No es lo mismo se avecina una tormenta que se atormenta una vecina. No es lo mismo el soft rock que grupos de rock que empiezan por soft.
> Soft Machine. Canterbury es una ciudad inglesa que rezuma iglesia y Medievo con sólo oírla o leerla, pero que en la década de los sesenta disfrutó de una escena musical en la que a los músicos les dio por mezclar —llevados a saber de qué otros vapores— la psicodelia, el rock progresivo y el jazz. La banda de Robert Wyatt y Kevin Ayers es la que ha quedado para la historia como paradigma de aquello. Su nombre lo sacaron de la novela de William Burroughs, The Soft Machine. Y el futuro guitarrista de The Police, Andy Summers, pasó por sus filas, muy poco tiempo debido a desavenencias personales con Ayers.
> The Soft Boys. Otra ilustre ciudad inglesa, Cambridge, y otra banda madre. En este caso, el vientre musical del que salieron Kimberly Rev (Katrina & the Waves) y el gran Robyn Hitchcock, que volvieron a intentarlo juntos en 2003 grabando Nextdoorland. Tenían un sonido y una personalidad artística únicas. Una pena que no tuvieran más suerte; nunca encontraron su sitio: demasiado exquisitos para ser considerados punks y demasiado crudos para el público en general.
> Soft Cell. La sordidez en envoltorio de lujo. Famosísimos por su versión del «Tainted Love», sus letras narraban historias dramáticas y trágicas. Fueron algo más que un simple grupo de tecno-pop.
Nos mudamos de continente y, además, nos venimos al presente con las dos últimas bandas.
> The Soft Pack. Han pasado del sonido de canon garajero de sus inicios a un sonido mucho más elaborado y enriquecido, con estribillos de efecto más contundente que un ibuprofeno. Tienen cualidades para llegar a ser algo considerable dentro del rock alternativo indie; hace falta que se lo crean y que vayan a por todas de una vez (la desgana que mostraron en el concierto de hace unas semanas en Madrid no ayuda a la causa). En Strapped (Mexican Summer) se encuentra esta irresistible pieza con órgano.
> The Soft Moon. Monte Vallier es el secreto mejor guardado de San Francisco. De Eric Arnaud a Magic Bullets, de Mark Eitzel a The Soft Moon, el que fuera bajista de Swell lleva camino de convertirse en reputado productor. A The Soft Moon le ha sacado en Zeros (Captured Tracks, 2012) una brillante oscuridad, una furia industrial, que podría ser la banda sonora del próximo apocalipsis.
Nos mudamos de continente y, además, nos venimos al presente con las dos últimas bandas.
> The Soft Pack. Han pasado del sonido de canon garajero de sus inicios a un sonido mucho más elaborado y enriquecido, con estribillos de efecto más contundente que un ibuprofeno. Tienen cualidades para llegar a ser algo considerable dentro del rock alternativo indie; hace falta que se lo crean y que vayan a por todas de una vez (la desgana que mostraron en el concierto de hace unas semanas en Madrid no ayuda a la causa). En Strapped (Mexican Summer) se encuentra esta irresistible pieza con órgano.
> The Soft Moon. Monte Vallier es el secreto mejor guardado de San Francisco. De Eric Arnaud a Magic Bullets, de Mark Eitzel a The Soft Moon, el que fuera bajista de Swell lleva camino de convertirse en reputado productor. A The Soft Moon le ha sacado en Zeros (Captured Tracks, 2012) una brillante oscuridad, una furia industrial, que podría ser la banda sonora del próximo apocalipsis.