domingo, 15 de mayo de 2016

Discos con portada con discos #79

Los Corraleros - Síguela, síguela [Discos Fuentes, 1967, Colombia


VA - Full Up: Best of Studio One, volume Two [Heartbeat REcords, 1967


Bill Fury - s/t [See For Miles Records, 1984] 


The Cramps - Blues Fix [Big Beat Records, 2014, EP 10''


Poison Idea - Record Collectors Are Pretentious Assholes LP [Taang!, 1991


VA - I Was A Teenage Caveman: Raw Savage Sixties Punk [Teenage Caveman


Alternative TV - How Much Longer b/w You Bastard [1977, 7'']

[Nota: Gracias a Murky por estas aportaciones al tema.]

viernes, 13 de mayo de 2016

La influencia del centeno en la cultura popular #28 // Cosas de hermanos #79: Airport Girl

Los aeropuertos y los aviones son espacios cerrados con mínimas opciones de distracción y están colmados de tiempo muerto, lo cual los convierte en lugares idóneos para la lectura. Aunque hoy día los objetos tecnológicos están copando el antiguo paisaje de lomos y portadas, no hay aeropuerto en que aún no se vendan libros y revistas. Suponemos que en el de Nottingham, patria chica de Airport Girl, sucederá lo mismo. 

Airport Girl es (o era) el combo de los hermanos Rob y Sean Price, pero el número de miembros oscila entre 6 y 8 en ocasiones, así que viajar juntos les saldrá siempre por un pico. En algún aeropuerto debieron de toparse con la chica que inspiró el nombre a la banda. Su breve obra discográfica está publicada en dos de los sellos más exquisitos a la hora de hablar de indie pop: Matinée —Honey, I’m an Artist (2001)— y Fortuna Pop —Slow Light (2007)—. En medio de ambos discos, grabaron un single para el sello Where It's at Is Where You Are (más conocido como WIAIWYA): el 7" Salinger Wrote / Emmaweg House (2004). 


La cara A narra una historia de amor indie entre chico y chica en la que el nombre JD Salinger pone una nota intelectual. Musicalmente, es una montaña rusa; en los tres minutos que dura, les da tiempo a desarrollar subidas y bajadas, acelerones y frenazos, remansos y acumulaciones, una sucesión de rasgueos delicados frente a muro de guitarras. 

La cara B es bien diferente. Se trata de un tema instrumental envuelto en una leve atmósfera reggae y comandado por una melódica, que podría sonar en cualquier tenderete del mercado de Portobello. 


Este single resultó un puente de transición entre el pop naíf de sus comienzos y el pop más barroco de una historia que a la postre no parece que vaya a tener continuación.

sábado, 7 de mayo de 2016

En Re de reedición #7: The Wild Poppies


Seguimos leyendo libros, viendo películas, escuchando discos, etc., con la esperanza de que nos topemos con algo que haga saltar de nuevo los resortes de la emoción. Porque la vida es (o debería ser) la búsqueda permanente de algo que nos emocione una vez más. Cierto que con cada año que pasa va resultando más complicado que eso ocurra. Nos resabiamos, estamos más de vuelta de todo, portamos un bagaje mayor sobre los hombros que nos impide disfrutar como antes. Pero si perseveras, ese momento volverá a suceder; y lo más maravilloso de todo es que siempre acaecerá cuando menos lo esperes. 

¿The Wild Poppies? ¿Quiénes son? Ah, quiénes eran. Una banda neozelandesa de la segunda mitad de los años ochenta a la que acaban de reeditar un álbum. La edición en vinilo tiene buena pinta: doble vinilo de color verde. A ver a qué suena esto… Ploc… Schrrr… ¡Atiza, qué bueno! ¡Ahí está! Desde el primer rasguido de guitarra, la atención se dispara, el estómago se contrae, algo en tu interior duele y da placer al mismo tiempo. Ha vuelto a acontecer. Cuando termina el disco —Heroine—, estás extasiado, felizmente relajado, profundamente emocionado y, no es ninguna exageración, tienes los ojos acuosos; es lo que tiene la emoción, que puede llegar a manifestarse de forma física. 


Hay que escuchar y sentir este disco. Describir y adjetivar fastuosamente aquí el jangle pop de The Wild Poppies, sus melodías, sus guitarras, sus coros, no llegarán a transmitir esa sensación física tan gozosa. Es el síndrome de Stendhal ante algo tan hermoso y cautivador como Heroine. Un tema como «I Don’t Need You» te rompe por dentro y te salta las lágrimas; es la cima de toda una acumulación de canciones cálidas y sentidas: «Colourdrift» (qué juego de guitarras y qué acierto el de las voces introduciéndose por los resquicios que quedan), «Walkabout» (una guitarra distorsionada como un mugido lúgubre y otra de punteos prístinos), «This Person»… 

Respecto a la edición, hay que aclarar que existen dos. Ambas parten de la colaboración entre el sello norteamericano Manufactured Recordings (subsidiaria de Captured Tracks) y la española Pretty Olivia, la promotora de la idea original de rescatarlo. Han respetado la portada original, añadiéndole un subtítulo The Wild Poppies Complete Collection (1986-1989), encarte con fotografías de la época y un texto de Nick Taylor (guitarra) y han incluido un segundo disco que compila por vez primera el 7’’ Where Is Wellington? / Stare at the Sun (que no entró en el elepé), el EP Out of Time y demos posteriores, algunas inéditas hasta ahora. El segundo disco, lógicamente, no es tan intenso y perfecto como el anterior, no sólo porque no es una obra concebida en conjunto sino porque hubo un cambio estilístico determinante. Heroine es de 1987. Pronto se mudaron del Wellington kiwi al Oxford inglés, donde compartieron piso y experiencias con gente de Ride y Swervedriver, así que se deja notar la influencia del shoegaze a partir de entonces. El resultado final dos años más tarde podría resumirse con la fórmula “New Zeland meets Spacemen 3”. Es muy interesante, pero no tan perturbador como el álbum oficial. 

Ambas ediciones se diferencian en que la americana la ha sacado en cedé y en vinilo negro, mientras que la española, sólo en vinilo y de color verde. Y es que ha llegado la primavera y todo brota y florece. Las amapolas, este año, más que nunca.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Arquitectura y moralidad #9

La reciente colaboración culinario-musical de Gog en el rincón de La Fonoteca recupera a la banda madrileña Ciudad Jardín. Preparando el texto, me enteré de un par de datos que ignoraba. Como parte de esa información no venía a cuento en el artículo, aprovecho para desarrollarla algo más aquí. 

El nombre de Ciudad Jardín proviene del movimiento urbanístico de las ciudades jardín que fue fundado por Ebenezer Howard (1850-1928). Sus conceptos sociológicos y urbanísticos llegaron también a España en los años veinte, de ahí que numerosas ciudades tengan un barrio con ese nombre (Las Palmas, Bilbao, Santander, Málaga…) o el de Ciudad Lineal de Madrid, propulsado por Arturo Soria. Asimismo, la atracción por la arquitectura les llevó a los componentes de la banda a incluir una impresión del edificio Torres Blancas en la portada; en este caso, puro brutalismo arquitectónico. 



El otro hallazgo es que uno de los fundadores del grupo era hermano de Eduardo Haro Ibars, poeta y letrista para grupos como Azul y Negro, Gabinete Caligari y Orquesta Mondragón; además, ambos eran hijos del escritor y periodista Eduardo Haro Tecglen


Poeta maldito, Eduardo Haro Ibars fue protagonista de la Movida madrileña. Su radar siempre atento a la contracultura y los movimientos underground le llevó a escribir en 1979 el seminal artículo "Punks y punkettes, salid de vuestras alcantarillas", en el semanario Triunfo (24-2-1979). Uno de sus mejores poemas sirvió para que Gabinete Caligari grabaran uno de sus mejores temas: