martes, 30 de diciembre de 2014

5 sobre... #34: Gente


Gente. «La hay donde quiera que vas», como decía la letra de la ñoña y popular «Viva la gente». Mucho más ácida e interesante toda esta gente de a continuación:


> Surfin’ Bichos – Gente abollada (La Fábrica Magnética, 1989). Un tema con un título que podría ser de Derribos Arias en el que Fernando Alfaro, rodeado de teclados y saxofón, saca toda su rabia habitual. 


> Hank – Conocer gente (DRO, 1999, CD-single). La misantropía en una pieza de pop rock para el proyecto en solitario del miembro de Del Tonos. Odio conocer a gente / y odio que me quieran conocer a mí.


> Kiko Veneno – Dice la gente (Elemúsica, 2010). El maravilloso tercer corte del álbum homónimo. La letra es otra obra cumbre del gran Kiko; se te clava suavemente como un puñal afilado. Y además cuenta con la guitarra flamenca infinita de Javier Mas


> Los Ginkas – Viva la gente guapa condescendiente (Birra y Perdiz, 2010). Desde su feudo pamplonica, los hipervitaminados Ginkas se muestran aquí más reposados que de costumbre en este tema breve que adquiere un brillo especial cuando entra el teclado al final. 



> The Hills Around – Gente rara (Discos de Kirlian, 2014). Los de Castedefells dejan el inglés en este estupendo tema. Arranca con una guitarra distorsionada, que deja paso a la acústica y a la voz de Luis González. Y poco a poco la melodía se te va metiendo y te encuentras bailando como la gente rara de la que hablan. Otro acierto es que el estribillo cambie parte de la letra cada vez. 

domingo, 28 de diciembre de 2014

Rock 'n' actor #33: Jena Malone


De frente despejada y una mirada en la que se vislumbra un fondo triste pese a sus poses pizpiretas, Jena Malone, hija de actriz, se ha dedicado al mundo del cine desde muy jovencita (debutó con 12 años con Angelica Houston) y aunque en él siempre le ha acompañado el éxito como lo demuestra la saga de Los juegos del hambre, parece que lo de cantar también va con ella y que le tiene afición. 

Primero lo intentó como Jena Malone And Her Blood Stains, con los que apenas publicó un 7’’ titulado The Social Club No. 1 (The Social Registry, 2007) y que contenía los temas Tested Dry / Green Eyed Monster. Este año ha colaborado con el dúo Thumpers poniendo voz e imagen en Devotee


Y además ha iniciado un proyecto musical propio llamado The Shoe, junto al pianista y productor Lem Jay Ignacio. El álbum de debut, I’m Okay (Community Music, 2014), está compuesto por tiempos medios de tono confesional, con un apoyo instrumental mínimo, básicamente un teclado y una suave percusión, a los que se les rodea de diferentes arreglos y adornos (electrónicos inclusive). 

sábado, 27 de diciembre de 2014

La cara oculta #15: Masked Intruder


Punk rock propinado a más velocidad que en un acelerador de partículas, de estirpe ramoniana y punk angelino. Intruder Yellow, Intruder Green, Intruder Red e Intruder Blue —que así se hacen llamar para mantener el anonimato— aparecen siempre ataviados con un pasamontañas de color; como curiosidad malsana, Azul y Verde afirman orgullosos haberse conocido y haber formado la banda en la cárcel. 

Desde su Madison natal (Wisconsin, EEUU), los Masked Intruder ya llevan dos discos publicados: Masked Intruder (2012, Red Scare Industries) y M.I. (2014, Fat Wreck Chords). 

jueves, 25 de diciembre de 2014

Ette aquí #61 // Cameos musicales #57 // La France #65: Les Chaussettes Noires


En Francia, el término rock‘n’roll va estrechamente cosido al nombre de Johnny Hallyday, que es la encarnación francesa del género por excelencia. Sin embargo, ateniéndonos a cuestiones cronológicas, el primer grupo de r&r francés fue Les Chaussettes Noires. Es curioso que su figura principal, Claude Moine, adoptara, al igual que el mentado Hallyday, un alterego en inglés: Eddy Mitchell. El r&r en inglés parece más r&r. 

Incluso Moine y el otro cofundador del grupo, Aldo Martínez, habían bautizado al grupo medio a la inglesa como Les Five Rocks, con el que se subieron a la ola musical que lo anegaba todo: el rock’n’roll y su versión bailada, el twist —de hecho, titularon uno de sus 10’’ como Rock’n’Twist (1961)—. En la primera aparición radiofónica de la banda, el locutor los anunció como Les Chaussettes Noire, en connivencia con la casa discográfica y sin que el quinteto estuviera avisado, para pasmo e indignación suya. Pero con el nombre se quedaron hasta su desaparición a finales de 1963, cuando Mitchell decidió volar solo. Fueron apenas tres o cuatro años juntos, pero resultó un periodo lleno de éxitos durante el cual no pararon de grabar, de hacer conciertos y de aparecer en películas. Era tal el fervor por el twist que en la película Comment reussir en amour (1962) salen tocando en una escena en la los protagonistas dan una lección de cómo debe ser ese baile. 


Y por aquello del tiempo en que estamos, concluyamos con este villancico roquero, que como tendrían que ser todos los villancicos. (Por cierto, si a Gog le han informado bien, Francia es un país en que no existen los villancicos tal y como se entienden aquí. Qué envidia.) 

miércoles, 24 de diciembre de 2014

¿Y tú de quién eres? #23: Jesse Paris Smith


¿Qué tipo de música podría hacer la hija de Patti Smith y un MC5 (Fred "Sonic" Smith)? Pues en contra de toda suposición, Jesse Paris Smith, que así se llama, y su compinche Christopher Tait (de aquellos Electric Six del imparable High Voltage), le dan a un pop de aire retro, compuesto y arreglado con mucho estilo y elegancia, con toques bailables a ratos que alternan con otros más brumosos y reflexivos. Aunados como Belle Ghoul, ambos tocan los teclados y ponen las voces, y en medio de todo ello dan cabida a un sinnúmero de influencias e ideas. El mini LP de 10’’ Rabbit’s Moon & Doomsday (Elefant, 2014) es una buena forma de degustarlos.

martes, 23 de diciembre de 2014

Hubo un tiempo en que bastaba con una portada #15: hoy lo cuenta Federica Pulla


Me apasionan las tiendas de discos. Soy capaz de perderme en ellas durante horas y volver una y otra vez para rebuscar entre cajas de vinilos polvorientos. Es una de mis actividades favoritas. Cuando me siento anímicamente MAL, un templo disquero es mi tabla de salvación. No es que tenga necesidad de comprar ni nada por el estilo (la mayoría de la veces salgo con las manos vacías… pero con los dedos negros) pero hay algo especial en esos trozos de cartón con plástico negro dentro que hace que me olvide de penas y problemas. 

El punto de alegría máxima es cuando encuentras la combinación perfecta entre algo interesante que aparece de forma meramente casual y el buen precio del artefacto que acabas de localizar. En ese instante, saltan chispas en tu cabeza y el corazón se acelera. Un momento de felicidad TOTAL. Pero, tal y como dije antes, esto es algo que no ocurre siempre y que, por desgracia, cada vez sucede menos, tanto por la falta de tiendas como por la puñetera manía de los tenderos de poner precio según las burradas que ven en Internet. ¡¡¡Maldita Internet, qué buena eres para algunas cosas y qué lianta para otras!!! 

Y sí, a veces (quizá demasiadas), en un día de sequía y desesperación, he vuelto con un disco que no he escuchado en mi vida, que no tengo idea de lo que es, pero que he encontrado a un precio tan ridículo y con una portada tan llamativa que me ha invitado a adoptarlo y traerlo a nuestro hogar. 

Hace algunos años nos cambiamos de casa y, hartos del ruido, de la contaminación, de los vecinos y de la cada vez mayor hostilidad del centro de Madrid, nos vinimos a este sitio de las afueras. A los pocos meses descubrí en una galería espantosa y anodina una tienda de discos y, ¡¡cómo no!!, allí me metí. Curiosamente, tenía una sección de vinilos imposibles pero baratísimos. Me llamó la atención un grupo de ellos, que estaban escondidos en una sección de material inclasificable, que sólo costaban un euro, pero que eran dobles, con portadas impresionantes, prensaje de EEUU —vinilos duros como pizarras—, totalmente nuevos y con unos nombres alucinantes (Kaleidoscopic Keyboard, Musical Explorations in Sounds, etc.). Ni corto ni perezoso, pillé uno, para ver lo que era. Cuando lo pongo en casa, flipo con lo que sale de esos surcos. Era como encontrar la fuente donde se habían inspirado muchos de los grupos molones que reivindicaban el MOOG en aquella época. Una especie de kitsch electrónico totalmente LOCO. Me imaginaba a Broadcast y a Stereolab escuchando aquello a todas horas y pillando ideas para sus próximos discos. 


Al día siguiente volví a por unos cuantos más y seguía con los ojos a cuadros. ¿Qué era todo eso? Miraba los créditos y veía que los compositores eran (para mí en esos momentos) totalmente desconocidos: Dick Hyman, Richard Hyman, Alfred Drake, Bobby Maxwell, Robert DeCornier, etc.). ¡El Santo Grial de la música electrónica, vocal e instrumental de finales de los 60 y principios de los 70 a un euro en una tienda birriosa de una villa anodina del extrarradio de Madrid! Al final, acabé volviendo y llevándome todos los discos dobles de esa serie que estaban allí muertos de la risa desde sabe Satán cuándo. Once euros por once dobles vinilos de joyonas instrumentales y vocales preciosas pero imposibles. 


Al final no sé si hice bien o mal pero el caso es que, después de todo este tiempo, confieso que sigo rescatando de vez en cuando ese material para disfrutar de unas composiciones y adaptaciones tremendas, con un estéreo divertidísimo y con unos arreglos electrónicos realmente interesantes. El dueño de la tienda recibió posteriormente cargamentos de vinilos de gente que quería desprenderse de esas cosas redondas y pesadas que tenían en sus casas y me hice con varias maravillas más de diverso tipo, pero no tardó mucho en percatarse del MAL en forma de webs de usura y, a partir de ahí, todo se acabó. El resto es, como os imagináis, una triste historia que acaba en lugares con nombres tan populares como ebay, todocoleccion, Discogs y alguno que otro más, de esos que han roto el encanto de ir a las tiendas físicas para rebuscar entre sus cajones para hacerte feliz cuando encuentras algo bueno, bonito y barato. 

[Autor del texto: Federica Pulla. Podcast: Hablando con las paredes]

domingo, 21 de diciembre de 2014

Como decíamos ayer #26 // Discos con portada con discos #72: Blancmange

Lo bueno de irse es que siempre se puede volver. En el mundo de la música, este viaje de ida y vuelta se da en los últimos tiempos con tanta frecuencia que apenas quedan ya regresos que anotar. Bandas que decidieron agotar su andadura musical por la razón que fuera y que ahora ven la oportunidad de recoger réditos de nuevo. Y no importa si se trataba de grupos de contrastada notoriedad o algo menores en cuanto a acogida pública. 

Tal es el caso de Blancmange, el dúo londinense formado por Neil Arthur (voz) y Stephen Luscombe (teclados). Pertenecientes a la época gloriosa del synth pop de los años ochenta, su nombre nunca saldrá a la primera a la hora de citar bandas señeras del género: Depeche Mode, Human League, OMD, Yazoo, Soft Cell… Tal vez pueda aparecer en una segunda ronda y siempre y cuando seas un conocedor del tema. En los ocho años de existencia (1979-1987) que tuvo esta banda con nombre de postre gelatinoso, publicaron tres álbumes; desde 2011, fecha de regreso, hasta hoy, llevan dos discos más. 

Bueno, en realidad habría que precisar bastante respecto al segundo de ellos. Happy Families Too… The Story So Far (Cherry Red, 2014) es su album de debut —Happy Families (Island, 1982)— grabado de nuevo, con un tema extra que no estaba en el original más cuatro remixes (el mejor de ellos realizado por Vince Clark). Según Arthur, querían abordar de nuevo esas canciones pero utilizando la tecnología actual. 


Esa idea de hacer “lo mismo pero diferente” está presente desde la portada. Aparentemente es igual, pero se ha modernizado: idénticos animales, idéntico paisaje, idéntica composición, pero ahora la casa es una construcción moderna, hay un cohete al fondo y los personales llevan escafandras espaciales; además, el gato que está pinchando música en la jira campestre maneja dos platos de DJ en vez de un gramófono.


miércoles, 17 de diciembre de 2014

Hit instantáneo #32: Modest Mouse


La actualidad lo es todo. Y no parece que haya nada más actual que hablar de lo que vendrá; ni siquiera parece actual el presente: lo actual es mañana. Hemos llegado a un punto en que es más noticia el anuncio de que se publicará cierto disco que el disco en sí el día de su edición. 

Esta semana se ha expandido la buena nueva de que en marzo del año que viene habrá nuevo álbum de Modest Mouse. Gog se ha impuesto la norma de no considerar un disco hasta que esté disponible en las tiendas, pero esta vez no puede evitar traer aquí algo que está por venir, porque al darle al play para escuchar el adelanto virtual de Strangers to Ourselves se ha quedado más enganchado a «Lampshades On Fire» que un teletubie a un sofá de velcro, con ese alegre riff de teclado, la voz como siempre algo histriónica de Isaac Brock, la batería y finalmente todo ese trenzado sonoro característico de la banda. Imposible sacarse de la cabeza ese papapapapapararapapa y la tonadilla mágica.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Rock 'n' actor #32 // Criaturas celestiales #45: Françoise Fabian

Me llamo Michèle Cortes de Leon y Fabianera, pero puedes llamarme Françoise Fabian, tonto: 


La escena pertenece a la película más famosa que protagonizó Françoise Fabian, Mi noche con Maud (Eric Rohmer, 1969), y es el “tonto” más erótico y voluptuoso que jamás se haya pronunciado en la historia del cine. Se lo llama al personaje interpretado por J.-L. Trigtinant, cuando este rechaza su invitación a acostarse a su lado en vez de pasar la noche en el sofá. Dos Luises como Buñuel y Malle, que sabían de sus dotes, también la dirigieron. 

Hija de franco-español y ruso-polaca —y además nacida en Argelia—, la mezcla desembocó en esa mirada suya entre perdida, triste, segura, penetrante y difícil de sostener. Tuvo algún intentó como cantante melódica, pero sin tanta presencia y reconocimiento como en las pantallas, interpretando baladas de medio tiempo con una imperturbabilidad y un deje sensual desarmantes: 


Moi, faut pas me prendre (1963), de Marc Heyral y Philippe Gérard.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Intangibles #5: Pretty Sad

La burbuja del ladrillo. 
La burbuja de los cigarrillos electrónicos. 
La burbuja de las hamburguesas. 
La burbuja de los discos de vinilo. 

Toda resurrección convertida después en moda acarrea un exceso —a la fábula bíblica nos remitimos—. Esta otra que se vive hoy con los vinilos no sólo tiene los precios sobrehinchadérrimos, sino que la producción no da abasto. Cuando explote se va a oír en Urano. 

Las discográficas han optado por sacar tiradas muy pequeñas de manera que eso facilite su venta total y en el menor tiempo posible, lo cual les permite seguir editando otros discos. Pero por muy pequeñas que sean las tiradas, la proliferación de sellos discográficos que ahora se dedican al vinilo es tal que, a cuatro meses vista del Record Store Day, muchas fábricas de vinilo ya no aceptan más encargos hasta entonces. Así pues, las discográficas se encuentran ahora mismo atrapadas: les gustaría publicar más pero no hay forma. Y la que no quiera esperar, tendrá que inclinarse por otras estrategias, como ha hecho la estadounidense Shelflife con la banda Pretty Sad

(...) due to the timeline challenges we're currently facing with vinyl production, we just couldn't justify the wait. So we instead decided to share these tracks digitally as a teaser to their full length album, to be released later in 2015. 

Una lástima, porque las tres canciones que se presentan digitalmente como adelanto hubieran conformado un precioso Pretty Sad EP, que así es como lo han titulado aunque sea de forma virtual. Pretty Sad es un trío de muy diferentes procedencias y asentamientos. Victoria (voz y guit.) Luke (bajo) Maxim (guit.) —desde Escocia, Inglaterra y Dinamarca, aunque no necesariamente en ese orden— intercambian sus ideas y archivos musicales por Internet. El resultado es un dream pop cálido, en el que las voces planean y las guitarras suenan como campanas celestiales.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Todo el mundo quiere a PJ Harvey #16


PJ Harvey, siempre musa y ahora también poeta. Prepara un poemario para 2015 titulado The Hollow of the Hand, que además irá ilustrado por el fotógrafo Seamus Murphy. Mientras tanto podemos escuchar uno de los poemas, "The Guest Room", recitado por ella misma para The New Yorker (regalan la descarga):

domingo, 7 de diciembre de 2014

Grafitis por el mundo #40: Visitas guiadas

Como quien va un museo y contrata el servicio de un guía (o una audioguía) para que vaya explicando las obras de arte que copan las salas, desde hace un tiempo se está extendiendo la afición a asistir a visitas guiadas por algunas ciudades para que te muestren las obras de arte urbano más señeras. En la web de El Confidencial se publica un artículo con algunas de ellas:

 Berlín

 Londres

 Madrid

viernes, 5 de diciembre de 2014

Ellas llevan el ritmo #63: Ana "Smogger" González


En muchas ocasiones, la música es una especie de religión, en la que, fieles a una Verdad, las bandas siguen con fervor los preceptos musicales estipulados en la biblia de su género idolatrado. Es el encomiable caso de los sevillanos The Smoggers, cuarteto entusiasta del rock garajero y el beat primitivo y cavernoso, pisando el pedal del fuzz hasta que echa humo. 

Como buenos creyentes, todos se hacen apellidar como el nombre del grupo. Así, Fernando Smogger y Jesús Smogger se encargan de las guitarras, crujientes y veloces como el rayo; Gusti Smogger saca notas bamboleantes y vacilonas del bajo; mientras que Ana Smogger golpea la batería como si no hubiera un mañana y toca el Farfisa en algunos cortes. Su compañía discográfica, Clifford Records, acaba de reeditar Join The Riot (2013), que andaba agotado y cuando era un clamor la demanda por parte de los devotos del género para hacerse con una copia. En él se suceden sin descanso una docena de temas enérgicos y rabiosos, en los que se alternan el español y el inglés en las letras. Dos de ellos son versiones de bandas ignotas si no eres un connoisseur del asunto: The Chob (“Sólo una vez más”) y The Tamrons (“Wild Man”). En esta última, es Ana la que lleva la voz principal:



También hay alguna pieza instrumental con toques surferos, como la que da título al álbum, en la que Ana vuelve a lucir sus colosales habilidades rítmicas: 



La ferviente escena garajera europea los tiene encumbrados y ya conoce sus eléctricos directos.