miércoles, 25 de noviembre de 2009

Platanaces #8: Sam Savage

…los nativos se tapan los oídos o salen huyendo para no tener que oírlo ni un solo segundo, aunque ello signifique dejar abandonadas las bananas o lo que sea que transporten en ese momento.

Mínimo y poco significativo fragmento que sólo sirve para traer aquí la reciente y, no escatimemos adjetivos elogiosos, pasmosa novela de Sam Savage, El lamento del perezoso (Seix Barral, 2009).

Es de género epistolar (con algún relato, listas de la compra y anuncios intercalados). Las cartas las escribe sólo el protagonista, pero uniendo lo que les va contando a unos y a otros se termina por componer el retrato del personaje: rastrero, miserable, mentiroso, egocéntrico, conflictivo, escandaloso… ¡Qué personaje ese Andrew Whittaker! Recuerda un poco a aquel otro desastre humano que era Ignatius J. Reilly, de Toole. Este es un fulano espantoso, pero no puedes dejar de apiadarte de él, de ponerte de su parte y de reírte con sus osadías. Es una especie de héroe marginal, con toda su miseria moral a rastras, que es enorme y no parece tener acabo. La locura no anda lejos. Quijote, etc.


Extraña poética la de este Savage. El resultado: un patetismo acongojante. Uno se ríe por fuera a carcajadas mientras por dentro se le hace una bola en el estómago. Es probable que nos las estemos viendo con uno de los personajes más cómicamente dolorosamente patéticos de la historia de la literatura, con todo lo de rimbombante que tiene tamaña afirmación (además de un uso adverbial discutible).

Amigos de la mordacidad y el sarcasmo, es vuestro libro. Amantes de las frases memorables, tendréis un orgasmo con estas páginas.

No hay comentarios: