaje una bicicleta plegable, con la que pasea por todas esas ciudades del mundo en las que ha estado, de Manila a Buenos Aires, de Adelaida a Berlín, de Londres a Estambul… Aupado en el sillín y a base de pedales, contempla los edificios, las calles, la gente que las puebla, y eso le sirve para aplicar con perspicacia e inteligencia, y enorme talento literario, la riada de conocimientos que posee este artista —músico es una palabra que se le queda corta— y sus imponentes dotes de observación. Así, reflexiona sobre cuestiones tan dispares como urbanismo, arquitectura, comportamiento social, zoología, arte, historia, política, etc. En el último capítulo, dedicado a Nueva York, su ciudad, se muestra como un activista del empleo de la bici en las ciudades y explica los movimientos ciudadanos en los que anda metido para implantar un sistema de movilidad más racional. 


La música también está presente, de manera especial en el capítulo sobre la capital argentina y en las páginas dedicadas a su viaje por Filipinas, adonde viajó para empaparse de la cultura del país de la esposa del dictador Ferdinand Marcos, Imelda, figura esta que le sirvió para componer y grabar junto a Fatboy Slimm el álbum Here Lies Love (2010). Por lo demás, las referencias que vierte Byrne a lo largo de estas páginas no significa, a la fuerza, que se traten de sus preferencias musicales; a veces no es más que el testimonio de lo que oye o ve en la calle cuando pasea en bicicleta: Los conductores de yipnis adornan sus vehículos con nombres y dichos. En uno de ellos leo «Simply the Best», que alude sin duda a la canción de Tina Turner. Además de esta última, las referencias expresas que aparecen mencionadas son las siguientes: el álbum Tropicalia de Caetano Veloso; «He Got What He Wanted (But He Lost What He Had)» de Little Richard; «8 Mile», de Eminem; «Kilo», de Ghostface Killah; «Psycho Killer», de Talking Heads; el álbum Segundo, de Juana Molina; «Todo cambia», de Mercedes Sosa; «Trapped in the closet», de R. Kelly; «In Da Club», de 50 Cent; David Byrne & Fat Boy Slim: Here is Love; «Burning Down the House», David Byrne & Brian Eno; «Tie a Yellow Ribbon», de Dawn; «Climb Every Mountain», de Tom Jones; «Pennies From Heaven» (no dice en qué version, aunque habla de «un toque jazz», lo cual no es decir mucho tratándose de un stardard de jazz); y «Bycicle Race», de Queen. El resto de referencias atañen únicamente al nombre de los artistas. Siguiendo rigurosamente el orden de las citas y completando esos nombres con temas escogidos por Gog, una banda sonora posible de Diarios de bicicleta podría ser la que sigue (a falta de Tracey Ullman, Ghostface Killah y Tom Jones):

sábado, 30 de noviembre de 2013

Strano mondo di tanti nomi #27: Scott & Charlene's Wedding


El nombre artístico del grupo de Craig Dermody tiene un origen pintoresco, porque ni Craig se llama Scott, ni hay una Charlene en la banda (es un cuarteto masculino), ni consta que esté casado, sino que es el mismo título del culebrón favorito de su madre, que no paraba de verlo cuando él era un crío. 

Dermody tiene un cantar arrastrado, con una entonación desaliñada, como si hiciera un esfuerzo por modular cuando él lo que realmente preferiría es hablar. Porque mira que cuenta cosas en sus canciones; habla de sus vivencias existenciales, de sus ansiedades, de la frustración que se siente cuando nuestras ambiciones no se cumplen, de lo que la música puede hacer por ti, de la grisura de algunos días, de las pifias que te hace la vida a veces o de lo complicado que es subsistir cuando estás corto de pasta, sobre todo en una ciudad como Nueva York. Y es que este australiano de pura cepa se ha trasladado ahora a la jungla de Nueva York, como un Cocodrilo Dundee pero con guitarra afilada en vez de machete. A ese nuevo espacio vital le ha dedicado precisamente varios temas en su segundo álbum, Any Port in a Storm (Fire, 2013). Nueva York y lo que supone vivir allí está expuesto en cortes como «Fakin’ NYC», «Spring Street» o «Downtown». Al parecer Dermody siempre se miró en el espejo estadounidense y desde muy joven se lo marcó en la agenda de los sueños por cumplir. En «1993» rememora los épicos playoffs de la NBA de aquel año, pero además la pincelada autobiográfica del estribillo es muy ilustrativa: I haven’t done much changing in what I love since 1993

Las guitarras son igual de parlanchinas que él. En lo musical, son la cualidad más relevante del álbum. Se muestran animadas, fogosas, están llenas de vida y la transmiten. Además, ha mejorado muchísimo la producción respecto a su primer álbum. Así que si el oyente es capaz de aceptar las aptitudes vocales de Dermody, este disco no dejará de sonar en su reproductor. 



Dejar escrito aquí los nombres de Jonathan Richman, Modern Lovers y Pavement no puede resultar intrascendente.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Cameos musicales #52 // Rock 'n' actor #30

Beat Girl (E. Gréville, 1960) no pasaría de ser una mediocre película de serie B si no fuera porque su banda sonora, y más concretamente su tema principal, es uno de los hitos de la música incidental en el arte cinematográfico. Fue la primera composición para el cine que realizó quien a la postre sería famosísimo compositor, John Barry, que además apareció en varias escenas de la propia película acompañado por la Seven Orchestra. Desde los créditos iniciales, sin ir más lejos:


La protagonista fue la entonces jovencísima Gillian Hills. Este papel —una insufrible y consentida adolescente, de bofetada— es tal vez su aparición cinematográfica estelar, aunque cuenta en su currículum, ni más ni menos, con haber interpretado un pequeño papel en la mítica Blow Up (Antonioni, 1966) y otro en la no menos legendaria La naranja mecánica (Kubrick, 1971). Hills grabó varios singles y EP durante la primera mitad de la década de los 60, casi todos en francés. Aunque inglesa de nacimiento, pasó varios años en Francia, y allí terminó cuajando la mayor parte de su carrera como actriz y chanteusse. Su conocido «Zou Bisou Bisou» lo versionaría después Sophia Loren, mientras que en la época actual lo ha actualizado la actriz Jessica Paré en una de las más celebradas escenas de la serie Mad Men.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Artes gráficas #6 // Portadas #118: Surrealismo

En la exposición temporal El Surrealismo y el sueño que ha abierto el Museo Thyssen, abundan, como no podía ser de otra forma, una amplia y variada gama de cuadros, de autores muy conocidos (Magritte, Miró, Dalí…) a otros tal vez menos transitados por el gran público (por ejemplo, la siempre sorprendente Remedios Varo, Delvaux, Óscar Domínguez…), si bien la muestra también incluye esculturas, fotografías y audiovisuales surrealistas, desde cortometrajes como El perro andaluz o de Max Ernst a fragmentos de la película Recuerda, de Alfred Hitchcock, para la cual el mismísimo Salvador Dalí realizó los decorados de las escenas más oníricas.


De la obra pictórica de Dalí hay colgados dos de los bocetos que realizó para Recuerda y siete lienzos, entre ellos "Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar". La visión de ese pez que sale de la fruta y del que a su vez sale un tigre, trae a la memoria la portada del álbum de otro surrealista como era el Captain Beefheart. No es casualidad que, además, en Trout Mask Replica (Reprise, 1969) haya un tema titulado Dali's Car. Y por seguir con las asociaciones, algo bastante surrealista por otra parte, ese álbum es el favorito de todos los tiempos de David Lynch, otro muy evidente surrealista; asimismo, ese tema mencionado sirvió para bautizar la banda que formó Peter Murphy una vez disuelto Bauhaus

Diseño y fotografía: C. Shenkel

Sigamos un poco el rastro de la influencia del Surrealismo en la historia de la música pop –entendida esta en su sentido más amplio– a través de las portadas de los álbumes. 

Podría apostarse casi con total seguridad que en la década de los años 50 no hay ni una sola portada que presente una imagen surrealista; y si la hubiera, sería una minusculérrima excepción. Es la época en que comenzaba a desarrollarse el concepto de álbum. Las ilustraciones solían ser fotografías de los artistas y el diseño gráfico no tenía demasiada complicación. Hay que tener en cuenta que el vehículo de expresión y consumo principal entonces era el single. El álbum, al comienzo, era básicamente una recopilación de los éxitos de los artistas. Fue más adelante cuando se vio en ese formato las posibilidades comerciales que tenía.

Tampoco en la primera mitad de la siguiente década se hallan muchos ejemplos. Sólo a partir de 1967, con el advenimiento de las sustancias alucinógenas y la psicodelia, comienzan a aparecer motivos surrealistas en las cubiertas de los discos. 

Diseño: Ed Trasher (1968)

Diseño: Phillip Travers (1968)

 Diseño: Bob Cato (1968)

Fotografía: Roland Diehl (1968)

Diseño: Milton Glaser // Pintura: Bob Dylan (1968)

La década de los años 70 fue, sin duda, la etapa gloriosa del Surrealismo en las portadas discográficas. El álbum pasa a ser, definitivamente, un producto integral y las portadas se llenan de composiciones artísticas. Mucho tuvo que ver en la eclosión del Surrealismo los diseños de Hipgnosis, responsable de algunas de las cubiertas más legendarias de la época. Solamente con los trabajos gráficos de este estudio londinense podría hacerse una exposición surrealista. La mítica de los álbumes de Pink Floyd debe mucho a Thorgerson y Powell, los fundadores de Hipgnosis en 1968 [en este enlace pueden verse todos sus trabajos]. Recordemos, por ejemplo, aquel cerdo volando sobre una fábrica en Animals (Capitol, 1977) o el hombre ardiendo estrechando la mano a otro tranquilamente en Wish You Were Here (EMI, 1975). Después, todas aquellas bandas de rock progresivo introdujeron el Surrealismo en sus portadas. Los discos de Yes, Camel, Genesis… En líneas generales, podría afirmarse que el Surrealismo formó parte del ambiente de la época en la industria musical en lo que hace a las artes gráficas durante la década de los 70. Seleccionar sólo un puñado representativo es harto complicado. 

 Diseño y fotografía: Jim Franklin (1970)
 
Pintura: M.C. Escher (1970)

Diseño: Bruce Steinberg (1973)

Diseño y fotografía: John Lennon (1973)

 Idea: Janson, Eding, Clapper // Ilustración: Arthur Wood (1973) 

 Diseño: Hipgnosis (1977)


 Diseño e ilustración: Hugh Syme y Bob King (1978)
  
Hacia finales de los años 70 se va calmando la fiebre surrealista. El excesivo uso de imágenes oníricas recargadas conduce a unas cubiertas de composición algo más sencilla, con predominio de un esteticismo refinado, y poco a poco se van volviendo más sobrias. En los años 80 cambió el concepto artístico para las ilustraciones de las portadas. El cuidado plástico de las cubiertas se mantiene, el dibujo sustituye en gran parte a la fotografía, pero los ejemplos de Surrealismo son muy escasos en comparación con la década anterior, a excepción del heavy metal (portadas de Def Leppard, Rainbow, Megadeth, etc.), que en su afán por epatar desarrolló unos diseños a cual más, más... en fin, a cual más. En géneros musicales como el punk, la new wave, el synth pop o el pop y el rock de estirpe indie apenas se percibe; Robyn Hitchcock sí es uno de sus frecuentadores.

Diseño: Alan Schmidt & Pat Carroll // Ilustración: Chris Moore (1981)

Diseño: Hugh Syme (1982)

 Diseño: Lumel Whiteman Studio // Ilustración: Stan Watts (1983)

Diseño: Michael Hodgson // Ilustración: Jim Warren (1983)

Diseño: Andy Dog (1986)
 
Dibujo: Robyn Hitchcock  (1989)

La misma escasez de producción surrealista continuó en general durante los años 90. En la actualidad, con el renacimiento del vinilo, un formato con más prestaciones para el desarrollo de las artes plásticas, la huella del Surrealismo sigue presente, aunque ni mucho menos con la fuerza de antaño. Hay bandas eminentemente surrealistas en sus propuestas estéticas, como The Flaming Lips y los siempre excesivos Of Montreal, o la psicodelia, como The Warlocks, y en general el rastro del Surrealismo parece extenderse levemente. 

Diseño: CLUST.TM (2003)

Diseño: Soap Design Co. (2005)

Diseño: David Barnes (2005)

Diseño: J. Schmidt (2008)

Diseño: Poccuo // Ilustración: Elzie Sexton (2008)

Cuadro de Terry Rowlett "Through the Garden" (de 2003; álbum de Vic Chesnutt y Elf Power, de 2008)

Diseño: George Salisbury (2009)

Diseño: Mike Sportes (2011)

 Diseño: Tim DeLaughter (2013)

Y en lo que se refiere a la industria fonográfica española actual, se percibe, en cambio, un mayor interés por los planteamientos surrealistas. Es muy sabido que el arte español, tradicionalmente y exceptuando determinados periodos artísticos más vanguardistas y determinados autores muy personales, ha tenido siempre muy hundidas sus raíces, sea el campo artístico que fuere, en el Realismo. Y si no hay muchos ejemplos que sacar a la luz echando la vista atrás —de nuevo habría que acudir a una banda de conceptos surrealistas, como El Niño Gusano—, podría decirse que hoy día el Surrealismo tiene más cabida que nunca en las portadas españolas.

Diseño: Óscar Sanmartín y Jesús Saiz (1996)

 

Diseño: Víctor Gomollón (2004)

 
Diseño: Paco Fuentes (2005)

Diseño: Alcázar y Núñez (2007)

Ilustración: Gonzalo Rueda (2009)

Diseño: Artica (2009)


 
Collage: Carlos Ballesteros (2012)


En resumen, podría concluirse que, si bien la evolución de la producción de portadas con motivos surrealistas a lo largo de la historia tiene forma de campana de Gaus, hoy día, quizá debido en parte a la vuelta del formato grande del vinilo, que permite un mayor desarrollo plástico, la influencia del Surrealismo sigue vigente e incluso llega a detectarse un cierto incremento.

[Son todas las que están pero no están todas las que son. Tenemos anotadas muchísimas más, aunque cualquier aportación que se haga al tema para completarlo será bienvenida.]