sábado, 4 de diciembre de 2021

Cameos musicales #68: Petulia

Petulia
(1968) es una peli un tanto fallida de Richard Lester. El raro casting te tiene con el ceño fruncido, pero es cierto que la pareja protagonista 
parece funcionar por extraño que parezca imaginarlos juntos. La historia resulta algo incomprensible, sin profundidad ni emoción. Eso sí, la cámara está absolutamente hechizada por la belleza de Julie Christie

Y por aquel San Francisco de finales de los sesenta, andaban Grateful Dead y la Janis Joplin de los Big Brother & The Holding Company. Ambas bandas tienen una breve aparición actuando en directo. Los primeros tocan en una fiesta privada, en el arranque de la película, que son las escenas de mayor interés narrativo, con dos planos escénicos aparentemente diferentes que acaban uniéndose:


 

 

Ette aquí #70: The Ordettes

Se llamaron The Blue Belles durante un breve periodo de tiempo. Fue la fusión de dos en uno. Por un lado, Patti LaBelle y Cindy Birdsong, integrantes de The Ordettes, de las que no hay constancia de grabaciones; por otro, Nona Hendryx y Sarah Dash (fallecida hace un par de meses), ambas ex integrantes de The Del Capris

Cuando Birdsong dejó el grupo para sustituir a Florence Ballard en The Supremes, el trío restante cambió el nombre del grupo por el de LaBelle, transformándose en divas disco-funk futuristas, en que la Dash y Hendrix hacían las harmonías para la portentosa voz de Patti LaBelle. "Lady Marmelade" desgastó un gran número de suelas en las discotecas de la época.


Curioso que Dash se sitúe en el centro, en vez de LaBelle; Hendryx a la izquierda. Pese al evidente peso vocal de LaBelle, se mantenían en línea.

 

domingo, 26 de septiembre de 2021

Cameos musicales #67: Por fin es viernes (Thanks God It's Friday)

Denostada y elogiada en una guerra entre un ejército de furibundos odiadores y otro de defensores a ultranza, la música disco no dejó rastro de indiferencia a su paso por la historia de la música. Se hizo una pira con sus discos en un estadio de béisbol de Chicago pero se vendieron millones de ellos por todo el mundo. El caso es que la música disco tuvo un periodo de esplendor que agitó a su modo la cultura de una época y fue un ingrediente musical básico para mezclarse poco después muy bastardamente con movimientos como el hip hop y la música electrónica. 


Pronto hubo sabuesos que olfatearon el negocio y detectaron su importancia. Empresarios, sellos discográficos, productores, artistas, diseñadores, etc., se apiñaron a su alrededor para sacarle rendimiento. Un ejemplo es la película Por fin es viernes (Thanks God It’s Friday, 1978), cinta producida a medias por Casablanca y Motown: la primera puso a su estrella Donna Summer y la segunda, a The Commodores

La película tiene más interés histórico que valor cinematográfico. Eso sí, obtuvo el Oscar a la mejor canción, en pugna aquel año con Grease. Es una película coral que describe, muy superficialmente, la vida de un grupo de jóvenes disc-jokeys, músicos, cantantes, fanáticos del baile y toda una variada fauna nocturna durante varias horas de un viernes por la noche en una discoteca de Hollywood. Entre los actores, unos jovencérrimos Jeff Goldblum y Debra Winger, y una carismática Terri Nunn todavía adolescente. Años después Nunn fue la vocalista del grupo Berlin, que ganó a su vez el Oscar a la mejor canción con “Take My Breath Away”, compuesta, como no, por Giorgio Moroder para la banda sonora de Top Gun (1986). 

Donna Summer, además de cantar en un momento de la noche la famosa canción, tuvo un papel como actriz. Lo de The Commodores se ajusta más al cameo. Durante su interpretación de "Too Hot to Trot" se celebra un concurso de baile.

De Summer puede encontrarse la escena: 

  

No de la The Commodores, que aún contaba con Lionel Richie en la banda, pero sirva esta otra para hacerse una idea: 

domingo, 20 de junio de 2021

Sales en mi canción #102: sobre ABBA

La A con la B y la B con la A, ABBA. Antes de que empezara la globalización tal y como la entendemos hoy día, hubo un pegamento de origen sueco que uniformó el gusto musical del mundo. Porque, no nos engañemos, no hay nadie que no se haya echado un baile con algún tema suyo, o haya tarareado uno de sus infalibles estribillos, o no conozca alguna de aquellas impecables tonadas. No tendrás discos suyos, pero no te cayeron mal nunca. Hicieron magia.

> Trembling Blue Stars - ABBA On The Jukebox (1996). Indies de manual —una de las muchas bandas por donde ha pasado Beth Arty—, desprendían en sus discos un aire entre melancólico y ensoñador, con querencia a regodearse en el sentimentalismo y la tristura, de esa gente que parece que sólo es feliz en la pena, o que en la lluvia encuentra el éxtasis su estado de ánimo:

Abba on the jukebox at Par Sands 

Y llueve.


> Los Fresones Rebeldes - Algo hay (1999). Otra banda indie al uso, esta de Barcelona y muy representativa de la década de los noventa por aquí. Sus rimas no están en el podio de las más brillantes de aquel pop naíf: 

Hay una canción sonando, / Me da igual "Chiquitita" o "Fernando" / Y eso que a mí ABBA / No me gustan nada 


> Las Escarlatinas - Dormir o morir (2008). Cavilaciones existenciales sobre lo que es hacerse mayor, pero anima como un rayo de sol. Al parecer era una adaptación de “Clear Skies” de la banda coreana Misty

Meteré esos discos de ABBA en el desván 

Tuturutú Tuturutú tuturu 



> Hot Chip: Night & Day (2012). Ritmos sintéticos para un bailoteo frenético, con las pulsaciones disparadas en la pista de baile. El párrafo de esta canción en el que se menciona a la banda sueca lo declama el actor Terence Stamp:

I don't got no Abba 
I don't play no Gabba 
I like Zapp not Zappa 


> The Goon Sax - Sweaty Hands (2016). El trío australiano haciendo de las suyas. La reconfortante batería, el rasgueo amistoso de la guitarra y la cálida voz de Foster que canta: 

Walk past an apartment and hear ABBA

domingo, 13 de junio de 2021

Gastan gafas #86


He ahí tres discos de la década de los 70 que me fascinan y que siempre los he tenido asociados mentalmente de una manera inconsciente, tanto por lo musical como por la figura de ellos: El Mirage de Jimmy Webb, Schmilsson de Harry Nilsson y Nobody’s Fool de Dan Penn. 

Fueron tres lobos solitarios más conocidos por su trabajo para otros —componiendo o produciendo—, que por su propia obra, pero con esos enormes discos grabados a su nombre. Son 3 discos aparentemente sencillos y a la vez muy ricos en matices, orquestados con delicadeza y gusto, llenos de emoción. 

Al ponerme hoy una vez más el de Nilsson y releer los créditos, caigo en que Webb colaboró en él tocando el piano en “Jump Into The Fire”. Me pregunto entonces si  comparten algún nexo Penn y Webb. Investigo un poco y resulta que un tal Scott Walker reunió una composición de cada uno de ellos en su álbum Stretch (1973). 



Su portada me lleva ipsofactamente a las de otros tres ilustres gafotas a los que también tengo en un altar:



 

sábado, 29 de mayo de 2021

Cameos musicales #66: Scream And Scream Again

Ver encabezando el reparto de una cinta de terror a Vincent Price y Christopher Lee pica la curiosidad de cualquier degustador cinéfilo. La realidad es que Scream And Scream Again (G. Hessler, 1970) —aquí La carrera de la muerte, víctima del maltrato traductor— se queda en una poco interesante serie B, con u
nos Price y Lee muy menores, que no son tan protas como se anuncia.

La historia es una mezcolanza entre Frankenstein y el mito del superhombre, como un engendro nacido entre Mary Shelley y Friedrich Nietzsche. Añádasele un asesino en serie con ínfulas de vampiro y un tanque de ácido. Pero las escenas de acción resultan infantiles y alguna da algo de vergüenza ajena. Lo mejor de toda la cinta es la elipsis que une el grito de una mujer a la que van a cortarle un dedo con unas tenazas y el inicio de la actuación del grupo Amen Corner en una discoteca del más puro swinging London

En el montaje del vídeo que podemos encontrar no está esa elipsis, pero podemos ver ese ambiente londinense y a la banda en acción:


Amen Corner eran originalmente de Cardiff. Su rhythm and blues psicodélico tuvo cierto reconocimiento popular en la década de los sesenta. "Scream And Scream Again", el tema que interpreta la banda galesa en la escena de la discoteca, se compuso para la peli ex profeso. Su vocalista y guitarrista Andy Fairweather Low tuvo luego carrera en solitario e hizo de músico acompañante de gente como Eric Clapton, George Harrison o Roger Waters. Por su parte, Dennis Bryon, el batería, estuvo con los Bee Gees durante la segunda mitad de los setenta; hasta escribió luego una autobiografía de aquella época junto al trío de hermanos.

domingo, 11 de abril de 2021

Cameos musicales #65: This Must Be The Place

El mundo no lo sabe, pero aquí es ver a Sean Penn interpretando a una decrépita estrella del rock gótico y recordar ipsofactamente aquel gag de Joaquín Reyes imitando a Robert Smith. Por eso se nos hace tan inverosímil Un lugar donde quedarse (This Must Be The Place; P. Sorrentino, 2011), que es como si Muchada Nui se hubiesen tomado en serio haciendo una peli. Y aunque no existiera aquel episodio de los de Albacete y The Cure, la peli de Sorrentino habría sido igual de inverosímil por mor de un guión tan ilógico y ridículo, enfermo de importancia, que convierte la road movie del viejo rockero gótico en un excéntrico artilugio tragicómico. 

Lo mejor, la música. La banda sonora está compuesta conjuntamente por David Byrne y Will Oldham; además de otras canciones que suenan por detrás: Vic Chesnutt, Iggy Pop… Hacia el minuto 35, el protagonista va a un concierto de David Byrne en Nueva York, con quien luego se queda unos minutos departiendo en otra escena. El tema que interpreta en directo lo grabó en su día con Talking Heads, y aquí sirve para dar título y contexto a la película. Como viene siendo habitual en Byrne, se hace acompañar de un nutrido número de excelentes músicos y prima un vigoroso componente visual.

lunes, 5 de abril de 2021

Auprès de ma blonde #8

En el Whisky a Go Go, Los Angeles, hacia 1978. Foto de Brad Elterman.

En Bangkok, 1977. Foto de Chris Stein.

Foto de Janet Macoska.






domingo, 4 de abril de 2021

Rock 'n' actor #36: James Taylor y Dennis Wilson

Siempre hay dos historias: una que queda y otra que podría haber sido. En el mundo del celuloide, los factores que terminan decidiendo el reparto de una película son múltiples: desde las agendas de los actores, al presupuesto con el que se cuenta para contratarlos, los caprichos y veleidades de los directores o las mil vicisitudes del proceso de casting. Probablemente habrá muy pocas películas en la historia del cine que hayan contado para el rodaje con los actores protagonistas en los que se pensó desde el primer momento. Podría decirse que hay tantas películas hechas como otras tantas películas que podrían haber sido. Se cuenta, por ejemplo, que Cary Grant renunció a actuar en La reina de África: él era la primera opción de John Huston, pero Grant no lo vio claro. Habría sido otra película, otra historia, simplemente. 

Otro ejemplo de hasta qué punto puede dar la vuelta un elenco y acabar convirtiéndose en una rareza sin par es Carretera asfaltada en dos direcciones (Two-lane Blacktop, 1971), de Monte Hellman. Para el reparto se barajaron nombres de famosos actores (De Niro y Pacino entre otros); sin embargo, al final se recurrió a actores no profesionales para la mayoría de los papeles, ya fuera por el prurito de realismo que ansiaba el director, o porque el presupuesto estaba demasiado ajustado. El caso es que los papeles protagonistas terminaron interpretándolos el cantautor James Taylor y el batería de los Beach Boys, Dennis WilsonNi en el sueño más surrealista habría cabido a priori una idea semejante. Pero, digámoslo ya, la decisión no pudo ser más acertada. La sensación de camaradería, de sólida e inquebrantable amistad que transmiten es casi poética. Sus diálogos se limitan a un puñado de frases; no necesitan hablar verborreicamente cuando están juntos, como los camaradas de verdad. Ni siquiera sus personajes tienen nombre, se les conoce como Conductor y Mecánico, nada se sabe ni se sabrá de ellos, ni de dónde vienen ni adónde van. Una fascinante road movie existencialista. 



El modelo cinematográfico lo había enmarcado un par de años antes
Easy Rider. Esa búsqueda del destino a través de una carretera entendida como un símbolo de libertad es parte inherente de la cultura popular norteamericana. Tras la Segunda Guerra Mundial, las calzadas no sólo de poblaron de bandas de moteros sino que también llamaron la atención de la Generación Beat, principalmente de Jack Kerouac, como plasmó en esa novela trascendental que es On The Road (1957). Desde entonces el rito cuasi iniciático no ha dejado de repetirse. 

La enigmática Carretera asfaltada en dos direcciones narra las peripecias de dos jóvenes que recorren el país a bordo de un Chevrolet de 1955 tuneado, con el que compiten en carreras ilegales para ganar el dinero suficiente con el que seguir viajando sin un destino concreto. Hellman contaba con un presupuesto exiguo, que prefirió gastar rodando todas las escenas en localizaciones reales a lo largo de la mítica Ruta 66. Aunque su idea iba más allá de captar la esencia del viaje en la carretera. Pretendía asimismo que ese periplo influyera en la vida de sus actores, que llegaran a ser partícipes de esa experiencia iniciática mencionada más arriba. Taylor y Wilson cumplieron sobradamente. 

El silencio, quebrado a veces por el ruido de los motores, es la auténtica banda sonora de la película, pues no tiene una composición propia definida. Eso sí, suenan numerosas canciones, sobre todo en el coche de otro conductor tan errático como los dos protagonistas, que comparte sus casetes con los sucesivos autoestopistas que va recogiendo: «Moonlight drive», de The Doors; «Me & Bobby McGee», de Kris Kristofferson;  «Stealin’», de Arlo Guthrie... De cuando Blablacar era otra cosa.

jueves, 1 de abril de 2021

Parecidos razonables #33: Brian May y Patacho

¡Qué pelazo han tenido y siguen teniendo! Melenas al viento mientras sus manos recorren los mástiles de sus guitarras, las que antaño fueran las de Queen y Glutamato Ye-yé.




Hoy día May y Patacho comparten también algunos alifafes y complicaciones de salud. Al primero, hace poco el corazón le dio un susto. El español tuvo que dejar un tiempo de tocar el instrumento con el que llevaba toda su vida: una complicada dermatitis le inutilizaba las manos. Diagnóstico médico: alergia a los metales, principalmente níquel, cobalto y estaño, así que ahora toca con cuerdas de oro de 24 quilates y trastes de un material no metálico.

sábado, 27 de febrero de 2021

El arte de la versión #110

Luché contra la ley, y la ley ganó. El espíritu rebelde que desde siempre ha palpitado en "I Fought The Law" ha hecho que sea fácil identificarse con esta mítica canción, sobre todo por parte de gentes proclives a andar fuera de la manada y outsiders con querencias reivindicativas. No es extraño, por tanto, que haya sido un tema muy versioneado por grupos punks (The Clash, Dead Kennedys, Ramones, Green Day). Un himno para ellos y para tantos otros.

Lo curioso es que es una composición de 1960, cuando las letras de las canciones no solían tratar temas así. Quizá los historiadores musicales podrían establecer en ella algún indicio de los posibles orígenes del punk, porque además de lo bien que se ajustaba el mensaje a la idiosincrasia del movimiento del imperdible, era puro rock & roll, y estaba cantando con la entraña. Tenía crudeza y actitud. Por supuesto, salió escondida originalmente en una cara B, la de la dulce y romanticona "A Sweet Love", de The Crickets, la primera banda de Buddy Holly antes de volar en solitario (y morir volando al poco tiempo, en 1959). The Crickets continuaron grabando discos. El tejano Sonny Curtis, uno de los miembros fundadores del grupo y que junto a Holly había teloneado a Elvis Presley en 1955, fue el compositor principal de los Crickets. Del mismo año que el 7'' es el álbum In Style With The Crickets (Coral, 1960), en el cual estaban ambas canciones de Curtis y otro de sus éxitos, "More Than I Can Say", sí, el que décadas después popularizase de nuevo Leo Sayer.


Una de las últimas versiones que se han hecho de "I Fought The Law" aparece en los créditos de cierre de la película Intermission, del muy recomendable director John Crowley. Esta adaptación está cantada por el actor Collin Farrell, uno de los protagonistas de la cinta: interpreta a un delincuente impenitente, un forajido sin solución. (Dadle una raqueta a Farrell y creeréis estar viendo a Andre Agassi.)

Para que se perciba aún más la importancia histórica de The Crickets, Los grillos traducido a la lengua cervantina, The Beatles se inspiraron en ellos para bautizarse artísticamente.

Larga vida a Sonny Curtis. El Salón de la Fama del Rock n' Roll preserva su nombre y el de su banda.

domingo, 14 de febrero de 2021

Cosas de hermanos #87: Trastos

A veces tener detrás el empuje de una multinacional puede acarrear que del impulso acabes cayendo por un precipicio. Les pasó a Trastos, banda nuevaolera de principios de los ochenta compuesta por dos parejas de hermanos: los Crespo (Fernando Crespo al bajo y Tores a la guitarra) y los Lobato (Miguel Ángel cantando y Javier aporreando bombos y platillos), más el teclista Luis Carlos Esteban

Los produjeron mal, les obligaron a cultivar una imagen de banda para quinceañeras y obligaron a meterlos a empellones donde fuera hasta hacerlos aborrecibles para el resto de bandas de su generación.  

Sobre ellos he escrito en el blog de La Fonoteca.