miércoles, 30 de diciembre de 2020

Cosas de hermanos #86: Field Music y The Haden Triplets

Nada tienen que ver musicalmente Field Music y The Haden Triplets. Sus puntos en común son que ambas bandas están formadas exclusivamente por hermanos (la primera) y hermanas (la segunda) y que este año han publicado sendos discos. 




> Field Music, o sea, los ingleses David y Peter Brewis, lleva funcionando desde 2004. Curiosamente, ambos han tocado la batería alguna vez en el grupo de sus colegas The Futureheads. En Making a New World (Memphis Industries, 2020) ponen su art-rock —¿podríamos llamarlo rockocó?—, progresivo, de estructuras intrincadas y sofisticadas, al servicio de un álbum conceptual sobre los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. 

> That Dog fue una banda de Los Angeles que estuvo activa de 1991 a 1997 y que volvió a reunirse en 2011. Estaba compuesta por Tony Maxwell, Anna Waronker (también en Ze Malibu Kids, e hija de Lenny Waronker, productor y presidente de la Warner), y Petra y Rachel Haden. Estas dos son hijas del contrabajista de jazz Charlie Haden. Y hay una tercera hermana, Tanya. Las tres, como The Haden Triplets, han publicado su segundo álbum, The Family Songbook (Thirty Tigers, 2020). En él desarrollan un cancionero en clave folk y country con sus voces prístinas y armonías angelicales. Hay mucha clase en la docena de temas. Y en todos ellos flota una tristeza que sobrecoge, incluso en la versión que hacen "Say You Will" de Kanye West.

martes, 29 de diciembre de 2020

Y ellos se juntan #107: The No Ones



En estos tiempos en que la comunicación y la transferencia de información apenas son más complicadas que batir un huevo, no es de extrañar que surja una banda compuesta por gente no sólo de diferentes países, sino continentes. Es el caso de The No Ones, superbanda formada pese a que hay un océano de por medio entre los cuatro músicos. Conexión Estados Unidos con Noruega para un cuarteto que lo conforman ni más ni menos que Scott McCaughey, Peter Buck, Frode Strømstad y Arne Kjelsrud Mathisen, o dicho de otro modo, miembros de I Was A King, The Minus 5, The Baseball Project y REM (casi podría considerarse una entidad en sí misma a la unión McCaughey y Buck, una pareja de hecho musical metida desde hace unos años en múltiples proyectos). Por si no bastara todo ese pedigrí, además se asoman en algunos cortes Andrew Rieger (de los demasiado ninguneados Elf Power), Debbi Peterson (de The Bangles; repito: ¡de las Bangles!) o Patterson Hood (de Drive-By Truckers). 

El resultado ha sido The Great Lost No Ones Album (Yeproc Records, 2020). El irónico título corona un disco vibrante, enérgico, afianzado sobre sólidas raíces guitarreras. Las composiciones tienen nervio, transmiten saber y sudor. La portada es diferente según el formato; en la de edición en vinilo, los norteamericanos aparecen frente a lo que probablemente es su colección de discos.

Una pequeña historia del rock a través de una sola portada #12: Gil Scott-Heron


El poeta que clamó que la rebelión no sería televisada había publicado su esperado regreso a un estudio de grabación en 2010: I’m New Here (XL Recordings). Al año siguiente, justo un mes antes de su muerte, Jamie XX colaboró con él remezclando aquel álbum, al que titularon We’re New Here (XL Recordings). 

Para celebrar los diez años de aquel disco, ahora se publica de nuevo el álbum original, en una edición limitada que incluye un par de temas inéditos: una versión de "Handsome Johnny" de Richie Havens y un tema del propio Scott-Heron, "King Henry IV". Además, se acompaña de una selección de otras grabaciones de las sesiones originales previamente disponibles. Y al mismo tiempo, la misma discográfica ha publicado We're New Again de Makaya McCraven: A Reimagining, en el que el baterista y compositor de Chicago ofreció su propia interpretación del último álbum de Scott-Heron. La tipografía de la portada es muy reconocible.

sábado, 26 de diciembre de 2020

Dime qué lees y te diré cómo se llama tu banda #35

A principios de los años ochenta, la onda siniestra proveniente del Reino Unido se extendió por nuestro país como marea negra. El afterpunk (o postpunk) lo hacían punks que ya sabían tocar los instrumentos que se cubrían de oscuro y se forraban con arreos góticos y estética cementerial. Bandas como Joy Division, The Cure, Siouxsie & The Banshees, Bauhaus, Killing Joke o Echo & The Bunnymen sirvieron de fuente de inspiración y motor vital a un enjambre de jóvenes españoles con ganas de modernidad. Y fueron muchos, más de los que puedan parecer echando un simple vistazo a los recuerdos. Así lo atestigua Pablo Martínez Vaquero en lo que probablemente sea el libro definitivo sobre la escena siniestra en España: Negro oscuro (Editorial Milenio, 2019). 

El autor no se queda en los consabidos y archisabidos nombres por todos, ni en la manoseada Movida. Es un trabajo de investigación profundo; se ha molestado en indagar, en preguntar, en conocer y dar noticia de cuantas bandas de corte siniestro se formaron en España entre 1981 y 1985. Narra anécdotas relevantes y traza las relaciones que había entre ellas. Llama la atención que para bautizarse artísticamente recurrían principalmente al cine (Gabinete Caligari, Décima Víctima, Alphaville, Polanski y el Ardor) y a la literatura, que es en lo que vamos a detenernos ahora. Los que siguen son los que hemos entresacado de la lectura de Martínez Vaquero. 

> Agrimensor K: formados en San Sebastián en 1981, su líder, Nacho Goberna, era un entusiasta de Franz Kafka. El nombre viene del del protagonista de la novela El castillo, que además fue el título de la cara B de su primer single: 

 

> Perspectiva Nevski: surgidos en Madrid en 1982, aunque sus miembros tenían diferentes procedencias. El nombre provenía directamente de un cuento de Nicolai Gogol

 

> La Caída de la Casa Usher: de Madrid hacia mediados de 1983. Es casi innecesario señalar a Edgar Allan Poe y su cuento de terror homónimo.  

 

> Donación Agnelli: grupo de la periferia de Barcelona creado en 1983. El nombre lo extrajeron del vodevil de Dario Fo La mueca del miedo, protagonizado por Gianni Agnelli, a la sazón presidente de Fiat. De lo más parecido que ha habido nunca a Siouxsie & the Banshees. 

 

Castillo Interior: grupo tinerfeño formado en 1984. Si su inspiración artística provenía de Joy Division, su inspiración literaria salió directamente de una obra de Santa Teresa Jesús conocida como Las moradas o Castillo interior.
Es de las bandas desconocidas más reivindicables de aquella época. Abrazaron el afterpunk y con él alcanzaron cotas que deberían haber merecido mayor atención. Afortunadamente, no hace mucho se publicó El sueño dorado: Castillo Interior y la escena musical de Tenerife en los 80 (Los 80 Pasan Factura, 2017), libro que recoge su historia y aporta numerosa memorabilia, y que se acompaña de un EP de 10'' y un CD/CDrom con el disco más un vídeo. 


> El Primer Tercio: grupo mallorquín de 1985, cuyo nombre no alude a un tamaño de cerveza, sino que sale de la novela del escritor de la Generación Beat Neal Cassidy

 

> Crénom 1867: valencianos con un más que curioso y rebuscado nombre. ‘Nom, crénom’ (contracción de ‘Sacre nom de Dieu’) fueron las últimas palabras que pronunció, a modo de blasfemia, el poeta Charles Baudalaire en el lecho de muerte en 1867. Un "Me cago en Dios" y la espichó. Un grande. 

> La Náusea: de Benimanet (Valencia), en 1984 el cuarteto recurrió, obviamente, a Jean-Paul Sartre

 

> Teatro Negro de Praga: del barrio de Moratalaz (Madrid) a comienzos de 1982. El nombre alude a un tipo de representación muda sobre un escenario a oscuras, cuya puesta en escena se dio principalmente en Praga.

> Farenheit 451 / Trópico de Cáncer: en una onda menos siniestra y más apegada al synth-pop (bastante luminoso) fue el cuarteto que tomó su nombre de la novela de Ray Bradbury y que estuvo en escena entre 1979 y 1982. Cuando el proyecto se deshizo, el cantante (Jorge Grundman) y el batería (Óscar Bergón) formaron otra banda también de literario nombre, esta vez bebiendo en las páginas de Henry Miller.

viernes, 25 de diciembre de 2020

Discos con portada con discos #85


Rémy Mondey ‎– Dou Marie Dou [Aux Ondes, 7'']



The Beat - B.P.M... Beats Per Minute (The Very Best Of) [Co Feet Records, 1996]


Various - Wizzz! Volume 2 [Born Bad Records, 2008]


Various - W&LL Folk Vol. 1 [Woodsmen & Lady Log, 2015]


Los Bonsáis - ¡Fanzine! [EP 7'', Elefant Records, 2015]


miércoles, 23 de diciembre de 2020

En Re de reedición #12: Pylon


Larga vida a Pylon, ahora que New West Records reedita sus dos primeros discos. Gyrate (1980) y Chomp (1983) son documentos esenciales del nacimiento del rock independiente americano. Pero Pylon quedaron emparedados entre ese otro par de monstruos de Athens que fueron su colegas The B-52's y REM

Athens era un sitio muy aburrido, así que si querías divertirte tenías que montar tus propias fiestas, en las que solían tocar grupos de la zona; si el grupo no hacía bailar a la concurrencia, nunca más volvían a tocar allí. 

La voz exaltada de Vanessa Briscoe, un bajo implacable y el ritmo marcial fueron las señas de identidad musicales de Pylon, que habían aprendido bien las enseñanzas de Entertainment! de Gang of Four.


domingo, 13 de diciembre de 2020

Sales en mi canción #101: David Newton & The Mighty Angels

The Mighty Lemon Drops fueron una de las encarnaciones más visibles de aquel famoso casete C86 que puso en circulación el NME. Su “Happy Head” era el segundo de tema de la cara A. Y fue el que dio título a su primer álbum. 

David Newton, el guitarrista y cantante que los fundó en su Wolverhampton natal, mantuvo la banda en activo hasta 1993. Desde entonces no es mucho lo que se ha sabido de él. Llegó a colaborar con The Blue Aeroplanes. De sus andadas por diferentes grupos, Fonda es el más sólido y duradero. También tiene un álbum a su nombre (Portrait of A Woman, 2007), que pasó muy desapercibido. 

Asentado en California, ahora retoma las coordenadas musicales de sus inicios con un proyecto llamado David Newton & Thee Mighty Angels. Sólo por el tema que lo abre A Gateway To A Lifetime Of Dissapoinment (Parkfield Records, 2020) ya hay que maravillarse. 

El resto del disco discurre con brillantez. Las guitarras marca de la casa, su cálida voz y unos estribillos apoteósicos. “Avoid It”, “My First Band”, “Paint The Town”…  Así hasta el final. Una tremebunda sucesión de canciones bestiales. 

Eddie Argos se le suma para cantar una de esas canciones homenaje llenas de referencias musicales, cuyo título lo dice todo: “The Songs That Changed Our Lives”. De Bob & Marcia hasta el “Spanish Stroll” de Mink DeVille

Bob & Marcia, Young Gifted & Black 
The Jackson 5, I Want You Back 
Ambition by Subway Sect 
The John Peel Sessions by The Prefects 

These Are The Songs 
The Songs That Changed Our Lives 

Solid Gold Easy Action, Psychotic Reaction 

These Are The Songs… 

The Mekons, Where Were You 
(Eddie &) The Hot Rods, Do Anything You Want To Do 
Teenage Treats, Brickfield Nights, I Want To See The Bright Lights Tonight 

These Are The Songs… 

My Generation, Your Generation, (I Belong To The) Blank Generation 

These Are The Songs… 

Time Vision, Roadrunner by Jonathan Richman 

Jimmy Radcliffe slows things down 
You ask a girl to dance but you get turned down 
Maybe it just wasn’t your day 
Anyway 

These Are The Songs...

Spanish Stroll, Spanish Stroll 


 

Ojalá alguien saque una edición como se merece el disco, que de momento sólo tiene formato en CDr. 

viernes, 21 de agosto de 2020

5 sobre... #43: baseball

Es el béisbol un deporte de lo más peculiar y mucho más complicado de lo que parece. ¿Dar a una pelota con un palo? Pues bien, es tal su dificultad que el jugador que consigue batear una media de un 33% de los lanzamientos que le hacen los pitchers está considerado un portento. Nadie en la historia ha conseguido acabar su carrera deportiva con un 40% de aciertos al bate (el récord en una temporada se ha alcanzado dos veces con un 39%). Estos guarismos, en cualquier otra modalidad deportiva, serían inadmisibles. Un alero que no encesta ni la mitad de sus tiros, un tenista que no mete ni la mitad de sus primeros saques, etc., son peor que mediocres. En béisbol la mediocridad la marca la "línea Mendoza", es decir, conseguir un 20% de bateos o menos. El nombre proviene del jugador mejicano Mario Mendoza, muy buen defensa pero un colador con el bate, que acabó su carrera con un 21% de promedio. Antes de la era de Internet, en las ediciones dominicales de casi todos los periódicos de Estados Unidos, las secciones de deportes incluían un listado de los bateadores y sus promedios de bateo; como no había espacio suficiente para ponerlos a todos, los periódicos no publicaban la lista completa de bateadores y se detenían cuando llegaban a los del .200, donde con frecuencia aparecía el nombre de Mario Mendoza. La expresión the Mendoza line la acuñó un compañero suyo en los Mariners. Hoy día, cruzarla determina, simplemente, que eres un pésimo bateador. 

En Athens, a mediados de los años 90, Andres Galdames, John Troutman, Lori Carrier, Margaret MauricePaul Deppler pensaron que era una buena acuñación para el nombre artístico de una banda. The Mendoza Line tuvieron vida discográfica de 1997 a 2007; casi una decena de discos, alguno de ellos muy por encima de la línea Mendoza del pop independiente (por ejemplo, We’re All In This Alone). 



Si darle a la pelota no es sencillo, defender también tiene sus aprietos. Para empezar, es necesaria una gran coordinación corporal y después saberse coordinar con los compañeros. Yo La Tengo también tomaron su nombre de una anécdota beisbolera, en este caso relacionada con los problemas que puede haber en defensa. Durante la temporada de 1962, Richie Ashburn, el centerfield de los New York Mets, estuvo a punto de colisionar con el short stop Elio Chacón, cuando ambos trataban de coger una bola en el aire. Ahsburn gritó “I got it”, pero Chacón solo hablaba español así que al final Ahsburn tuvo que aprender a decirlo en español: “yo la tengo”. Unos cuantos partidos después, en una situación similar, Ashburn dijo ese “Yo la tengo” recién aprendido, sin percatarse que el leftfielder, Frank Thomas, no sabía español y terminó chocándose con él. Al final, todo el equipo tuvo que aprender la frase en español para que sus jugadores no terminaran chocándose entre ellos a la hora de correr a coger una bola.

Cumpliendo con lo que promete su nombre, mucho más allá han ido The Baseball Projectla superbanda formada por Peter Buck, Steve Wynn, Linda Pitmon y Scott McCaughey. Aún en activo, llevan cuatro discos de estudio más uno en directo dedicados en exclusiva todos ellos a cantar las hazañas del mundo del béisbol americano: sus leyendas, sus míticos registros y en general todo un anecdotario propio del abuelo Cebolleta. Es un deporte que se presta mucho a ello.



Dejando constancia de los discos de The Baseball Project, en los que cualquiera de sus canciones serviría para ilustrar el tema, destacaremos a continuación otras cinco compuestas por otros tantos artistas a los que alguna vez les llamó la atención el asunto beisbolístico.

Pavement - Major Leagues (en Terror Twilight, 1997)
El título se refiere a la liga de baseball o MLB en sus muy conocidas siglas. Amores de primera división para el último álbum que grabaron. Un bonito medio tiempo.


> For Stars - Baseball (en el CD single How It Goes, 2001)
A estos californianos se les cita escasamente y se les revisita aún menos, así que es esta una ocasión pintiparada para reivindicarlos. Estuvieron poco tiempo funcionando, pero ahí dejaron cuatro placenteros discos.

> Belle And Sebastian - Piazza, NY Catcher (en Dear Catastrophe Waitress, 2003)
Los únicos de la lista que no son estadounidenses, y se convendrá en lo curioso que resulta ver a los de Glasgow acudir a un legendario catcher de los Mets como fuente de inspiración. Canción acústica, aparentemente menor, con referencias ambiguas y mención al "Walk Away Renee" de The Left Banke, que al poco vesionearan con mucho éxito los Four Tops.


> Kanye West - Barry Bonds (en Graduation, 2007)
"And here's another hit, Barry Bonds", canta West. Los días en que jugaba Barry Bonds, en la bahía de San Francisco había gente en barcas esperando a recoger alguna pelota que sacara del campo de un batazo el muy bestia; lástima que el final de su carrera se viera enturbiado por un quítame de allá esos esteroides.
Y West marcándose otro home run con este disco. 



> Chuck Prophet - Willie Mays Is Up At Bat (en Temple Beautiful, 2012)
Qué buen tipo parece Chuck. Se le ve noblote. Y en concierto es un entregado intérprete. De ese electrificado y vibrante álbum, entre los mejores que ha hecho, sobresale este recuerdo a un bateador mítico de los Giants de San Francisco, ciudad de acogida del propio Prophet.

 

NOTA: No es España país para las cosas del béisbol, pero al menos Coz grabaron "Bate de béisbol" en 1982. Para amigos del jevi carpetovetónico.

domingo, 7 de junio de 2020

Parecidos razonables #32: Bob Dylan y Juan Pardo

Es tal el parecido que dan ganas de decir que uno es el Dylan español o el otro el Pardo americano. Y cuidado con reírse del nuestro, que fundó Los Pekenikes, Los Brincos, hizo pareja artística en Juan y Junior y después grabó una veintena de discos en solitario, además de componer canciones para otros artistas.



Bob Dylan - New Morning (Columbia, 1970)


Juan Pardo - Bravo por la música (Hispavox, 1982)

lunes, 13 de abril de 2020

El arte de la versión #108

«Holiday Hymn» de Orange Juice es una versión que hicieron del tema de Subway Sect. Los escoceses, que eran grandes seguidores de Vic Godard, se la oyeron al grupo en un concierto y al poco los de Collins la registraron en estudio. Lo curioso es que los Subway Sect jamás llegaron a grabarla. Lo hizo el propio Godard en solitario tiempo después, pero en realidad la de Godard es a su vez una adaptación de la originaria, que no llevaría, entre otros detalles, el saxo que incluyó Godard. 

La de Orange Juice contiene toda la esencia de la banda: ese ligero toque soulero de fondo marca de la casa, los maravillosos ribetes que dibujaba la guitarra de James Kirk y la batería y el bajo convirtiendo todo en una fiesta.


En definitiva, podría decirse que existió antes la versión que el original; y que la adaptación posterior de Godard es muy inferior.

viernes, 10 de abril de 2020

Intangibles #8: No Middle Name

Partiendo objetivamente de unos estándares de calidad muy similares, ¿de qué depende de que un álbum tenga repercusión y otro no? ¿O por qué mientras unos acaban publicándose en formato físico, otros se mantienen colgados en el limbo de la red de redes (formato digital lo llaman)? Entre el manojo de factores implicados en el asunto, no estar en el sitio adecuado en el momento preciso quizá sea el más determinante. 


Tal vez eso sea lo que le ocurra a David Bailey con su proyecto No Middle Name, que incomprensiblemente tuvo que sacar su segundo disco en unas tristes y limitadas copias en casete (50) y, aún peor, CDr (100) hace tres años sin que apenas se inmutara el personal. Quizá si nos remontásemos una década y a Londres, ahora Fondness luciría como merece, en un colorido y pletórico vinilo o al menos en una edición de mayor enjundia. Y más importante, habría tenido mayor audiencia. Pero Bailey vive y graba en St Leonards-On-Sea, pequeña villa ubicada en la costa al sur de la capital, en paralelo a localidades de la zona más conocidas como Portsmouth y Brighton. Y pese a ser un disco profundamente melódico, y por tanto, atemporal, en ciertos momentos su sonido nos retrotrae a la efervescencia indie de mediados de los años noventa en Inglaterra. 



Sin embargo, no hay razón para que este disco no sea más conocido. Fondness funciona de principio a fin como un estupendo álbum de pop, y tiene temas para quedarse enganchado en ellos durante días. Avanza incansable, sin desfallecer y sin que mengüe el interés, manteniendo al oyente siempre atento ya sea a base de canciones de pop excelsas o tirando del reverb y el fuzz y apelmazando los teclados en determinados momentos. 

Son once canciones compuestas, producidas e interpretadas por Bailey, a quien sólo secunda Claire Brock tocando la batería; más la voz de Samantha Whates en tres cortes. Y todo ello conforma una maravilla autoproducida de pop indie muy británica; que sean o no el momento adecuado y las circunstancias apropiadas, lo cierto es que está en el mundo para engalanarlo con gusto, clase y distinción. 

Escucharlo mientras –ojalá– algún sello discográfico por pequeño que sea piensa en reeditarlo en mejores condiciones, es hacerle justicia. 

sábado, 4 de abril de 2020

Sales en mi canción #100


Entendemos el amor, principalmente, como una manifestación sentimental que se siente por otra persona. Pero hay amores a todo y de todo. Existe un amor como pasión por algo que llena, colma, rebosa tu vida de tal manera que esta no sería la misma si no existiera ese objeto adorado, tal vez obsesivo. El que profesa Jaime Cristóbal por la música deja corto el de Romeo y Julieta, el de Dante y Beatriz, el de Narciso por Narciso, el de Ramón y Cajal (por la ciencia)... Cristóbal escucha música sin cesar, la colecciona, la compone, la interpreta, escribe sobre ella, habla sobre ella (su antológico Popcasting), la respira, la consume y le consume. 

Parece lógico, pues, que haya terminado componiendo una oda al amor por los discos, a su relación con ellos, a la música que tan feliz le hace. Seguirá amando a la persona con la que comparte su vida, pero es incapaz de desprenderse de ese otro amor. Así se lo declara a ella, y le ruega que lo entienda. Una preciosa y emocionante confesión: 

700,000 records couldn’t keep me away from you 
But 300 of those records are the songs that speak about you 
700,000 records could have sucked the life out of me 
But the fact is all those records are the things that set me free 
So that’s the matter with me; you can have me either way, oh baby 
But please consider the love I have for all these precious 



“700,000 records” es el tema que, además, ha servido como ariete de su primer álbum como J’aime, Love and Squalor (Jabalina, 2020). La canción, que lleva implícita su intención desde el título, rezuma, como el resto del álbum, esa clase y elegancia que Cristóbal siempre lleva pegada como una segunda piel. 

El telón de “700000 Records” lo levanta una caja de ritmos, a la que enseguida se le une un teclado. En ese momento aún no sabemos qué intenciones tiene: ¿es un teclado que está sonando alegre o triste? La voz de Cristóbal (más consistente y segura de sí misma que nunca) deshace la duda. En el estribillo nos aguarda una sorpresa: se le une la voz de Françoiz Breut y ya nada puede ir mal. Qué bien se imbrican las dos voces, cómo se acompasan y se acompañan. Cuando el tema se encamina hacia el final, Breut desgrana una retahíla de esos artistas que tanto significan para Cristóbal y que están presentes en su vida a través de sus discos, “all these precious":

The Pet Shop Boys, Ellie Greenwich, James Wilsey, Helen Merrill, Radio Futura, Iris DeMent, Sandy Denny, Gainsbourg, Johnny Thunders, Jacno, Tracey Keenan, Madonna, Eddie & The Hot Rods, Dolly Mixture, Tyrone Davis, The Shortcuts

Los nombres, explica el propio autor, son elección suya aunque los recite Breut, si bien metió a Helen Merrill como un guiño a la cantante francesa, ya que fue Breut quien se la descubrió a Cristóbal una mixtape que le grabó hace años. 

La canción ha terminado. Volvemos a darle al play, porque esas líneas nos parten el corazón pero hacen que amemos aún más de lo que ya amábamos la música.

domingo, 19 de enero de 2020

Faropedia #27

> Sandi Patti - Another Time... Another Place... (Word, 1990)
La foto se tomó en Pigeon Point, Pescadero, California.




> The Lighthouse Keepers - Lipsnipegroin (Phantom Records, 1992) 




> Jim Noir - Tower Of Love (My Dad Recordings, 2005)

sábado, 11 de enero de 2020

5 sobre... #42: el paracetamol

Tiempo de rebajas y gripes. Bajan los precios, suben las fiebres. Y aunque no hay mayor ahorro que no comprar, ni mejor remedio que meterse en la cama a sudar y beber agua, nos echamos a la calle en busca de supuestas gangas y nos atiborramos de analgésicos. ¿Dolor de cabeza, unas décimas, mal cuerpo, más mocos que un cesto de caracoles? Chutazo de paracetamol. 

> Fischer Z - Pretty Paracetamol (1979) 
El tema del que siempre, siempre, indefectiblemente, me acuerdo cada vez que tengo que tomarme un pastillazo de paracetamol, sobre todo si es de 1 gr. Fischer Z fueron un grupo más interesante de lo que la historia les ha otorgado finalmente. Sus tres primeros discos tuvieron cierta repercusión en su época, pero el tiempo se ha empeñado en enterrarlos bajo capas y capas de olvido. 

Pretty paracetamol you soothe my aching brow, 
I need you when my heard is spinning round 


> Distractions - Paracetamol Paralysis (1980) 
Temazo de estos punks mancunianos, aquí ya más cerca de la new wave. El tema fue cara B del single de presentación del álbum, aunque el corte se incluyó también en el LP. Una joya muy poco conocida. 



> The Moles - Tendrils and Paracetamol (1991) 
Apabullante. Para acompañar una marcha militar que termina en una explosión nuclear. 



> Catatonia - Goldfish and Paracetamol (1998) 
La voz tan peculiar de Cerys Matthews y una percusión metálica de fondo. Corte de su álbum más acertado. 


> Muph & Plutonic - Paracetamol 
Hip-hop y Australia no suelen ser palabras que coexistan en una misma frase. El dúo Muph & Plutonic lo consiguieron, y además con bastante naturalidad. Flow cadencioso, suaves cuerdas; rap de seda. 

It's like Panadol, Paracetamol 
These things, they clear in my brain



lunes, 6 de enero de 2020

Letras sin acordes #17 // ¿Y tú de quién eres?#32: Steve y Justin Townes Earle


No somos por En Esta Quiero Humo unos degustadores del country y del género de la Americana, dicho así en general. Por lo tanto, poco tenemos que añadir a lo que musicalmente de dedica Steve Earle, sobre todo por desconocimiento casi absoluto de quien esto escribe. Más interesantes nos resultan sus facetas de activista político (ya desde lo de Vietnam, y presente en bastantes composiciones suyas), actor (The Wire; también es suya la versión de "Way Down The Hole" de Tom Waits para la cabecera de varias temporadas) y de escritor. Pese a este interés, y con el libro comprado hace años, no ha sido hasta recientemente cuando hemos abierto No saldré vivo de este mundo (El Aleph, 2011). El título, realmente llamativo y brillante, sale de una canción de Hank Williams, personaje presente en la novela en forma de fantasma, que se le aparece al empedernido yonqui Doc cada vez que está de subida. 

Doc es un heroinómano que vive en el peor barrio de San Antonio ejerciendo como médico clandestino de la zona, aunque le retiraron la licencia. Todo cambia cuando llega una joven mexicana, Graciela, para que le practique un aborto. La chica acabará quedándose y ayundándolo; a Doc y a cuantos la rodean, porque empieza a manifestar curaciones y redenciones milagrosas con solo tocar a una persona. A Doc, por ejemplo, lo desengancha. Un cura irlandés se meterá por medio prevenido por los milagros de la chica, que además tiene un estigma en una muñeca. Y, mientras, Doc habla con el fantasma de Hank Williams. Esta historia se ambienta en la América profunda en 1963, año de la muerte de Kennedy. El retrato de la vida de un yonqui es implacable; y en general todos los personajes están muy bien perfilados. Hay cierta influencia literaria del realismo mágico hacia el final. 

Si existen o no las casualidades, o si son otra cosa, poco importa. El caso es que justo cuando acabábamos el libro, nos enteramos de la existencia de Justin Townes Earle, primer hijo de Steve Earle, fruto de uno de sus numerosos matrimonios. Lo llamó así en honor de su admirado Townes Van Zandt. Justin Townes también se dedica a la música desde hace años y a un palo similar al del padre. Su último álbum es The Saint of Lost Causes (New West Records, 2019), impecable y muy ortodoxo, pero sin la intensa herrumbe ni rugosidad de las canciones paternas.

sábado, 4 de enero de 2020

Cameos musicales #64: Megatón ye-yé

En 1965, el éxito de Micky y Los Tonys era tan grande que empezaron a llegar las ofertas de conciertos más allá de las sesiones del Price y hasta su incursión en el mundo del cine. La arrebatadora personalidad de Miguel Ángel Carreño, 'Micky' le llevó incluso a protagonizar Megatón ye-yé (1965), dirigida por Jesús Yagüe y coprotagonizada por María José Goyanes. La banda sonora de la película —compuesta íntegramente por Micky y Los Tonys— es todo un compendio entre rock clásico, el rock instrumental de The Shadows, la música surf y el ye-yé. Sobresalen muy especialmente los temas "I'm Over", "Sulpher Soap" (tocada en la película por Los Shakers), "Ya No Estás" o "Pretty Baby". Por cierto, Los Shakers (los españoles, que hay por todo el mundo conjuntos llamados Shakers) estaban comandados por los hermanos Ricardo y José Luis Sáenz de Heredia, sí, hijos del muy conocido director cinematográfico. 

Volviendo a Megatón Yeyé, a continuación se lista el elenco al completo de artistas/bandas que salen tocando, el minuto en que aparecen (minutaje aproximado, es un cálculo propio hecho a ojímetro) y las correspondientes canciones: 

> Juan Erasmo Mochi - Yvonne (primera escena) 
> The Shakers - Sulpher Soap (18’15’’) 
> Micky y Los Tonys - I´m Over (21’) 



> Juan Erasmo Mochi - No comprendo (25’15’’) 
> Micky y Los Tonys - Pretty Baby (40’) 



> Micky y Los Tonys - Tú serás muy feliz (45’55’’) 



> Juan Erasmo Mochi - Pediré (51’30’’) 
> Micky y Los Tonys - Tú ya no estás (53’19’’) 



> Micky y Los Tonys - Un bel amour (70’) 
> Micky y Los Tonys - Sha-la-la (74’) 


Ese mismo año, Fernando Argenta tiene que dejar a Los Tonys para cumplir el servicio militar y entra en su lugar Francisco Ruiz, que acababa de abandonar Los Shakers. Por su parte, Micky siguió compaginando música y cine. En 1968, llegó a participar como actor en la película La vida sigue igual, protagonizada por un entonces emergente Julio Iglesias, pero ese es el capítulo de otra historia.

viernes, 3 de enero de 2020

Y ellos se juntan #105 // Cosas de hermanos #84

Una teoría puede ser una simple especulación, independientemente de que tenga o no aplicación práctica o demostración palpable. Hay campos abonados para que broten teorías como patatas. El álbum que salió de la colaboración entre Daniele Luppi, Parquet Courts y Karen O (Milano, 30th Century Records, 2017) da para exponer varias de ellas, aunque sólo sea por el placer de exponerlas. 


> Teoría 1 - No hay canción mala si en ella interviene Karen O 
Su voz tiene una personalidad única. Por su timbre y su forma de interpretar. En Milano pone la voz en tres temas, y además es la compositora de ellos. No se entiende, por tanto, que su nombre no figure también al frente del proyecto. “Talisa” no es sólo uno de los mejores cortes del disco, sino que lo es de toda la carrera de la líder de Yeah Yeah Yeahs (qué es del grupo, por cierto). 

> Teoría 2 - Los proyectos en común no suelen pegar tanto como una simple banda 
Los hay, que conste, hay supergrupos que han llegado a cuajar sólidamente, aunque la impresión es que la mayoría de las veces se derriten con los primeros calores de la primavera. Tienen un problema adicional que los hacen antipáticos: obviando el orden alfabético, ¿dónde los colocas en la discoteca? 
Añadido/Hipótesis: La importancia de un nombre bien puesto es fundamental. En el caso que nos ocupa, el álbum probablemente quedó diluido a falta de un nombre artístico común y no todo ese Daniele Luppi & Parquet Courts. Podría haber sido tan fácil como Luppi Courts o algo así.  

> Teoría 3 - Lo más interesante de las listas con “lo mejor del año/década” muchas veces está en lo que no traen 
Las listas son volubles, inconsistentes, inanes y caprichosas. Y engreídas, porque se basan en el secreto principio de que nada como mi gusto personal. Claro que son peor aún cuando van de listas o cuando se muestran como un listado de tendencias. Prácticamente ninguna recogió este disco, que pasó demasiado inadvertido para lo buenísimos que es. 


Es un disco fraternal. En todos los sentidos. En el literal porque también intervienen un par de hermanos: Lorenzo Luppi a la trompeta; y los Savage, Andrew y Max, por parte de los neoyoquinos. En el figurado, porque es un disco entrañable, afectuoso, con el que te sientes bien. Y qué maravillosamente encajan la mencionada genialidad de Karen O, con la supuestamente anárquica marcialidad de los Parquet Courts y el lado más pop y cinematográfico de Luppi. Un disco surgido del talento de tres artistas en su apogeo.