
Supo arrimar la cebolleta en su vida y hacérsela arrimar a los demás. Y seguía dando conciertos, aunque su inmensidad le obligara a cantar sentado.
Su álbum Don't Give Up On Me (Fat Possum, 2002) fue una pasada. Y si alguien prefiere irse a su época clásica, además de cualquier recopilatorio, no estaría mal Sidewalks, Fences & Walls (Amherst, 1979).

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