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sábado, 29 de mayo de 2021

Cameos musicales #66: Scream And Scream Again

Ver encabezando el reparto de una cinta de terror a Vincent Price y Christopher Lee pica la curiosidad de cualquier degustador cinéfilo. La realidad es que Scream And Scream Again (G. Hessler, 1970) —aquí La carrera de la muerte, víctima del maltrato traductor— se queda en una poco interesante serie B, con u
nos Price y Lee muy menores, que no son tan protas como se anuncia.

La historia es una mezcolanza entre Frankenstein y el mito del superhombre, como un engendro nacido entre Mary Shelley y Friedrich Nietzsche. Añádasele un asesino en serie con ínfulas de vampiro y un tanque de ácido. Pero las escenas de acción resultan infantiles y alguna da algo de vergüenza ajena. Lo mejor de toda la cinta es la elipsis que une el grito de una mujer a la que van a cortarle un dedo con unas tenazas y el inicio de la actuación del grupo Amen Corner en una discoteca del más puro swinging London

En el montaje del vídeo que podemos encontrar no está esa elipsis, pero podemos ver ese ambiente londinense y a la banda en acción:


Amen Corner eran originalmente de Cardiff. Su rhythm and blues psicodélico tuvo cierto reconocimiento popular en la década de los sesenta. "Scream And Scream Again", el tema que interpreta la banda galesa en la escena de la discoteca, se compuso para la peli ex profeso. Su vocalista y guitarrista Andy Fairweather Low tuvo luego carrera en solitario e hizo de músico acompañante de gente como Eric Clapton, George Harrison o Roger Waters. Por su parte, Dennis Bryon, el batería, estuvo con los Bee Gees durante la segunda mitad de los setenta; hasta escribió luego una autobiografía de aquella época junto al trío de hermanos.

domingo, 14 de febrero de 2021

Cosas de hermanos #87: Trastos

A veces tener detrás el empuje de una multinacional puede acarrear que del impulso acabes cayendo por un precipicio. Les pasó a Trastos, banda nuevaolera de principios de los ochenta compuesta por dos parejas de hermanos: los Crespo (Fernando Crespo al bajo y Tores a la guitarra) y los Lobato (Miguel Ángel cantando y Javier aporreando bombos y platillos), más el teclista Luis Carlos Esteban

Los produjeron mal, les obligaron a cultivar una imagen de banda para quinceañeras y obligaron a meterlos a empellones donde fuera hasta hacerlos aborrecibles para el resto de bandas de su generación.  

Sobre ellos he escrito en el blog de La Fonoteca. 



miércoles, 30 de diciembre de 2020

Cosas de hermanos #86: Field Music y The Haden Triplets

Nada tienen que ver musicalmente Field Music y The Haden Triplets. Sus puntos en común son que ambas bandas están formadas exclusivamente por hermanos (la primera) y hermanas (la segunda) y que este año han publicado sendos discos. 




> Field Music, o sea, los ingleses David y Peter Brewis, lleva funcionando desde 2004. Curiosamente, ambos han tocado la batería alguna vez en el grupo de sus colegas The Futureheads. En Making a New World (Memphis Industries, 2020) ponen su art-rock —¿podríamos llamarlo rockocó?—, progresivo, de estructuras intrincadas y sofisticadas, al servicio de un álbum conceptual sobre los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. 

> That Dog fue una banda de Los Angeles que estuvo activa de 1991 a 1997 y que volvió a reunirse en 2011. Estaba compuesta por Tony Maxwell, Anna Waronker (también en Ze Malibu Kids, e hija de Lenny Waronker, productor y presidente de la Warner), y Petra y Rachel Haden. Estas dos son hijas del contrabajista de jazz Charlie Haden. Y hay una tercera hermana, Tanya. Las tres, como The Haden Triplets, han publicado su segundo álbum, The Family Songbook (Thirty Tigers, 2020). En él desarrollan un cancionero en clave folk y country con sus voces prístinas y armonías angelicales. Hay mucha clase en la docena de temas. Y en todos ellos flota una tristeza que sobrecoge, incluso en la versión que hacen "Say You Will" de Kanye West.

sábado, 4 de enero de 2020

Cameos musicales #64: Megatón ye-yé

En 1965, el éxito de Micky y Los Tonys era tan grande que empezaron a llegar las ofertas de conciertos más allá de las sesiones del Price y hasta su incursión en el mundo del cine. La arrebatadora personalidad de Miguel Ángel Carreño, 'Micky' le llevó incluso a protagonizar Megatón ye-yé (1965), dirigida por Jesús Yagüe y coprotagonizada por María José Goyanes. La banda sonora de la película —compuesta íntegramente por Micky y Los Tonys— es todo un compendio entre rock clásico, el rock instrumental de The Shadows, la música surf y el ye-yé. Sobresalen muy especialmente los temas "I'm Over", "Sulpher Soap" (tocada en la película por Los Shakers), "Ya No Estás" o "Pretty Baby". Por cierto, Los Shakers (los españoles, que hay por todo el mundo conjuntos llamados Shakers) estaban comandados por los hermanos Ricardo y José Luis Sáenz de Heredia, sí, hijos del muy conocido director cinematográfico. 

Volviendo a Megatón Yeyé, a continuación se lista el elenco al completo de artistas/bandas que salen tocando, el minuto en que aparecen (minutaje aproximado, es un cálculo propio hecho a ojímetro) y las correspondientes canciones: 

> Juan Erasmo Mochi - Yvonne (primera escena) 
> The Shakers - Sulpher Soap (18’15’’) 
> Micky y Los Tonys - I´m Over (21’) 



> Juan Erasmo Mochi - No comprendo (25’15’’) 
> Micky y Los Tonys - Pretty Baby (40’) 



> Micky y Los Tonys - Tú serás muy feliz (45’55’’) 



> Juan Erasmo Mochi - Pediré (51’30’’) 
> Micky y Los Tonys - Tú ya no estás (53’19’’) 



> Micky y Los Tonys - Un bel amour (70’) 
> Micky y Los Tonys - Sha-la-la (74’) 


Ese mismo año, Fernando Argenta tiene que dejar a Los Tonys para cumplir el servicio militar y entra en su lugar Francisco Ruiz, que acababa de abandonar Los Shakers. Por su parte, Micky siguió compaginando música y cine. En 1968, llegó a participar como actor en la película La vida sigue igual, protagonizada por un entonces emergente Julio Iglesias, pero ese es el capítulo de otra historia.

viernes, 3 de enero de 2020

Y ellos se juntan #105 // Cosas de hermanos #84

Una teoría puede ser una simple especulación, independientemente de que tenga o no aplicación práctica o demostración palpable. Hay campos abonados para que broten teorías como patatas. El álbum que salió de la colaboración entre Daniele Luppi, Parquet Courts y Karen O (Milano, 30th Century Records, 2017) da para exponer varias de ellas, aunque sólo sea por el placer de exponerlas. 


> Teoría 1 - No hay canción mala si en ella interviene Karen O 
Su voz tiene una personalidad única. Por su timbre y su forma de interpretar. En Milano pone la voz en tres temas, y además es la compositora de ellos. No se entiende, por tanto, que su nombre no figure también al frente del proyecto. “Talisa” no es sólo uno de los mejores cortes del disco, sino que lo es de toda la carrera de la líder de Yeah Yeah Yeahs (qué es del grupo, por cierto). 

> Teoría 2 - Los proyectos en común no suelen pegar tanto como una simple banda 
Los hay, que conste, hay supergrupos que han llegado a cuajar sólidamente, aunque la impresión es que la mayoría de las veces se derriten con los primeros calores de la primavera. Tienen un problema adicional que los hacen antipáticos: obviando el orden alfabético, ¿dónde los colocas en la discoteca? 
Añadido/Hipótesis: La importancia de un nombre bien puesto es fundamental. En el caso que nos ocupa, el álbum probablemente quedó diluido a falta de un nombre artístico común y no todo ese Daniele Luppi & Parquet Courts. Podría haber sido tan fácil como Luppi Courts o algo así.  

> Teoría 3 - Lo más interesante de las listas con “lo mejor del año/década” muchas veces está en lo que no traen 
Las listas son volubles, inconsistentes, inanes y caprichosas. Y engreídas, porque se basan en el secreto principio de que nada como mi gusto personal. Claro que son peor aún cuando van de listas o cuando se muestran como un listado de tendencias. Prácticamente ninguna recogió este disco, que pasó demasiado inadvertido para lo buenísimos que es. 


Es un disco fraternal. En todos los sentidos. En el literal porque también intervienen un par de hermanos: Lorenzo Luppi a la trompeta; y los Savage, Andrew y Max, por parte de los neoyoquinos. En el figurado, porque es un disco entrañable, afectuoso, con el que te sientes bien. Y qué maravillosamente encajan la mencionada genialidad de Karen O, con la supuestamente anárquica marcialidad de los Parquet Courts y el lado más pop y cinematográfico de Luppi. Un disco surgido del talento de tres artistas en su apogeo.

viernes, 2 de agosto de 2019

Cosas de hermanos #83: los Amador

Los Amador, Raimundo y Rafael, se unieron brevemente con Kiko Veneno para formar uno de esos grupos cruciales, que a manera de un big bang posterior dan lugar a múltiples y esenciales encarnaciones para la historia de la música: Veneno. Los hermanos lo intentaron después con Pata Negra, pero las relaciones personales son siempre difíciles aunque se lleve un buen porcentaje de la misma sangre por las venas. Raimundo luego ha sido un icono de la guitarra flamenca. Kiko continuó una muy bien reconocida carrera en solitario, además de colaborar con numerosos artistas y de producir a a alguno de ellos.

De Veneno más algunas cavilaciones sobre el gazpacho he escrito algo en el blog de La Fonoteca.


viernes, 5 de enero de 2018

Cosas de hermanos #82 // En Re de reedición #10: Animals That Swim

Podría ser una pregunta del Un, dos, tres… responda otra vez: «Por 25 pesetas, diga animales que nadan». Hoy día, algún concursante con gafas, barbas, pantalones de pitillo, camisa tipo leñador y en general pinta de sabelotodo respondería Hugh Barker, o Al Barker, o Hank Starrs (Jeffrey Barker para su padre y su madre). Los Supertacañones se aprestarían rápido a tocar la campana y a componer un pareado sancionador. El entendido musical protestaría, manotearía para esgrimir que no ha habido más Animals That Swim que esos tres hermanos londinenses. 


 Vale, la introducción puede parecer algo forzada y poco conseguida (incluso nada). La otra opción que teníamos era haber jugado con el número 3 y sus múltiplos: tres hermanos, tres palabras en el nombre artístico y tres álbumes y nueve singles publicados. Animals That Swim comenzaron en 1992 sacando ellos mismos 300 copias de «King Beer» y repitieron el movimiento meses después publicando otro 7’’, este de reminiscencias orbisonianas, pues «Roy» trata sobre una supuesta conversación con el fantasma de Orbison. Ambos temas entraron en lo que fue su primer LP —Workshy (Elemental Records, 1994)—, que llegó a rozar levísimamente cierto reconocimiento popular gracias al NME. Pero, pese a sacar dos discos más, Animals That Swim no cuajaron lo suficiente. Quizá lastró su progresión que se movieran por ese magma de transición entre el indiepop clásico y el brit pop, sin identificarse definitivamente ni con unos u otros; o que las letras, tan cuidadas, y algunos temas eran demasiado exigentes para el oyente medio; o que el uso de la trompeta ya no estaba de moda. 


Hoy día su elegancia y su fina intensidad nos siguen pareciendo arrebatadoras. Algo similar debe de pensar el sello One Little Indian, que últimamente ha reeditado en vinilo aquel maravilloso debut, que se acompaña con un segundo vinilo, que incluye dos de las caras B de la época —«Impossible» y «Me & Cpt. America»— y un increíble puñado de demos grabadas entre el segundo y tercer discos, y que sólo ahora salen a la luz. Según cuenta en el inserto Hank Starrs, el propósito de estas grabaciones era simplemente demostrarle a la compañía discográfica que tenían potencial. Y vaya si lo tenían, porque ahora no es sólo la oportunidad de volver a escuchar gemas como «Smooth & Steps», «Pink Carnations», «King Beer» o «Vic», sino que te sientes el más feliz de los piratas por descubrir tesoros como «Hidden Stars».

sábado, 18 de noviembre de 2017

Ellas llevan el ritmo #76

> Katherine Lieberson en Teen: es una de las tres hermanas del grupo. Hay muchas esperanzas puestas en esta banda desde su primer disco, que produjo Sonic Boom. Parece que su expansión es muy evidente. 


> Sidonie Hand-Halford en The Orielles: lidera el grupo junto a su hermana Esmé. Llevan ya un buen puñado de singles; su salto a Heavenly promete un futuro interesante. 



 > Natalia en No Hay Dolor: no sólo le da a las baquetas, sino que canta al mismo tiempo. El guitarrista Marco y ella han pasado a trío sumando un bajista, para dar más cuajo a su rock underground cocido en los subsuelos madrileños.



> Amber Grimbergen en The Hinds: pese a que no lo parezca a priori, este cuarteto femenino también es madrileño de origen. Ahora mismo el mundo es suyo.


jueves, 2 de noviembre de 2017

Cosas de hermanos #80: The Ocean Party


Los hermanos Lachlan y Zac Denton comandan esta banda australiana de pop pluscuamperfecto. A disco por año desde 2011, estas líneas estarán en breve obsoletas porque está a punto de salir, si no lo ha hecho ya, su nuevo álbum. Lo que hay en Restless (Spunk, 2016) es un pop anticiclónico, luminoso, de cielo muy despejado. Sobresale el trote alegre, exultante, de «Back Bar»; o el bajo molón de «Preassure». Pero en realidad todos los temas están llenos de detalles: emocionantes punteos —la guitarra española de «Decent Living» recuerda al mejor Al Stewart—, pianos, un saxofón cálido…

viernes, 13 de mayo de 2016

La influencia del centeno en la cultura popular #28 // Cosas de hermanos #79: Airport Girl

Los aeropuertos y los aviones son espacios cerrados con mínimas opciones de distracción y están colmados de tiempo muerto, lo cual los convierte en lugares idóneos para la lectura. Aunque hoy día los objetos tecnológicos están copando el antiguo paisaje de lomos y portadas, no hay aeropuerto en que aún no se vendan libros y revistas. Suponemos que en el de Nottingham, patria chica de Airport Girl, sucederá lo mismo. 

Airport Girl es (o era) el combo de los hermanos Rob y Sean Price, pero el número de miembros oscila entre 6 y 8 en ocasiones, así que viajar juntos les saldrá siempre por un pico. En algún aeropuerto debieron de toparse con la chica que inspiró el nombre a la banda. Su breve obra discográfica está publicada en dos de los sellos más exquisitos a la hora de hablar de indie pop: Matinée —Honey, I’m an Artist (2001)— y Fortuna Pop —Slow Light (2007)—. En medio de ambos discos, grabaron un single para el sello Where It's at Is Where You Are (más conocido como WIAIWYA): el 7" Salinger Wrote / Emmaweg House (2004). 


La cara A narra una historia de amor indie entre chico y chica en la que el nombre JD Salinger pone una nota intelectual. Musicalmente, es una montaña rusa; en los tres minutos que dura, les da tiempo a desarrollar subidas y bajadas, acelerones y frenazos, remansos y acumulaciones, una sucesión de rasgueos delicados frente a muro de guitarras. 

La cara B es bien diferente. Se trata de un tema instrumental envuelto en una leve atmósfera reggae y comandado por una melódica, que podría sonar en cualquier tenderete del mercado de Portobello. 


Este single resultó un puente de transición entre el pop naíf de sus comienzos y el pop más barroco de una historia que a la postre no parece que vaya a tener continuación.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Arquitectura y moralidad #9

La reciente colaboración culinario-musical de Gog en el rincón de La Fonoteca recupera a la banda madrileña Ciudad Jardín. Preparando el texto, me enteré de un par de datos que ignoraba. Como parte de esa información no venía a cuento en el artículo, aprovecho para desarrollarla algo más aquí. 

El nombre de Ciudad Jardín proviene del movimiento urbanístico de las ciudades jardín que fue fundado por Ebenezer Howard (1850-1928). Sus conceptos sociológicos y urbanísticos llegaron también a España en los años veinte, de ahí que numerosas ciudades tengan un barrio con ese nombre (Las Palmas, Bilbao, Santander, Málaga…) o el de Ciudad Lineal de Madrid, propulsado por Arturo Soria. Asimismo, la atracción por la arquitectura les llevó a los componentes de la banda a incluir una impresión del edificio Torres Blancas en la portada; en este caso, puro brutalismo arquitectónico. 



El otro hallazgo es que uno de los fundadores del grupo era hermano de Eduardo Haro Ibars, poeta y letrista para grupos como Azul y Negro, Gabinete Caligari y Orquesta Mondragón; además, ambos eran hijos del escritor y periodista Eduardo Haro Tecglen


Poeta maldito, Eduardo Haro Ibars fue protagonista de la Movida madrileña. Su radar siempre atento a la contracultura y los movimientos underground le llevó a escribir en 1979 el seminal artículo "Punks y punkettes, salid de vuestras alcantarillas", en el semanario Triunfo (24-2-1979). Uno de sus mejores poemas sirvió para que Gabinete Caligari grabaran uno de sus mejores temas:

miércoles, 10 de febrero de 2016

El porqué de mis peinados #24 // Cosas de hermanos #77 // Género chico #74: Gomina


Llega un momento en que ya no es uno es el que se peina, sino que es la vida la que le peina a uno. Antes de que la caída del cabello se haga una realidad insalvable y llegue ese instante en que el cepillo se convierte en un objeto de adorno, suele haber un periodo de tiempo con pelazo por domar, donde la gomina puede ser el aliado que ayude a fijar el pelo. Lo más curioso es que parece que la gomina también fija las ideas, sobre todo las más reaccionarias, carcas y tradicionalistas, porque un hombre engominado, generalmente —insisto en el adverbio—, comulga con un patrón fachoide y conservador que pone los pelos de punta; eso cuando no es el look de tiburones financieros, pijos de jersey en los hombros y demás borjamaris. 

No sabemos si en Francia la asociación es la misma. La palabra existe tal cual para señalar ese gel untuoso. Y además da nombre artístico a un cuarteto de Caen, que practica un tecno-pop fresco y para nada engolado. En las cabezas de los hermanos Robveille (Julien y Nicolas), Peter Bannier y Nicolas Varin tampoco se ven rastros de fijador. 


Corren malos tiempos para el formato de 7’’. Fabricar un single cuesta casi tanto como un elepé; si le añadimos los demenciales gastos de envío, animarse a comprarlos es una decisión que requiere un bolsillo repleto. O un enganche feroz a alguna canción. «Stupid» es el sexto corte de su segundo álbum, Prints (2015); también es el hipnótico tema que eligieron como avance y que prensaron en la cara A de un 7’’ de color verde (hOOz, 2014). Comienza con un fogoso revuelo de teclados y sintes, como una ráfaga de viento alocado que surge de repente para ponerse a juguetear con papeles. Luego se sostiene una cadencia etérea durante más de cuatro minutos que te lleva flotando. El vídeo que le hicieron fue un acierto pleno, porque ese monótono y a la vez vertiginoso descenso en monopatín capta perfectamente su esencia: 



En la cara B, «She Falls», el rapero COEFF colabora con ellos. Pese al título en inglés, la letra del rapeo está entonada en la lengua de Balzac, mientras que la banda se limita a emitir un festivo tututututututu en los coros. La base del tema tiene una estructura repetitiva que recuerda mucho a Clinic, lo cual sólo puede ser bueno. De remate, «She Falls» no se encuentra en el álbum, que es como tienen que hacerse estas cosas. 

A saber qué pasará cuando estalle la burbuja del vinilo. Probablemente este formato pequeño acabe por extinguirse. Mal camino lleva, desde luego. Disfrutemos de una joya como esta mientras se pueda.

martes, 5 de enero de 2016

5 sobre... #36: ciencias

El último premio Nobel español en Ciencias fue Severo Ochoa, alumno de aventajado de Ramón y Cajal, allá por 1959. Desde entonces no se ha vuelto a lograr la gesta. Según el último informe PISA, España ocupa más allá de la trigésima plaza en matemáticas y en ciencias de entre 44 países. Afortunadamente, de vez en cuando aparecen noticias de los avances que consiguen algunos científicos españoles, muchos afincados en el extranjero. Vayan aquí un puñado de canciones en honor de todos ellos.

> Parade - Nickel chromo
El níquel es un elemento químico de número atómico 28; el cromo, 24. Ambos metales juntos se usan para conseguir una aleación llamada nicromo, resistente a la corrosión y de gran resistividad, lo cual la convierte en un material idóneo para compuestos electrónicos. El tema retrata un escenario postapocalíptico en el que las bandas han escrito en las paredes: "Nikel Chromo manda". Según explica el propio Antonio Galvañ, la sinapsis electrónica entre esos dos componentes alude a un cerebro artificial cobrando conciencia de sí mismo. Algo así como un poco Terminator todo.


> Hidrogenesse - Dígito binario duduso
Ballesteros y Segarra, con esa capacidad suya para percibir el futuro y anticiparse, rescataron la figura del Alan Turing antes de que lo hiciera a lo grande el cine hollywoodiense con The Imitation Game (2014). Dos minutos y medio de bits que recrean la neurosis y la obsesión digital que consumieron al matemático, entre otras cosas.


> Antonio y Carmen - La tristeza de ser electrón
Los hijos de Rocío Dúrcal y Junior. A los niños les pusieron toda la maquinaria de una multi a su servicio, pero las composiones que hicieron para ellos están muy lejos de un pop infantil. La idea, se supone, iba dirigida a un público menor de edad, pero el resultado fue un pop atemporal que cualquiera puede disfrutar. Parade, por cierto, la versioneó.

Qué triste vivir en una nube 
El electrón se aburre por definición



> Nacha Pop - Una décima de segundo
Uno de los grandes temas de los Vega. Aquí equiparan una relación sentimental con la geometría. Aparentemente triste, sin embargo desprende una euforia reconfortante cuando sube de tono. Canción sin estribillo propiamente dicho pero de estrofas memorables.

Y es que no hya nada mejor que imaginar,
la física es un placer. 
Es que no hay nada mejor que formular, 
escuchar y oír a la vez. 
Mide el ángulo formado por ti y por mí.
(...)
Somos coordenadas de un par. 
Incógnita que aún falta por despejar.  



> Alicia Granados - No soy un guarismo
Por imposible que parezca, la voz hecha y desgarrada que canta esta autoafirmación personal en modo yeyé era la de una niña de trece años, que un año antes había ganado el festival de Benidorm, por delante del Dúo Dinámico

viernes, 20 de noviembre de 2015

¿Y tú de quién eres? #25 // Cosas de hermanos #75: Minuit


Las parejas sentimentales que forman un dúo musical es un género en sí mismo. Los ha habido en todas las épocas y los sigue habiendo: Iker & Tina Turner, Chrisma, Everything But The Girl, Mates of States, The Rosebuds, Souvenir, Klaus & Kinski... Rizando el rizo, hasta se da el caso de bandas formadas por varios emparejamientos —léase Abba, Fleetwood Mac o The Mamas & The Papas—, con el subsiguiente lío. Aunque a veces, incluso con la ruptura como pareja de por medio, se mantiene el combo, que una cosa es el amor y otra los negocios. 

Catherine Ringer y Frédéric Chichin se enamoraron hasta las trancas en 1979; al año siguiente ya estaban dando conciertos juntos como Les Rita Mitsouko, ella a la voz y él a la guitarra y los sintes. Extravagantes al máximo, consiguieron llamar la atención con su look a base de anoraks fluorescentes o bolsas de plástico de Félix Potin (como ponerse aquí unas de Galerías Preciados) y su ecléctico synth-pop, que en ocasiones aderezaban con ritmos latinos, pizcas de jazz o lo que hubiera por encima de la mesa en la que cocinaban sus ideas. Dejaron un porrón de elepés y tres retoños, de los cuales dos siguen ahora los pasos musicales paternos como Minuit, si bien se presentan con los apellidos paternos por separado: Simone Ringer y Raoul Chichin.

Están empezando, por lo tanto su obra es aún exigua; de momento se reduce a un EP en formato digital y un vídeo. Evidentemente es poco material para juzgarlos, pero se entrevé la misma genialidad e irregularidad que tenían sus padres, que siempre fueron más de buenas canciones que de discos redondos. Así, el tema que abre el EP de Minuit te atrapa de inmediato y no hay duda de quiénes son hijos, musical y biológicamente hablando: 



En los tres temas siguientes hay que escarbar un poco para encontrarles la originalidad. Tienen menos chispa y son mucho más acomodados; en ninguno falta un pequeño solo de guitarra. Al final vuelven a bordarlo en «Sur Les Berges», una pieza mayúscula de pop francés de suntuosa instrumentación.

domingo, 4 de octubre de 2015

...Y ellos se juntan #94: FFS

Mejor solo que mal acompañado. A la mierda colaborar con otros. Yo me lo guiso, yo me lo como. Ni Mozart, ni Warhol ni Frank Lloyd Wright necesitaron de nadie para crear. Y FFS están convencidos de ello según afirman en «Collaborations Don’t Work». 

Lo curioso es que FFS es la inesperada y aparentemente esperpéntica colaboración entre Franz Ferdinand y Sparks, el joven cuarteto británico y el dúo angelino surgido en la década de los setenta. Y funciona; muy bien, además. Será que un chute de sangre joven hipervitamina o que de sangre vieja da un poso de equilibrada madurez. Tocar en una banda ya es una cuestión colaborativa; la huella de cada uno de los miembros aporta algo que hace que el resultado final sea diferente a lo que haría cada uno por separado. La historia de la música está plagada de ejemplos en los que un miembro se independiza y no obtiene ni de lejos el éxito de la banda madre. Lo bueno de las alianzas musicales es que a menudo conducen a lugares a los que no se habría llegado de otra forma. A las dos partes de FFS les ha sentado de maravilla a ambos retroalimentarse, y esa especie de vodevil pop de Sparks se ve potenciado y reconvertido con la base musculosa y rítmica de Franz Ferdinand.

El fruto ha sido un álbum sin más título que las tres letras iniciales (Domino, 2015). La autoría de los 16 temas —en la edición en vinilo doble; en cedé hay una edición con 12 cortes— se reparte por igual según consta en los créditos, pero escuchando atentamente lo que cuentan las letras se percibe más en estas la mano de Sparks, con sus personajes estrafalarios y las referencias irónicas a elementos de la cultura popular moderna: «Johnny Desilusional», «Dictator’s Son», «Police Encounters», «Piss off»… Para las huestes de Kapranos habrá sido toda una experiencia codearse con ese aire libérrimo y libertino de los hermanos Mael. Tanto las voces de Russell Mael como la Alex Kapranos encajan como si el tiempo simplemente hubiera estado esperando a que se encontraran.Por último, hacía tiempo que no se veía una secuenciación de los temas tan acertada.

lunes, 24 de agosto de 2015

¿Qué se sabe de los belgas? #33 // Cosas de hermanos #73 // El arte de la versión #100: Scala & Kolacny Brothers

Los hermanos Kolacny, Steven y Stijn, belgas por más señas, pianista uno y director de coro el otro, adaptan afamados temas del pop y del rock y los ponen en boca de voces femeninas angelicales. 

De Radiohead a The Cure, pasando por Abba, The Knife o Leonard Cohen, ya llevan más de una decena de discos con, al parecer, notable éxito.



domingo, 28 de junio de 2015

Cosas de hermanos #71 // Faropedia #22 // Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #32: The Steinbecks

Cuando uno va a comenzar a escribir un texto, el problema no es el del papel en blanco en sí, tan desafiante e inmenso, sino no contar con un poderoso detonante de partida. Para ponerse a hablar de Kick To Kick (Matinée, 2014), de los australianos The Steinbecks, sucede todo lo contrario: hay muchos puntos que tratar, de manera que se pueden atascar las ideas como en un embudo. Y es que parece un álbum pensado especialmente para En Esta Quiero Humo. Quede claro que el disco es tan bueno que eso bastaría para que Gog se pusiera a teclear sobre él. Si encima es la obra de una banda formada por hermanos, que toman el nombre del apellido de un famoso escritor norteamericano, le ponen la foto de un faro a la portada y componen una canción repleta de nombres de otros músicos y otra con un sublime fondo de órgano… 

La historia de The Steinbecks tiene un origen mítico, como todo lo que tenga que ver de alguna manera con Sarah Records, si bien a veces sea todo algo desproporcionado. En 1989, Josh y Joel Meadows eran unos jovenzuelos de Melbourne que habían decido formar un grupo de indie pop, The Sugargliders. Como tales grabaron seis singles y un elepé para el mentado sello inglés, hasta que en 1994 lo disolvieron para, según sus propias palabras, comenzar algo nuevo, esta vez como The Steinbecks. 

Desde entonces no ha sido un grupo lo que se dice prolífico: media docena de discos, teniendo en cuenta que habían transcurrido siete años de sequía discográfica hasta que vio la luz Kick To Kick. Es un álbum que desprende esa maestría australiana para el indie pop de guitarras, especialmente en la juerga de las seis cuedas que son temas como "We Cannot Hop To Complete With Such Colours" y "Trying To Be Someone". El álbum no se queda en ahí; contiene una sabiduría musical y una delicadeza todo él que lo hace crecer a cada escucha. Está la ternura de "At Arkaroo Rock" o el goce físico y emotivo que transmite la voz de Joel en "Below The Limen" (con un órgano Vox Continental supurando por detrás) y en "Cold Little Bones" (acompañada de un frágil rasgueo de mandolina). 

Y también está "I, radio", que rememora los días en que descubrieron la música alternativa a través de las emisoras de FM y cómo se engancharon a ella para siempre. En inglés las canciones en las que se cita una ristra de nombres se llaman, con mucha propiedad, list song; en esta, The Steinbecks cuentan que eran unos chavales que escuchaban a The Police y a John Cougar Mellemcamp hasta que un día descubrieron un puñado de bandas que les cambiaron la vida: Jonathan Richman, Billy Bragg, REM, The Smiths, The Stams, The Chills y The Moles. Tal vez The Steinbecks no te cambien la vida, pero sí te pueden cambiar un mal día.



El faro de la portada es el del Cape Nelson, cerca de Portland (Australia). Quede anotado aquí el sueño de ir a verlo algún día.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Hubo un tiempo en que bastaba con una portada #17: hoy lo cuenta Álex 7iete Pulgadas

El caso es que siendo vinilómano 100% y adicto a la compra de discos, no es frecuente que compre un disco simplemente por que me guste su portada. En el 99% de los casos, los discos que compro son de grupos/canciones que me gustan o al menos conozco. Algunas veces se trata también de puro coleccionismo para completar discografías; en otras, por recomendaciones de amigos. Y sobre todo me encanta darle veinte vueltas a la carpeta buscando algún detalle que me impulse a comprarlo, bien sea por un sello que me guste, una primera referencia, una colaboración, una edición rara... pero creo que casi todos los discos que he comprado con bonita o llamativa portada los conocía de antemano. 

Sin embargo, al igual que Federica Pulla, soy adicto a las cubetas polvorientas de todo a 1 € (o 100 pts. antiguamente). Ahí es raro encontrarse discos que reúnan buenas condiciones y además sean discos predilectos míos y entonces entra otra de mis “pasiones”: mi colección de discos petardos (o bizarros, si preferís). Todo empezó hace mucho tras alguna visita a La Metralleta, de esas en la que no pescas nada y te da por mirar lo más escondido y de saldo, pensando "hoy me llevo lo que sea, no me voy a casa con las manos vacías"; es cuando apareció ante mí un single de Los Hermanos Calatrava, no recuerdo ahora mismo cuál fue el primero que compré, pero fácilmente pudo ser el La, la, la o el Aleluya. El caso es que cada portada que veía me parecía más ridícula y a la vez desternillante con lo que me aficioné a comprar sus discos y a estas alturas creo que sólo me faltan 5 o 6 singles para tener todos. Ni que decir tiene que algunas de sus canciones son míticas ya que su filosofía de hacer versiones cómicas a veces daba con originales cojonudos que ya ellos se encargaban de destrozar, si acaso. No sólo su archifamosa «Space Oddity», sino otras maravillas como «O quizá simplemente te regale una rosa» de Leonardo Favio, «Honey» de Bobby Rusell, «Aleluya» de Aute, «El chico de la harmónica» de Micky, y tantas otras. 


Hurgar entre basura me ayudó muchas veces a no irme a casa sin compra y siempre encontraba alguna portada patética que se venía conmigo, como las incalificables portadas de Emilio el Moro, Manolo Escobar (con mi favorita «Horóscopo» en gatefold sleeve), Los 3 Sudamericanos, Pablo Abraira, Las Trillizas o mi favorita e indescriptible del grupo mallorquín La Pera, compuesto por un combo que incluye tanos, afros, hippies, calós... Menudo circo. Pero seamos serios, lo que mola es que te gusten las portadas de tus grupos favoritos, y cuando yo era adolescente uno de ellos eran The Pogues. Si ya flipaba con sus canciones, cuando descubrí sus portadas, sus historias y anécdotas (gracias sobre todo al libro de Ann Scanlon) flipé. Desde su primer LP Red Roses for me (1984) en el que Andrew Ranken figura “recortado” en una esquina ya que se fue de vacaciones antes de la sesión de fotos mientras el resto posan desafiantes tras el retrato de Kennedy, y la contraportada con Shane escayolado, James Fearnley liándose un porro con su botella de whisky en el bolsillo, Cait O'Riordan con su lata de cerveza y todos orgullosos estrenando abrigo. El segundo, Rum, Sodomy and the Lash (1985), tampoco tiene desperdicio (al igual que la contra), con todos los miembros del grupo incrustados en el cuadro «La balsa de la medusa» (Le Radeau de la Méduse) de Théodore Géricault. Luego vinieron la preciosa de If I Should Fall From Grace With God (1988), la curiosa de Peace and love (1989) con su boxeador de seis dedos, o la enigmática de Hell's Ditch (1990). 

Pero probablemente mi favorita, ya que también junta su pasión por el fútbol, es su single «Jack Heroes» junto con The Dubliners en el que recrean el increíble recibimiento que recibió la selección de fútbol irlandesa tras llegar hasta cuartos de final en la Copa del Mundo de Italia 90, donde únicamente pudieron ser derrotados por los anfitriones por un mínimo 1-0. 


Y ya si nos vamos a mis favoritos del indiepop no pueden faltar los cuatro vinilos de los fabulosos James Dean Driving Experience, que rinden homenaje a otras tantas musas del celuloide como son Audrey Hepburn, Claudia Cardinale, Rita Hayworth y Sofia Loren. Perfectas. 


El mundo de las portadas de discos es una maravilla, independientemente de que luego te guste el vinilo o no, pero disfrutar de la carpeta en la mano, acercártela, darle la vuelta, ver los detalles, escudriñarla, olerla... es un placer que en mi caso supera al de disfrutar de cualquier otra obra de arte. 

Autor del texto: Álex
Blog: 7iete Pulgadas 
Twitter: @alexbummer

martes, 28 de abril de 2015

Cosas de hermanos #69: The Death Of Pop


Decía el personaje de Michael Corleone que nunca había que ponerse del lado de alguien que va contra la familia. Por lo que pueda ocurrir y porque su álbum Runts (Discos de Kirlian, 2015) se disfruta, no será aquí donde nos pongamos en contra de The Death of Pop, toda una familia al completo en ese quinteto londinense. Los tres James (Angus, Oliver y Thom) son hermanos, y los dos que quedan, Isaac Jones y George Abram, son primos de aquellos. 

A la vista del pequeño póster que se incluye en el digipack, tienen pinta de gastar mucha sorna. Y si no, véase cómo describen los instrumentos que tocan: guitarra de gominolas, guitarra abizcochada, bajo de gelatina y batería cremosa. Unos cachondos. Pero engañan; tienen mucha más sustancia de la que podría pensarse de primeras. Runts recopila sus mejores temas, remasterizados de nuevo para la ocasión, y añade tres inéditos y una demo que deja constancia de los inicios del grupo. Así que hits & rarezas, de ahí que haya varios registros a lo largo del disco. Predomina el pop de guitarras pluscuamperfecto. «Kind Of Loving», por ejemplo, es una de esas canciones de melodía ensoñadora que te encuentras tarareando inconscientemente horas después de haberla escuchado. Hay algún corte de tendencia psicodélica (los temas inéditos principalmente) y un par de ellos van envueltos en varias capas de guitarras que para sí quisieran las cebollas.