Los Sex Pistols fueron necesarios. Alteraron su contexto social, lo zarandearon, lo perturbaron, lo incomodaron, lo despertaron. Fue el poder del arte aplicado a una situación social, económica y política podrida (he ahí el verdadero 'rotten') para espabilar conciencias. Y eso no lo puede decir la mayor parte de bandas que han existido.
Si se tienen en cuenta criterios estrictamente musicales, Public Image Ltd., la banda que formó después Rotten, ya como John Lydon, tuvo (o tiene, que para algo sigue en activo)— muchísimo más valor. Y de nuevo resultó ser un precursor, esta vez con el post-punk, ya desde 1978 con su primer álbum, en el que, entre otras cosas, atizaba a la Iglesia con su saña habitual:
Fat pig priest
Sanctimonious smiles
He takes the money
You take the lies
El nombre artístico lo tomó del título de la novela The Public Image (1968) de la escritora escocesa Muriel Spark. Y es que la percepción de la imagen pública que tienen los demás de ti ha sido algo en lo que Lydon, tan expuesto siempre a ella, ha reflexionado mucho.
Desde entonces no ha dejado de surgir y de resurgir; además, con hitos muy logrados:
> Metal Box (1979), su segundo disco, un rodillo sónico que enlató para vender
> Flowers of Romance (1981), en el que la imagen de la portada (la imagen, siempre la imagen) no tiene nada que ver con la aspereza y experimentación que contienen los surcos.
> La fabulosa «Rise» al año siguiente, nerviosa y trepidante:
I could be wrong
I could be right
> Y al menos un par de discos más potentes: That What Is Not (1991), con portada que no deja indiferente, y This Is PIL (2012), lo mejor que lleva hecho en el nuevo siglo.
Hace unos días, provocador nato, atizador formidable, incansable agitador, ha intentado representar a Irlanda en el festival de Eurovisión. No ha sido elegido finalmente. Es una canción de amor, muy sentida pero, la verdad, poco conseguida. No obstante, una lástima, porque habría sido algo digno de verse, o al menos realmente divertido, un giro más de su imagen pública.
Salvador Dalí y Fernando Alfaro guardan en común esa querencia suya por vivir fuera del rebaño. Y que el manchego se fijara y de alguna manera se viera reflejado en el catalán resulta de lo más natural.
En el Museo Ludwig, en Colonia, puedes toparte con el impresionante “La estación de Perpignan” (1965) de Dalí. Es una obra llena de simbolismo, todo el que cabe en sus magnas dimensiones. La pared en la que cuelga se ve sobrecogida por el peso físico y metafísico. El visitante, abrumado, se sienta ante él para extasiarse y poder tomar un respiro ante la epifanía que lo contempla. Porque uno parece ser mirado por el cuadro y no al revés, como es costumbre:
Sobreimpresionado al fondo se ve la figura del Cristo crucificado con una corona de espinas. A los lados, más perfilados, hay personajes reconocibles del cuadro ”Angelus", de Jean-Francois Millet. En el centro, cómo no, la figura del propio Dalí, que con los brazos y las piernas extendidas parece estar en caída libre absorbido por la luz.
Este motivo central es el que nos lleva de vuelta a Fernado Alfaro, que lo retoma para la portada de La vida es extraña y rara (Marxophone, 2011), según la ilustración de Pedro Herraiz.
Además, el tema que lo abre, "Extintor de infiernos", contiene un buen número de referencias religiosas simbólicas y surrealistas (la identificación ángel/huevo) que probablemente hubieran sido del gusto del pintor:
He ahí tres discos de la década de los 70 que me fascinan y que siempre los he tenido asociados mentalmente de una manera inconsciente, tanto por lo musical como por la figura de ellos: El Mirage de Jimmy Webb, Schmilsson de Harry Nilsson y Nobody’s Fool de Dan Penn.
Fueron tres lobos solitarios más conocidos por su trabajo para otros —componiendo o produciendo—, que por su propia obra, pero con esos enormes discos grabados a su nombre. Son 3 discos aparentemente sencillos y a la vez muy ricos en matices, orquestados con delicadeza y gusto, llenos de emoción.
Al ponerme hoy una vez más el de Nilsson y releer los créditos, caigo en que Webb colaboró en él tocando el piano en “Jump Into The Fire”. Me pregunto entonces si comparten algún nexo Penn y Webb. Investigo un poco y resulta que un tal Scott Walker reunió una composición de cada uno de ellos en su álbum Stretch (1973).
Su portada me lleva ipsofactamente a las de otros tres ilustres gafotas a los que también tengo en un altar:
El poeta que clamó que la rebelión no sería televisada había publicado su esperado regreso a un estudio de grabación en 2010: I’m New Here (XL Recordings). Al año siguiente, justo un mes antes de su muerte, Jamie XX colaboró con él remezclando aquel álbum, al que titularon We’re New Here (XL Recordings).
Para celebrar los diez años de aquel disco, ahora se publica de nuevo el álbum original, en una edición limitada que incluye un par de temas inéditos: una versión de "Handsome Johnny" de Richie Havens y un tema del propio Scott-Heron, "King Henry IV". Además, se acompaña de una selección de otras grabaciones de las sesiones originales previamente disponibles. Y al mismo tiempo, la misma discográfica ha publicado We're New Again de Makaya McCraven: A Reimagining, en el que el baterista y compositor de Chicago ofreció su propia interpretación del último álbum de Scott-Heron. La tipografía de la portada es muy reconocible.
Por ese arte que tiene la casualidad para las casualidades, lo descubro justo un día antes de que me llegue el disco de Dragon Inn 3, con fotografía de Trevor Alexander, tomada probablemente en Japón.
El adverbio de duda utilizado en la frase anterior es fruto de una lógica aplastante, sin que se necesite de dotes sherlockholmescas: el disco se fue grabando entre 2011 y 2018 en diversas localidades estadounidenses y también, en algún momento, en el país nipón. Además, el autor de la fotografía tiene una serie colgada en su web que ha titulado “Japan by night”. No está exactamente la misma captura que la de la portada, pero…
Dentro, tecnopop a todo color, bailable y disfrutable. Incluye versión de "Juliet" de los Bee Gees.
¿Cómo hará David Crosby para seguir teniendo esa voz dorada con setenta y pico de años? Quizá los aromas del cannabis (andaba lidiando para obtener una marca legal propia) le mantienen rejuvenecido. El caso es que desde 2014 se encuentra en vena creativa. En Lighthouse (Verve, 2016) la voz y las armonías se mantienen impecables, aunque le falta algo de fuerza a todo ese un folk acústico a dos guitarras y poco más, lo que contrasta con el ímpetu marítimo de la portada. La foto está tomada en el faro de Felgueiras, en Oporto.