domingo, 3 de junio de 2012

Preparados para un solo de órgano #11: The Walkabouts


Y aquí siguen entre nosotros The Walkabouts, sin desfallecer desde 1984. Más de quince discos en su haber desde que Carla Torgerson y Chris Eckman fundaran la banda (ya no están los hermanos de este, Curt y Grant, en la formación) y continúan ofreciendo quilates de calidad musical sin despeinarse. En 2011 —está a punto de salir álbum nuevo— fue Travels In The Dustland (Glitterhouse). Teóricamente se trata de un álbum conceptual, dividido en cuatro partes, y de fondo algo así como la travesía de un desierto a modo de metáfora de la vida, pero en realidad no son más que once magníficas composiciones: la infinita «The Diviner»; la trompeta final de «The Dustland»; la poderosísima «No Rhyme, No Reason»; la steel guitar formidable en «Long Drive in a Slow Machine» y en «Horizon Fade», conmovedora esta última acompañada por un contrabajo. Y por encima de todas ellas, «Soul Thief». Y es que teclados variados, moog y órgano son unos de los instrumentos que caracteriza el sonido de los de Seatle; en la destacada «Soul Thief», por ejemplo, el Hammond de Glenn Slater está desatado, y sólo este tema ya les hace candidatos a una medalla de oro.

  

Chris Eckman, que ya gasta gafas, es, por lo demás, un enorme letrista, un gran narrador subestimado en su propio país, tanto como la misma banda. 

It hasn’t rained much 
Out here this year 
It’s a new king of dry 
One that chokes on its fear 
Till it don’t cough 
(Primera estrofa de «The Diviner») 

Es uno de los más extraños misterios de la historia del rock: cómo este grupo nunca ha sido considerado más grande. Wilco, Giant Sand, The Jayhawks… Pero The Walkabouts casi nunca se citan a la primera cuando se habla de grandes bandas de rock americanas de raíces; como mucho, mención honorífica, pero jamás en el podio. Tal vez el carácter más cinemático de su música les aleja del resto. O que son tan buenos que hasta da pereza hablar de ellos.

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