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La mirada de Dan Treacy expresa que ha visto terribles mundos que no nos podemos ni imaginar. Él tiene aspecto de juguete roto; de ahí que no extrañe que algunas de sus últimas composiciones recuerden a canciones populares infantiles, e incluso que la melodía de más de un estribillo sea un calco de alguna de ellas (por ejemplo, en la que da título a ese mismo álbum o en «She can stop traffic»
).
Desaliñado y elegante, irregular y brillante, confuso y clarividente, la viva estampa de su creador, así era Down in Albion, así suelen ser los discos de Pete Doherty, con los Babyshmables o en solitario, como este Grace/Wastelands (2009) que ahora le devuelve el respeto perdido. (Atención a «Broken Love Song» como uno de los temas del año.)
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Salvando las distancias en cuanto a repercusión mediática de uno y otro, se entrevé cierto paralelismo entre Pete Doherty y Dan Treacy. Hay en ambas errabundas existencias dosis comunes de patetismo ilustrado, de buscada autodestrucción, de tristeza acongojante, de reafirmación personal en negativo y de existencialismo terminal. El personaje los devora.
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