

En la segunda novela —La prueba— la vida sigue siendo dura, pero al menos no tan nauseabunda como en la anterior. A cambio comenzamos a dudar, la luz de cruce se nos pone a parpadear. ¿Hay o no hay un hermano gemelo?
En la tercera —La tercera mentira (el título ya avisa)— la línea que separa la realidad del sueño se ha desdibujado definitivamente, nuestra lógica no hace pie y ya no sabemos quién es quién. ¿Cuál de las historias es la verdadera? Blanca por dentro, verde por fuera, si quieres que te lo diga, espera. Para que quede claro que nada está claro, en esta parte se encuentran frases así: «En cuanto a mi hermano, a lo mejor ni siquiera ha existido» o «Lo que yo creo es que confundes realidad con literatura».
Da la impresión de que el conjunto no obedece a un plan preconcebido. La autora escribió El gran cuaderno (1987) como una dura crítica a la guerra como campo de cultivo para la maldad más pura y devastadora. Después entrevió otras posibilidades literarias dando versiones distintas, y hasta enfrentadas, de los mismos hechos, pues cada volumen completa, y contradice, al anterior.
Claus y Lucas: un juego de espejos que devuelven la imagen inversa. La dificultad está en desentrañar cuál es la imagen real, cuál la proyectada, si la agraciada físicamente pero de alma feroz y cruel o si la de aspecto deforme pero de alma tierna y compasiva. Tampoco importa. En el fondo es nuestro propio espejo interior, y verse reflejado en él asusta.
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