lunes, 9 de septiembre de 2013

Boris Vian #20 // La banda sonora de un libro #14

A Boris Vian nunca le supuso un esfuerzo eso de dar con un buen nombre artístico. Lo que para muchos es un quebradero de cabeza, para él era una «relaxing cup of café con leche». Firmó sus artículos, libros, cartas, etc., con multitud de heterónimos. Hay quien se ha dedicado a contarlos, y en la suma aparecen 27 contrastados. 

Uno de los más famosos fue Vernon Sullivan, con el que Vian publicó su primera novela negra, Escupiré sobre vuestra tumba (1946). Leída hoy, parece mentira que el término pornográfico significara en aquel entonces lo mismo. El caso es que esta breve novela estuvo prohibida, aunque andando el tiempo se ha reeditado en numerosas ocasiones. Una de las más logradas es la de Christian Bourgois de 1973, que utilizó la acuarela de René Magritte Lola de Valence (1948) para ilustrar la portada. 

Como no podía ser de otra forma, dado el frenesí jazzístico que consumía a Vian, y pese al poco más del centenar de páginas que tiene la obra, hay unas cuantas referencias musicales, que por sí solas podían ponernos en la pista del verdadero autor en caso de no haber sabido quién era ese Sullivan: 

> Dinah Shore: «Shoo Fly Pie» 
> Cab Calloway 
> W.C. Handy 
> Duke Ellington: «I didn’t know About You» 
> «When the Saints Go Marchin’ On» 

Más el siguiente diálogo, a modo de digresión metamusical, que no tiene desperdicio: 

—No —dijo ella—. Nunca he oído a ningún cantante o guitarrista que cante como tú. He oído voces que me recuerdan la tuya, sí..., allí... en Haití. Los negros. 
—Me halagas —dije yo—, son los mejores músicos del mundo. 
—¡No digas tonterías! 
—Toda la música americana ha salido de ellos —afirmé. 
—No lo creo. Todas las grandes orquestas son de blancos. 
—Claro, los blancos están en mejor posición para explotar los descubrimientos de los negros. 
—No creo que tengas razón. Todos los grandes compositores son blancos. —Duke Ellington, por ejemplo. 
—No, Gershwin, Kern y todos esos. 
—Todos europeos emigrados —le aseguré—. Son los peores explotadores. No creo que en todo Gershwin se pueda encontrar un solo pasaje original, que no haya sido copiado, plagiado o reproducido. Te desafío a que encuentres uno solo en toda la Rhapsody in Blue...

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