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viernes, 10 de abril de 2020

Intangibles #8: No Middle Name

Partiendo objetivamente de unos estándares de calidad muy similares, ¿de qué depende de que un álbum tenga repercusión y otro no? ¿O por qué mientras unos acaban publicándose en formato físico, otros se mantienen colgados en el limbo de la red de redes (formato digital lo llaman)? Entre el manojo de factores implicados en el asunto, no estar en el sitio adecuado en el momento preciso quizá sea el más determinante. 


Tal vez eso sea lo que le ocurra a David Bailey con su proyecto No Middle Name, que incomprensiblemente tuvo que sacar su segundo disco en unas tristes y limitadas copias en casete (50) y, aún peor, CDr (100) hace tres años sin que apenas se inmutara el personal. Quizá si nos remontásemos una década y a Londres, ahora Fondness luciría como merece, en un colorido y pletórico vinilo o al menos en una edición de mayor enjundia. Y más importante, habría tenido mayor audiencia. Pero Bailey vive y graba en St Leonards-On-Sea, pequeña villa ubicada en la costa al sur de la capital, en paralelo a localidades de la zona más conocidas como Portsmouth y Brighton. Y pese a ser un disco profundamente melódico, y por tanto, atemporal, en ciertos momentos su sonido nos retrotrae a la efervescencia indie de mediados de los años noventa en Inglaterra. 



Sin embargo, no hay razón para que este disco no sea más conocido. Fondness funciona de principio a fin como un estupendo álbum de pop, y tiene temas para quedarse enganchado en ellos durante días. Avanza incansable, sin desfallecer y sin que mengüe el interés, manteniendo al oyente siempre atento ya sea a base de canciones de pop excelsas o tirando del reverb y el fuzz y apelmazando los teclados en determinados momentos. 

Son once canciones compuestas, producidas e interpretadas por Bailey, a quien sólo secunda Claire Brock tocando la batería; más la voz de Samantha Whates en tres cortes. Y todo ello conforma una maravilla autoproducida de pop indie muy británica; que sean o no el momento adecuado y las circunstancias apropiadas, lo cierto es que está en el mundo para engalanarlo con gusto, clase y distinción. 

Escucharlo mientras –ojalá– algún sello discográfico por pequeño que sea piensa en reeditarlo en mejores condiciones, es hacerle justicia. 

domingo, 15 de diciembre de 2019

Ellas llevan el ritmo #80 // ¿Y tú de quién eres? #30: Automatic


Un bajo, una batería y un sintetizador. Nada más. No, no hay guitarra. Además, bajo palpitante, espeso; batería seca, metronómica; sinte oscuro, crujiente. Es decir, lo que en otra época era el post-punk. 

Las baquetas son cosa de Lola Dompé. Las cuatro cuerdas las pulsa Halle Gaines (a.k.a. Halle Saxon). Las teclas y los botones los estruja Izzy Glaudini, que también es la voz cantante. Un trío en formación diríase casi militar: los teclados en primera línea, en avanzadilla al ritmo de los tambores, mientras el bajo cubre la retaguardia. 

El entretenidísimo Signal (Stones Throw, 2019), su estreno discográfico, está grabado en un estudio de su ciudad, Los Angeles. El asunto adquiere relevancia cuando sabes que el nombre del trío sale de una canción homónima de otra banda femenina angelina, The Go-Go’s. Y aún queda por señalar otro dato determinante para dejar asentada la época en la que se miran y el género que practican: el motor percusivo, la mencionada Lola Dompé, es hija de Kevin Haskins, o sea, el batera de Bauhaus

En Signal desarrollan once temas que se le pasan al oyente en un instante. Cabe preguntarse si toda esa oscuridad es más pretendida que natural, pero son once cortes sólidos y sugestivos, con la suficiente cantidad de momentos brillantes, todo ello a cargo de una banda consistente perfectamente acompasada.

domingo, 4 de agosto de 2019

Género chico #80

Son de los renuevos más refulgentes del árbol indie nacional. Además, enriquecen la escena con bien dispares orígenes geográficos. Las tres bandas han publicado en 2019 grandes temas en pequeño formato. 

Banda hispano-inglesa en la que Stephen y Elisa alternan las voces. Ella, además, toca la batería. A ritmo trepidante, expresan nihilismo existencial, su malestar en un mundo que no parece convencerlos; aunque pueden ser poéticos cuando quieren, como en («Estrellas»): 

He vaciado mi cerebro 
y lo he llenado de estrellas, 
cuando quiero las contemplo 
sin que nadie se dé cuenta 

La primera cara está producida por Linda Guilala



> Faraón y Los Sarcófagos: La maldición (Caballito Records, 2019, 10’’) 
De Jaén vienen, misteriosos y esquivos, con este descollante recopilatorio de su cancionero (que hasta ahora sólo era digital) envuelto en vendas. Vaya por delante que la cubierta del disco es chula, pero pocas veces una portada llevará tanto a engaño. Si la silueta de los Ramones promete guitarras y racarraca, no será lo que se escuche; ya puestos, un dibujo de Los Pegamoides habría resultado mucho más aproximado. Pero «Ramona» se titulan dos cortes del disco, así que aceptemos sus querencias ramonianas. A la hora de componer, tienen una chispa única. Meten teclados y profesan un declarado amor por el pop entre costumbrista y chufletero, a veces un punto oscuro y siempre de fondo con una segunda intención más seria de lo que puede interpretarse a primera escucha. Los quiero tanto que pondría su nombre a una frutería. 



> Melenas: Ya no me importa b/w Si tú me quieres (Nebula Recordings/Snap! Clap! Club/Elsa Records, 2019, 7’’) 
Después de su elepé de debut de 2017, el cuarteto pamplonica ameniza la espera con un single en cuya cara A aparece uno de los mejores temas que han grabado hasta el momento. El sonido sale a propulsión de sus instrumentos, un chorro de ritmo lleno de vida y cohesión. Cuatro individualidades que hacen avanzar el tema como un todo sólido, compacto, inquebrantable. Hacía mucho que no se oía por aquí un cohete musical así. Y verlas en directo es aún más emocionante. 

domingo, 9 de junio de 2019

Y ellos se juntan #104: The Golden Rail

Cualquier diseñador de moda sabe, o al menos intuye, que por mucho que se aspire a ser un icono de la modernidad, lo que verdaderamente conduce a la inmortalidad es convertirse en un clásico. Lo clásico, sea cual sea la disciplina o el campo artístico al que se aplique, permanece, es imperecedero y será el modelo a partir del cual las siguientes generaciones de creadores iniciarán su andadura, bien sea para parecerse o para todo lo contrario. No hay que confundir algo clásico con algo meramente académico, de vieja escuela, aburrido y sin vida. Lo clásico de verdad está dotado de proporción y estilo; la proporción confiere armonía y elegancia, y del estilo lo dijo todo Coco Chanel: «la moda pasa, sólo el estilo permanece». 

Desde las primeras notas de Sometimes When (Pretty Olivia/You Are The Cosmos, 2019), de The Golden Rail, se percibe ese aroma que identifica a una obra llamada a ser clásica. La realidad es que es un disco que nace siendo un clásico en sí mismo. No sólo porque las melodías de jangle-pop que lo componen sean perfectas y canónicas; es que tienen estilo y, sobre todo, emocionan. En ellas rezuma ese suplemento intangible que hace que algo sea extraordinario, es decir, más allá de lo común. No se puede aspirar a nada mejor si se quiere perdurar. Y este disco emociona hoy y seguirá emocionando dentro de décadas. 



Todas las composiciones del álbum son de Ian Freeman y Jeff Baker. Completan el cuarteto el bajista Dave Chadwick y la baterista Saki Garth. Si bien a ellos tres se les puede seguir el rastro de sus andanzas musicales por otras bandas australianas (Header, The Palisades, The Jangle Band, Rainyard) desde hace décadas, no ocurre lo mismo con ella. Tampoco es que ese detalle tenga la más mínima trascendencia. Importa más sentir cómo su batería fortalece las gloriosas guitarras de sus compañeros acompasándolas y sosteniéndolas. Además, aunque no se resalta en los créditos del disco que Garth acompañe también con la voz, puede vérsela en algún vídeo tocando con alguna banda local haciendo coros mientras mueve las baquetas, algo que también practica con The Golden Rail cuando tocan en directo.


domingo, 24 de marzo de 2019

Ellas llevan el ritmo #77

Nueva edición del Madrid PopFest. Tengo agujetas de dar tantos abrazos. De lo más llamativo del cartel en esta ocasión no ha sido la cantidad en sí de mujeres que integraban los grupos, muchas, sino la naturalidad que había en ello, tanto en la elección de las bandas como en el papel activo de ellas en los conjuntos. Y encima un buen número llevan el ritmo tras los bombos y los platos. 

> Ana Martorell, de Luces Negras, trío de indie pop barcelonés. 



>Bea, de Amparito, que hacen pop garajero desde Madrid con descaro y actitud. 




> Lisa Goldstein, de Pale Lights. La banda de Brooklyn, algunos de sus miembros con raíces en Comet Gain o Cinema Red & Blue, le da al pop de guitarras de manual, muy bien ejecutado y enorme oficio. 



> Rachel, alias Rach, de Peaness. Su pop coquetea a veces con el mainstream, pero son divertidas, contagiosas, tienen temas pegadizos y bailables, y Rach es condenadamente buena con las baquetas. Fucking Brexit.




sábado, 18 de noviembre de 2017

Ellas llevan el ritmo #76

> Katherine Lieberson en Teen: es una de las tres hermanas del grupo. Hay muchas esperanzas puestas en esta banda desde su primer disco, que produjo Sonic Boom. Parece que su expansión es muy evidente. 


> Sidonie Hand-Halford en The Orielles: lidera el grupo junto a su hermana Esmé. Llevan ya un buen puñado de singles; su salto a Heavenly promete un futuro interesante. 



 > Natalia en No Hay Dolor: no sólo le da a las baquetas, sino que canta al mismo tiempo. El guitarrista Marco y ella han pasado a trío sumando un bajista, para dar más cuajo a su rock underground cocido en los subsuelos madrileños.



> Amber Grimbergen en The Hinds: pese a que no lo parezca a priori, este cuarteto femenino también es madrileño de origen. Ahora mismo el mundo es suyo.


sábado, 11 de noviembre de 2017

Género chico #77 // El arte de la versión #103: Juana Chicharro


Juana Chicharro sigue publicando con cuentagotas pequeños y efectivos artefactos que nos hacen desear pronto algo más copioso. Al 10'' de hace unos años, se le ha sumado en 2017 un explosivo EP de 7'' (Folc Records). Una breve intro y cuatro temas, a dos por cara y a 33 rpm. Las dos primeras son composiciones propias; por el otro lado, una adaptación libérrima de The Cramps, hilarante temazo sobre aquel vergonzante proyecto del megacasino que se quiso construir en la Comunidad de Madrid, y versión con voz y turuta del lorquiano "Anda jaleo". Y en todas ellas el torbellino marbellí, asentada en Vallecas, le da al garage-copla con una gracia y un arte sin par para engastar géneros tan alejados entre sí.




Es un espectáculo que habría que considerar ver en directo al menos una en la vida a esta peineta del underground y sus huestes (Ayuso/guit., Martín/bajo y Cecilia Jos/bat.). Vestida de flamenco, riñorera en ristre, la actitud y la entrega, la ironía y la mordacidad soterrada, garantizan que pasarás un buen rato con ellos y de nuevo se te hará corto.

 

Y volviendo al asunto de las versiones, atención a esta adaptación que hicieron, titulada "Carne mechada" y que como muy bien no se puede suponer es de un tema de The Go-Betweens

sábado, 4 de noviembre de 2017

5 sobre... #37: queso

> Ween – Pork Roll Egg And Cheese. En The Pod (Shimmy Disc, 1991). Sin duda los más queseros del lote, pues tres años más tarde titularon todo un álbum Chocolate & Cheese (Elektra, 1994), y tiempo después compusieron el tema "Where’d The Cheese Go?" para un anuncio de Pizza Hut.




> Jad Fair & Yo La Tengo - Retired Grocer Constructs Tiny Mount Rushmore Entirely Of Cheese. Una de las colaboraciones más bastardas que se recuerdan, cosa que no puede decirse de los kilométricos títulos de los 22 temas que componen Strange But True (Matador, 1998).

> Robyn Hitchcock - The Cheese Alarm. En Jewels For Sophia (Warner, 1999). Hay que ir muy puesto de lácteos para escribir algo así:

Roquefort and grueyere and slippery Brie
All of these cheeses they happen to me
Oh please

Rough pecorino and moody Rams Hall
Stop me before I just swallow it all
Oh please

[...]

Goats' cheese cylinder, tangy and white 
Roll over me in the flickering night 
Oh please 

Chaume and Jarlsberg, applewood smoked 
"The pleasure is mine," he obligingly joked 
Oh please




> BMX Bandits - Cheese and Toast. En The Chain (Rev-Ola, 2005). Uno se imagina a Duglas T Stewart haciendo acopio de fuerzas con estas tostadas una fría tarde escocesa.



> Courtney Barnett & Kurt Vile - Blue Cheese. En Lotta Sea Lice (Marathon Artists, 2017). Otro ayuntamiento, menos espurio que el anterior, en este caso entre dos figuras emergentes del rock alternativo americano de raíces. El empaste de las guitarras de ambos llega al punto de que parece que bailen juntas. Si "Over Everything" es uno de los temas del año, este queso azul que traemos aquí hace al álbum aún más exquisito. En algunos temas les acompaña a la batería Stella Mozgawa, de las australianas Warpaint.



La edición en vinilo es una preciosidad.



domingo, 2 de abril de 2017

Ellas llevan el ritmo #73

La remesa de mujeres que se ponen detrás de los tambores no deja de aumentar. A continuación, algunas de las que hemos podido ver sobre un escenario en los últimos tiempos:

> Emma Wigham, alma, faro y motor de Witching Waves. Es de golpe poderoso y entrega total. Además, es la cantante.

  Taboo, Madrid PopFest marzo de 2017

> Riley Jones lleva el ritmo de The Goon Sax, banda de Brisbane que practica un indi-pop de manual, que para algo el líder lleva el apellido de Robert Foster.

Teatro del Arte, 22 de septiembre de 2016


> Jaca Freer, del grupo totalmente femenino Colour Me Wednesday.

Taboo, Madrid PopFest marzo de 2016

> Claire, acompañante para dar profundidad al punk con casiotone del canario Grosgoroth, de quien debería hablarse mucho más.

Moby Dick, 24 de marzo de 2017

> Yanara Espinoza (Papaya) deja su habitual guitarra y se pone a aporrear de lo lindo y más que bien acompañando a Anntona. De hecho, ha sido la batería en la grabación del hilarante e inteligente último disco de este.

Moby Dick, 31 de marzo de 2017

> Sandra, en Caliente Caliente. Aún sin disco en formato palpable. Siempre sonriente, hace que parezca fácil tocar la batería. Y también canta.

Moby Dick, 24 de marzo de 2017

> El dúo Ultimate Painting suelen contar con un chico en la batería en sus conciertos, pero en el festival Tomavistas aparecieron acompañados de una chica a la que no me ha sido posible identificar.

Parque Enrique Tierno Galván, mayo de 2016

(Las fotos son cosecha propia, así que lamentamos la escasa calidad que tienen. En cambio, sirven muy bien para mostrarlas en plena acción y en su momento.)

miércoles, 23 de marzo de 2016

Ellas llevan el ritmo #72 // El batería es el cantante #18: Steph Hughes, de Dick Diver


La esquizofrenia es tal desorganización neuropsicológica que acaba con el pobre que la padece viviendo una realidad paralela, una realidad alterada por el propio individuo a base de alucinaciones y psicopatías. Debe de ser terrible vivir en un mundo lleno de sombras que no existen, verse acechado por lobos de humo que nadie más ve. 

F. Scott Fitzgerald supo de sus consecuencias, pues su mujer, Zelda Sayre, fue hospitalizada por esquizofrenia en un sanatorio en Baltimore en 1932. Para estar cerca de ella, el escritor alquiló una villa en la zona residencial de Towson, al norte de la ciudad. Allí escribió Suave es la noche (Tender Is The Night, 1934). La novela tiene ciertas similitudes autobiográficas; narra la historia del ascenso y caída de Dick Diver, un joven y prometedor psicoanalista, y su mujer, Nicole, quien al mismo tiempo era una de sus pacientes. 

A quince mil kilómetros de distancia, en Melbourne, existe una realidad paralela de mismo nombre. La banda Dick Diver —que se bautizó así por el personaje de Fitzgerald, evidentemente— tiene la virtud de sanarte. El título de su tercer disco es Melbourne, Florida (Chapter Music, 2015), que como se ve traza en parte la misma línea cartográfica que acabamos de dibujar. Escuchando la algo claustrofóbica «Competition», con esos teclados lúgubres y ácidos, el precipicio para caer en la locura y la neurastenia estaría servido. Pero Dick Diver es básicamente una banda de jangle, como se aprecia desde el primer corte, la impecable «Waste the Alphabet». Le sigue una pieza delicada, en la que la batería de Stepnanie Hughes marca una senda por la que la voz y las líneas de guitarra pasean plácidamente hasta que al final entra una trompeta memorable. Y por si no hubiera sido lo suficientemente bonita, le sigue «Leftlovers», ahora con la voz solista de la propia Steph, que también cerrará el álbum. En «Beat Me Up» ya hay una presencia seria del sintetizador. Tras una especie de interludio —«Resist»— las guitarras y el bajo de Rupert Edwards, Alistair McKay y Al Montfort trenzan otra emocionante pieza llena de sentimiento y delicadeza. Como en «Private Number» (qué piano), o como el ritmo contagioso de «Tearing the Posters Down» o como cualquiera de los doce cortes que componen este vergel

En las letras hay referencias constantes a la televisión, sobre todo a la tele vista por la noche, cuando la soledad se hace más presente e inevitable y se necesita más que nunca de la compañía de una voz que nos aletargue. Apaguémosla; con Melbourne, Florida no la necesitamos, nos sentiremos bien acompañados y a salvo de la locura.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Las nuevas aventuras del llanero solitario #47: Caliza

Nuestros pasos a través del espeso bosque llamado redes sociales van dejando un rastro a modo de migas garbanciteras con las que se podría recomponer un buen pan quien se molestara en ir recogiéndolas. Viene a cuento esta reflexión porque algo así me ha ocurrido por azar con Elisa Pérez, conocida principalmente por llevar las baquetas de Cosmen Adelaida. Y es que llamó la atención que a lo largo del año pasado recomendara vivamente por Twitter al menos dos temas que en principio poco tenían que ver con su labor a la batería. Los temas en cuestión eran «Anna» de Trio y uno de Oppenheimer Analysis, es decir, loops, krautrock, cajas de ritmo, electrónica fría… todo lo cual era extraordinario viniendo de una percusionista. ¿Se traía algo Elisa entre manos? 

Este año comenzó a extenderse a la velocidad ya no del rayo sino de Internet un nuevo y misterioso proyecto musical llamado Caliza. Los primeros temas colgados en la red nos pusieron tiesas las orejas —ese hit anti-verano llamado «Verano no» y después uno antinavideño, «Apuesta»—, y ante el entusiasmo suscitado (el entusiasmo que pueden llegar a generar los cuatro gatos que hay interesados en el indie patrio) y las ganas de conocer la identidad de la artista, se prefirió mantener el secreto de quién andaba por detrás, aunque pronto se rumoreó que era alguien conocido de la escena indie. Ahora podemos unir ambos puntos y cerrar el círculo.

Caliza es Elisa Pérez haciendo synthpop, o algo así como pop sintético industrial echando mano del garageband y un teclado. Su primer álbum no ha tardado en aparecer. No sólo eso; Medianoche/Mediodía (Discos Walden, 2015) es una enorme sorpresa. El año, sin él, no hubiera sido igual. 


Desde el primer corte, Caliza despliega esa capacidad suya para producirnos desconcierto y poner a prueba nuestra ambivalencia. Es como si sus canciones nos rodearan con una soga y tirasen de ambos lados en direcciones opuestas: mientras nos anima con ritmos sintéticos bailables, nos hiela el alma con unas letras donde vierte su pesimista visión de la existencia, demasiado real como para que no nos afecte. «Verano no», gélida como una estatua, con un martilleo machacón y una tristeza palpitante que te horada el ánimo hasta verte hecho un trapo con el bajón, es el mejor ejemplo: 



Y así al menos hasta «Schadenfreude». Después, en la segunda mitad, el disco se zambulle musicalmente en la placidez del ambient, sólo alterado por las nervudas pulsiones de la inquietante «Misterio», pero siempre con esas letras prestas para una pesadumbre honda y serena: 

Es el final, es el final, no parecía que fuera a llegar. 
Es el futuro, es el futuro, ¿quién iba a decir que estaría tan sucio? 
Este es mi hogar, este es mi hogar, sea lo que sea este lugar. 
Voy a dormir, voy a descansar, no hay nada que hacer en el futuro, en el final.

Tremendo disco. Lo lleva al directo acompañada por el bajo Laura, de Rusos Blancos. Ha sido Discos Walden el sello que se ha encargado de publicarlo. No podía haberse puesto Elisa en mejores manos, pues se trata discográfica más interesante del país para referencias nacionales, con un ya antológico catálogo de novedades que nos ha descubierto y que ha editado con un gusto inmejorable. Con ese buen gusto y el mejor hacer que tiene su capo, ha pergeñado para la ocasión un vinilo numerado que se acompaña de pegatinas para que cada cual tunee la portada a su antojo. 

domingo, 25 de octubre de 2015

Ellas llevan el ritmo #70: Nikki Eskola, de Teenage Moods

Dicen que la hipertensión arterial es el asesino silencioso de las enfermedades. Mina la salud y la socava sin que aparentemente parezca suceder algo extraordinario. De igual forma, sin aspavientos, sin ruido, sin pretenciosidad, y además con criterio y un gusto exquisito, el sello discográfico Tenorio Cotobade está infiltrándose en nuestro interior y empastándose en él tan subrepticiamente que amenaza con matarnos de un disgusto si algún día dejara de existir. ¿Exagerado? Es más que probable, por supuesto, pero de lo que tampoco hay duda es de que en su corta trayectoria el sello nos ha descubierto ya un puñado de bandas alucinantes: Zebra Hunt, Community Radio y Ginnels. Ahora nos trae a unos Teenage Moods de los que nada sabíamos por estos lares. 

Los de Minneapolis tenían un par de discos publicados (Mood Ring, 2011; Grow, 2013), en los que predominaba cierta psicodelia que dejaron en parte de lado para escorarse en su tercer trabajo hacia un pop de guitarras más burbujeante y energético. Este se editó en casete con el título de Rosebuds (No Problem Records, 2014). Tenorio Cotobade acaba de publicar cinco de aquellos ocho cortes, en un 12’’ titulado para la ocasión como Select Buds (2015). 

Hay ahí encerrada toda una fiesta, la que monta este cuarteto haciendo bailotear a las guitarras de Gordon Byrd y Kyle Sobczak alrededor de una batería vivaz, tocada por Nikki Eskola. Al excitante ritmo que crean juntos —súmese el bajo de Jilian— se le unen unas melodías llenas de felicidad que te envuelven y no te sueltan. Y por detenernos en algún detalle más concreto, destacan el irresistible toque new wave de «Groovy Regina» o el bajo ralentizado que sostiene a «Rosebuds». 

Lo malo es que en cuanto uno quiere darse cuenta ha terminado el disco. Sabe a poco, te deja con ganas de más, así que ojalá haya en el futuro un trabajo más extenso de estos Teenage Moods, y que se publique en el que hoy por hoy nos parece el sello discográfico más interesante del país para referencias internacionales. 

viernes, 31 de julio de 2015

Ellas llevan el ritmo #69 // Género chico #73: Primetime


Afortunadamente, hoy día ya no es un escándalo que las chicas le bajen con toda naturalidad la bragueta a la portada del Sticky Fingers y por ella saquen el dedo del fuck you. No contentas sólo con eso, el EP de 7’’ (La Vida Es Un Mus, 2014) de las londinenses Primetime comienza al grito de “I want your body not your mind / don’t want to see you all the time”, vociferado por las dos cantantes, Lucy Anstey y Claudia Serfaty, mientras la batería y la acuchillante guitarra las acompañan en lo que parece el ritual de una tribu caníbal. Flora Watters y Maria son las otras dos componentes. 


Así pues, se trata de una banda de punk compuesta por mujeres independientes, emancipadas y desafiantes, con las ideas claras en lo existencial y en lo musical, aunque de momento apenas sumen cuatro temas. Y si el primero de ellos te atiza, atención al que abre la cara B, "Right Track", con una línea mugrienta de bajo capaz de una hecatombe con sólo tres notas.

sábado, 28 de marzo de 2015

Ellas llevan el ritmo #70: Margot (tal vez)


Margot —si es que se llama así, porque también aparece reseñada como Kim Jonquille— es la baterista del cuarteto parisino Cheap Riot. Acaban de publicar su primer single, que ya desde el título insinúa por dónde van sus tiros musicales: Part-Time Vacancy (Croque Macadam, 2014). O sea, punk tierno y new wave a lo TV Personalities (cara A), pero sin la tristeza ínsita de Dan Tracey, y sí más vital, con algunos toques garajeros e incluso levemente surf (cara B).

domingo, 22 de febrero de 2015

Ellas llevan el ritmo #67: Daniela Kennedy (de The Limboos)


“Se me van los pies”, dice la castellana expresión cuando una canción tiene tal cantidad de ritmo que no puedes dejar de moverlos mientras está sonando. Que mucho tiene que ver el ritmo con los pies lo demuestra Daniela Kennedy, que toca descalza la batería en The Limboos, como si así sintiera más los pedales y pudiera transmitir mejor toda su energía, que es la que derrocha a raudales la banda entera guiados por sus baquetas y por la voz y la guitarra de Roi Fontoira

 

Quien se asome por vez primera al sonido de The Limboos sin estar avisado de quiénes son pensará ipsofactamente que se trata de la reedición de una oscura e ignota banda de R&b de finales de los años 50 o principios de los 60. Pues no. Daniela y Cia. pertenecen al presente; afincados en Madrid, han amasado un artefacto sonoro titulado Space Mambo (Penniman Records, 2014), que destila sabor a otra época, una mezcla de influencias añejas traídas con salero, devoción y vitalidad. Guateque sideral.



domingo, 11 de enero de 2015

Género chico #67: Discos Walden


En los últimos tiempos se viene hablando mucho del auge del vinilo en el mercado musical, como si se tratara de un surgimiento dado por generación espontánea. No se da la importancia que merece a esa ingente cantidad de pequeños sellos que no paran de aportar sus esporas para que la germinación se mantenga. En esos pequeños sellos independientes hay gente llena de ilusión pero con los bolsillos algo menos repletos, y que a base de sacrificio, afán y bocadillos de mortadela consiguen hacernos llegar el trabajo creativo de una proliferación de bandas como hacía tiempo no se daba. Hoy vamos a detenernos en uno de ellos, Discos Walden, y más en concreto en su apartado del Club del Single. 

La única premisa estilística que se ha impuesto su fundador y currante, Manuel Moreno, es publicar lo que a él le guste. Un ejemplo del maravilloso mundo que le anima es el doble recopilatorio que sacó en 2013 con una muestra de las bandas del sello, titulado Cenizas y diamantes, 31 canciones y un imponente diseño gráfico, que lo convierte en una especie de pequeño tesoro para todo aquel que posea una copia. Y otro elepé que con el tiempo ha de convertirse en una referencia esencial de la historia del pop patrio es el álbum Esconde tus alas en la torre fantasma (2014), de Los Caramelos


El Club de Single lleva tres años vigente. En esta colección se publican cuatro pequeños artefactos al año, uno por estación. Son 7’’ coloreados con dos grupos y cuatro canciones, a dos por cara y grupo. Hasta hace poco sólo se podían conseguir todos conjuntamente por suscripción anual, pero ya es posible acceder a ellos individualmente si lo que se desea es uno en particular y no el lote completo. De los correspondientes al 2014 recién caducado, aún no se ha publicado el de invierno; el split del verano lo compartieron Son Bou y Terrier

En el de otoño, en vinilo rosa, aparecieron Dúo Divergente y El Palacio de Linares

➢ Dúo Divergente son Paula Yei Yei y Micky Montecarlo, y le dan al pop yeyé para guateques de época. En directo se acompañan de Atilio González (bajo y órgano) y Alicia Holgado (batería). “Autoedición”, con un ritmo trotón muy divertido, es una loa al DIY, no exenta de enorme ironía y coña verbenera, ya que en el fondo es un fresco del panorama musical actual y a lo que se ven abocados los artistas sin el apoyo necesario. “La mala” comienza con un riff de guitarra espectacular, que se aparta para a continuación dejar al órgano que lleve el tono del tema; la letra es una crítica social a la situación laboral de algunas mujeres embarazadas. 

➢ El Palacio de Linares es un trío compuesto por Mariví Hernández (bajo), Clara Collantes (voz, guit. y gafas) y Gonzalo Marcos (bat.). Dominan el pop de guitarras. En “IMDB” rinden un homenaje al cineasta Ernst Lubitsch y en “Hoy empieza todo” coquetean con acierto con el shoegaze. Tienen álbum publicado y habría que estar muy atentos a ellos, tienen muchas cualidades. 



Y en primavera, en color burdeos, un maravilloso trabajo compartido por dos de las mejores bandas actuales: Doble Pletina y Los Lagos de Hinault, ambos ya reseñados varias veces en Esta Quiero Humo. 

➢ Doble Pletina muestran una muy interesante faceta nueva, más electrónica y con caja de ritmos, en “Mientras suena esta canción”. “Un delito” es la típica delicia de Doble Pletina, una pequeña historia cotidiana narrada y musicada con el estilazo que acostumbran, con la sierra musical de Marc Ribera incluida. 

➢ Los Lagos de Hinault… Aaah, Los Lagos de Hinault, qué enormes hacedores de estribillos, melodías, parapapeos y frases atinadas. “De los faros en el mar” tiene ese comienzo típico de algunas composiciones de Carlos Ynduráin como in medias res, y ese “tan guapa, tan guapa” que repiten y que no puede ser más sencillo, más entrañable y más pegadizo. “El giro angular” cabalga a ritmo sostenido y trepidante, conducido por una batería y una guitarra desbocadas, y con el bajo y los coros de Matilde Tresca poniendo orden y dulzura. Un par de estupendos discos ya publicados y aquí han conseguido dos de las mejores canciones de todo su repertorio. 



Y “sin más equipaje nos ponemos a bailar”.

jueves, 8 de enero de 2015

Debut #93 // Ellas llevan el ritmo #65: Ex Hex


La sinergia, esto es, la suma de varios factores que juntos consiguen crear un efecto mayor que el que hubiera podido esperarse de cada uno en caso que hubieran operado independientemente, es un concepto capital en el rock. Cuántas veces no se habrá repetido la historia de una banda magnífica que, al disgregarse, sus miembros no consiguen ni por asomo aproximarse a las excelencias alcanzadas como grupo. 

Nada más darle al play al álbum de debut del trío washingtoniano Ex HexRibs (Merge, 2014)— se percibe una sinergia apabullante entre las tres componentes. La voz y la guitarra de Mary Timony (antes en Wild Flag), la monstruosa batería de la intuitiva Laura Harris y el bajo de Betsy Wright suenan con la solidez de una bola de acero y el ensamblaje de un motor; desprenden una energía excitante, son un generador sónico potente y veloz, sin tiempo que perder. Acción/reacción. Ya lo dicen ellas mismas en "Don't Wanna Lose": Come on, baby, come on, give me a little reaction.

Helas aquí en directo en los estudios de la emisora WVAU:


El productor Mitch Easter (Let’s Active) ha sabido encauzar el torbellino. Y la mejor forma de escucharse Ribs es a todo trapo (a ser posible dentro de un coche), que además tiene este contraportadón:

viernes, 2 de enero de 2015

Debut #92 // ...Y ellos se juntan #91 // Ellas llevan el ritmo #64: Pale Lights


O lo juran sobre un vinilo o no hay quien se crea que este cuarteto es de Brooklyn y no de alguna remota localidad de Australia o Nueva Zelanda. Su jangle pop tan extremadamente prístino y radiante es la condensación perfecta de The Go-Betweens, The Lucksmiths, The Bats, The Chills y Felt (que no eran de Oceanía, pero tampoco de Estados Unidos). Ni el más fervoroso seguidor de este sonido podría haber imaginado en sus sueños una réplica igual. 

Con los Lucksmiths guardan además una similitud curiosa: la batería de Lisa Goldstein es tan esquemática como la de los australianos, apenas una caja y un Tom (ni siquiera hay bombo). Y es igual de efectiva y rítmica, lo cual demuestra que muchas veces menos es más. Además de Goldstein, el resto de la banda aporta un ADN la mar de curioso: Philip Sutton (voz, guit.) viene de Comet Gain y Cinema Red and Blue (en los que curiosamente toca la batería), Andrew Adler (guit.) es el bajista de Crystal Stilts, pero aquí es Maria Pace la que lleva el bajo. 


Si alguien no es un conocedor de toda esta cascada de nombres y de interconexiones a modo de saga interminable, eso no impide un disfrute placentero, cabal y espontáneo de Before There Were Pictures (Calico Cat, 2014), que es como Pale Lights han titulado su álbum de debut y que lo produce Gary Olson, ni más ni menos, el líder los fantásticos The Ladybug Transistor.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Ellas llevan el ritmo #63: Ana "Smogger" González


En muchas ocasiones, la música es una especie de religión, en la que, fieles a una Verdad, las bandas siguen con fervor los preceptos musicales estipulados en la biblia de su género idolatrado. Es el encomiable caso de los sevillanos The Smoggers, cuarteto entusiasta del rock garajero y el beat primitivo y cavernoso, pisando el pedal del fuzz hasta que echa humo. 

Como buenos creyentes, todos se hacen apellidar como el nombre del grupo. Así, Fernando Smogger y Jesús Smogger se encargan de las guitarras, crujientes y veloces como el rayo; Gusti Smogger saca notas bamboleantes y vacilonas del bajo; mientras que Ana Smogger golpea la batería como si no hubiera un mañana y toca el Farfisa en algunos cortes. Su compañía discográfica, Clifford Records, acaba de reeditar Join The Riot (2013), que andaba agotado y cuando era un clamor la demanda por parte de los devotos del género para hacerse con una copia. En él se suceden sin descanso una docena de temas enérgicos y rabiosos, en los que se alternan el español y el inglés en las letras. Dos de ellos son versiones de bandas ignotas si no eres un connoisseur del asunto: The Chob (“Sólo una vez más”) y The Tamrons (“Wild Man”). En esta última, es Ana la que lleva la voz principal:



También hay alguna pieza instrumental con toques surferos, como la que da título al álbum, en la que Ana vuelve a lucir sus colosales habilidades rítmicas: 



La ferviente escena garajera europea los tiene encumbrados y ya conoce sus eléctricos directos.

sábado, 18 de octubre de 2014

Discos con portada con discos #70: Prince

Sostiene Tricky en un breve cuestionario sobre su música favorita que le ha hecho recientemente la revista Mojo (#252) que el álbum de debut de The Specials le hizo ver que él también podía hacer música, aunque lo que a él realmente le hubiera gustado es poder hacer lo que hace Prince, para lo cual se reconoce incapaz, incluidos los falsetes, los taconazos y el baile. 

Las imponentes virtudes y habilidades musicales del artista siempre conocido como Prince suelen ir acompañadas de otras tantas excentricidades y desmesuras. Hace veinte años se peleó muy sonadamente con la discográfica Warner Bros. Ahora ha vuelto a firmar con ellos para sacar dos discos a la vez: PlectrumElectrum y Art Official Age. En el primero de ellos se presenta acompañado de 3rdEyeGirl, el trío femenino que actualmente conforma su banda y que está compuesto por la batería Hannah Ford Welton, la guitarrista Donna Grantis y la bajista Ida Nielsen. El segundo, bastante aceptable en conjunto, se trata de un proyecto más personal, como tal vez intenta hacer ver al aparecer él solo en la portada; por detrás, un cielo copado por vinilos blancos.