Mi gran novela sobre La Vaguada (Caballo de Troya, 2010) es una pequeña gran novela, una gran novela sobre Madrid —el lector que viva en ella tiene la impresión de que en cualquier momento puede aparecer citada su calle— y sobre todo la gran novela actual sobre el estado del mercado laboral — sus mentiras, sus miserias, sus abusos—, y la indolencia y apatía con que los jóvenes se enfrentan a él.Su estructura es sencilla y simple: una sucesión de escenas en las que el joven e innominado protagonista va pasando de empleo temporal en empleo temporal y de ahí a la cola del INEM. Todo está contado con humor e ironía, con páginas y capítulos descacharrantes (la novia que quería irse a vivir a Riyadh, que «hablaba del extranjero como si el extranjero fuera un sitio en particular, y no casi todos en general»); pero poco a poco la risotada franca del lector se va mudando en sonrisilla nerviosa, porque se entrevé un trasfondo tan divertido como desolador, tan tierno como despiadado.
Es la humilde odisea de una derrota personal, a la postre de toda una generación.
(Irresistible no copiar aquí la cita de Mark Twain que encabeza este libro: «Cuando era joven podía recordar cualquier cosa, hubiera sucedido o no».)




























