martes, 28 de mayo de 2013

Cosas de hermanos #46 // A mí no hace falta que me cambies el plato #41: The Undertones

Al punk habría que ponerle un monumento. El punk ha sido uno de los movimientos más importantes de la historia del rock, no tanto por su calidad en sí como por lo que supuso de reseteo musical, del acabose del antiguo régimen, de volver a la casilla de salida y servir de arranque a cuanto de bueno vendría inmediatamente a continuación, principalmente la explosión del post-punk y la new wave, pero que llegó a salpicar a otros géneros, como el jangle pop, por ejemplo, o la escena del indie primerizo del C-86. Lo dijo Alan McGee, «entre 1978 y 1982 se ha hecho la mejor música de la historia». 


De 1980 es Hypnotised, el segundo álbum de unos de esos hijos putativos del punk, The Undertones, apenas un año después de su exitoso y celebrado debut homónimo. La foto de la portada, algo desenfocada, se tomó con una cámara barata de usar y tirar; pensaron que sería un suicidio comercial, pero aún así la mantuvieron en la cubierta. En ella se ve a Billy Doherty (batería) y a Michael Bradley (bajo) tenedor en mano, imberbes y de rostro aún aniñado, con una servilleta con el dibujo de una langosta a modo de babero, lo que les infantiliza aún más, en una marisquería de Nueva York (a Gog le encantaría saber en cuál y si ese local aún existe). Con tamaña poca pinta de gourmets, la foto transmite la impresión de que es como dar de comer margaritas a los cerdos, y es ahí donde precisamente radica el acierto de la instantánea: jóvenes de clase obrera fuera de su contexto intentando comerse el mundo. Para curiosos, la edición para Alemania salió como portada la foto de la trasera de la edición inglesa, con los cinco miembros al completo. 


Comenzaron a grabarlo en Holanda, pero pronto se dieron cuenta de que les faltaba material y que allí no les llegaba la inspiración suficiente, así que se volvieron a la carrera a Londres, al mismo estudio donde habían grabado su primer álbum para que todo volviera a fluir. Ya en Londres, compusieron y grabaron, entre otros temas, el que a la postre sería el tercer single del álbum y la versión del clásico soulero de los Drifters «Under the Boardwalk», pero filtrada a través de la versión de los Rolling Stones, como le gustaba la padre de los hermanos O’Neill, cabecillas de la banda junto al cantante Feargal Sharkey

Como suele ocurrir en tantos casos, las canciones no tienen la urgencia y visceralidad que en el debut, o al menos no tanta, pero a cambio son mucho más sólidas, están mejor construidas, son algo más complejas (añadieron algún teclado, hay algún arreglo más) y todo el conjunto resulta más regular, entre otros factores porque habían aprendido a tocar mejor. La guitarra de Damian O’Neill, aquí ya mucho más dura y poderosa, influiría posteriormente en bandas como Ash o Blur, Graham Coxon lo sabe. En general siguen siendo temas directos, pues en este segundo trabajo, al igual que en el primero, The Undertones seguían empeñados, muy ramonianamente, en pisar los pedales lo menos posible. Y sigue habiendo temazos llenos de eterna y osada juventud. Se demuestra simplemente con el primer tema, «More Songs About Chocolate and Girls», parodia de los Talking Heads («More Songs About Buildings and Food»); de hecho, Undertones y Heads coincidieron en un festival en Edimburgo y allí hubo sus más y sus menos, como no podía ser de otra forma teniendo en cuenta que el lema de los norirlandeses era «Fuck art, let’s dance». La voz nasal, cuasi gangosa, de Feargal Sharkey en «My Perfect Cousin», «Wednesday Week», «She That Girl» (con parapapeo incluido), «What's With Terry», etc., terminaba por hacer únicos esos temazos. 


Al año siguiente publicarían su tercer álbum, Positive Touch, también memorable pero ya algo diferente y a distancia de los dos primeros, pese a que contiene uno de los temas favoritos de Gog de todos los tiempos (It’s Going To Happen). Van más de tres décadas desde que se publicó el arrebatador Hypnotised. Escucharlo hoy día a todo volumen sigue proporcionando un subidón muy reconfortante. 

Mientras que Sharkey continuó grabando en solitario, los hermanos O’Neill acabaron montando That Petrol Emotion, de inclinación política y más experimental, y que tanto influyó en bandas de brit pop y Madchester, pero esa es ya otra historia.

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