domingo, 14 de octubre de 2012

Comerse un cocodrilo (en Dinamarca) #8: Agnes Obel


A Gog, todo un profano en música clásica, se le hace que si Claude Debussy o Maurice Ravel vivieran hoy les agradaría el debut de Agnes Obel, Philharmonics (PIAS, 2010), copenhaguense, frente despejada —que delata inteligencia—, mirada dulce, muy estilosa (de sencilla sofisticación), con sólida formación clásica y admiradora del quehacer de PJ Harvey y Joni Mitchell. Es talentosa, compone al piano, canta con voz acogedora y pergeña pequeños pero cálidos arreglos para acompañar a su inseparable teclado. En su país, y en el norte de Europa en general, obtuvo un éxito inmediato que apenas se filtró por los riscos de los Pirineos. 


Al parecer se encuentra preparando el segundo álbum de estudio (tiene otro grabado en directo; sí, ya). En el primero, hizo suya «Close Watch», de John Cale


(Nota mental de Gog: recuerda mucho a lo que hacían las Azure Ray o incluso Maria Taylor en solitario.)

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