Según la versión del hijo, el también escritor Kingsley Amis —Sir en sus ratos libres— fue un padre un tanto cabroncete. Cuenta Martin Amis (Experiencia, 2000) que en cierta época de hambruna, su padre llegó un día a casa con un plátano. Tras sentar a toda la parentela a la mesa, les pasó el plátano para que lo olieran y tocaran, y cuando le volvió a él, lo peló y se lo comió tan ricamente mientras que la chavalería famélica lo miraba.
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