viernes, 3 de enero de 2020

Y ellos se juntan #105 // Cosas de hermanos #84

Una teoría puede ser una simple especulación, independientemente de que tenga o no aplicación práctica o demostración palpable. Hay campos abonados para que broten teorías como patatas. El álbum que salió de la colaboración entre Daniele Luppi, Parquet Courts y Karen O (Milano, 30th Century Records, 2017) da para exponer varias de ellas, aunque sólo sea por el placer de exponerlas. 


> Teoría 1 - No hay canción mala si en ella interviene Karen O 
Su voz tiene una personalidad única. Por su timbre y su forma de interpretar. En Milano pone la voz en tres temas, y además es la compositora de ellos. No se entiende, por tanto, que su nombre no figure también al frente del proyecto. “Talisa” no es sólo uno de los mejores cortes del disco, sino que lo es de toda la carrera de la líder de Yeah Yeah Yeahs (qué es del grupo, por cierto). 

> Teoría 2 - Los proyectos en común no suelen pegar tanto como una simple banda 
Los hay, que conste, hay supergrupos que han llegado a cuajar sólidamente, aunque la impresión es que la mayoría de las veces se derriten con los primeros calores de la primavera. Tienen un problema adicional que los hacen antipáticos: obviando el orden alfabético, ¿dónde los colocas en la discoteca? 
Añadido/Hipótesis: La importancia de un nombre bien puesto es fundamental. En el caso que nos ocupa, el álbum probablemente quedó diluido a falta de un nombre artístico común y no todo ese Daniele Luppi & Parquet Courts. Podría haber sido tan fácil como Luppi Courts o algo así.  

> Teoría 3 - Lo más interesante de las listas con “lo mejor del año/década” muchas veces está en lo que no traen 
Las listas son volubles, inconsistentes, inanes y caprichosas. Y engreídas, porque se basan en el secreto principio de que nada como mi gusto personal. Claro que son peor aún cuando van de listas o cuando se muestran como un listado de tendencias. Prácticamente ninguna recogió este disco, que pasó demasiado inadvertido para lo buenísimos que es. 


Es un disco fraternal. En todos los sentidos. En el literal porque también intervienen un par de hermanos: Lorenzo Luppi a la trompeta; y los Savage, Andrew y Max, por parte de los neoyoquinos. En el figurado, porque es un disco entrañable, afectuoso, con el que te sientes bien. Y qué maravillosamente encajan la mencionada genialidad de Karen O, con la supuestamente anárquica marcialidad de los Parquet Courts y el lado más pop y cinematográfico de Luppi. Un disco surgido del talento de tres artistas en su apogeo.

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