Hacer coincidir en la letra de una canción las palabras Adolf y swastika no se antoja demasiado complicado. Otra cosa ya es encajarlas y hacerlas casar con Ikea, por ejemplo.
En lo musical, una muy interesante electrónica, un tecno duro, seco y de tendencia experimental. Ese sonido oscuro envuelve como un guante toda la imaginería truculenta de Chesler, y lo llena de tratamientos tecnoides nada cómodos para el oído a primera escucha; aunque a veces encuentra un hueco para una balada con guitarra acústica y unas suaves bases electrónicas de acompañamiento fúnebre, como en la muy bonita «The Darkness That Was Meant to Be»:
Last night I dreamt of Adolf kissing Anne
I lay on my back fantasizing
Swastika, Helvetica, Ikea
La estrofa forma parte del sentido del humor, retorcido y oscuro, que Oliver Chesler , alias The Horrorist, despliega en su cuarto álbum, Fire Funmania (Things To Come Records, 2013). Además, Chesler practica la estética de la maldad, quiere hacernos creer que es un monstruo, un «horrorizador» venido al mundo para causarnos pánico y dolor. Sangre, sexo duro, escatología, asesinatos… componen ese decorado pretendidamente terrorífico. Pero tras esa pose maléfica, no nos parece tan fiero como se pinta; al contrario, entrevemos a un sentimental, que se muere de hambre (amor) por su chica y por besarse con ella en la disco mientras no paran de bailar:
En lo musical, una muy interesante electrónica, un tecno duro, seco y de tendencia experimental. Ese sonido oscuro envuelve como un guante toda la imaginería truculenta de Chesler, y lo llena de tratamientos tecnoides nada cómodos para el oído a primera escucha; aunque a veces encuentra un hueco para una balada con guitarra acústica y unas suaves bases electrónicas de acompañamiento fúnebre, como en la muy bonita «The Darkness That Was Meant to Be»: